jueves, 31 de julio de 2008

Una figura clave frente a los micrófonos en la radio de Sagua la Grande

Jorge Alberto Martínez junto a Bárbara Fortes, también locutora y fundadora de RADIO SAGUA durante el pasado Festival de la Radio.
Tal vez estas palabras debieron difundirse ayer cuando todavía estaba con nosotros. Olguita García, a quien también debo despedir y con quien mantengo lazos de amistad aún más viejos que el tiempo que llevamos trabajando en la emisora, me tildó de romántico. Ella, que desde los tiempos en que fue mi profesora, trató de sembrar justamente esas cosas en sus alumnos. Yo digo que no fuimos suficientemente previsores. Algunos directores lo incluyeron en los elencos de sus programas del verano, como negándose a creer que ustedes se irían. Sin embargo, yo supe siempre que escribiría estas palabras. Y aún así ayer no pude hacerlo. Ni siquiera me atreví a escuchar Lo Último. Bárbara Fortes llamó a las siete y treinta. Esperaba que yo le entregara este texto. Yo, que ya acumuló en mi breve experiencia de orador, hasta despedidas de duelo, ahora casi no puedo escribir.
Tendría que apelar entonces a los textos otros. Tendría que citar a Cortez: “Cuando un amigo se va se queda un espacio vacío que no lo puede llenar la llegada de otro amigo……
Usted ya no escuchará más a Jorge Alberto Martínez ni en este ni en ningún otro programa de la emisora, salvo en las decenas de mensajes, promociones y menciones que -seguramente- vamos a mantener en el aire por mucho tiempo.
Desafortunadamente, las emisoras matanceras no tienen tanto alcance como para permitirnos a los sagüeros el disfrute de esa tan especial, casi dulzona, aunque extraordinariamente dúctil y agradable. No es la tradicional voz masculina de tonos bajos. Es voz más bien aterciopelada, pero sabiamente usada. Trabajo le costó hacerlo pero parece que tomó conciencia de ello especialmente después de aquella desastrosa evaluación artística donde la comisión presidida por la finada Gladys Goizueta le otorgó el nivel mínimo. Luego cuando le llegó el primero, si no me falla la memoria en 1995, vivimos momentos de gran alegría.
Además de las decenas de premios en diversos eventos, nuestra emisora, le debe a Jorge Alberto Martínez, junto con Patricia Angelino y Rafael Álvarez, haber perfilado un estilo de locución propio de la Voz del Undoso. Nuestros locutores prefieren el estilo conversacional, dinámico pero sin exabruptos, sin abuso de efectos.
Ya sé no quieres que evoquemos como al gran locutor, que prefieres pasar inadvertido, o ser en todo caso el pirata cojo con pata de palo de Sabina….Pero no podemos evitarlo. No sabes cuánto te vamos a echar de menos. No lo podemos negar. Nos dejas un hueco grande en la programación. Qué envidia nos provocarán las emisoras que cuenten con tus servicios. Eso sí, sigue fiel a la locución. Quienes te conocen bien saben que eres una persona cordial, pero tímida, de pocas palabras….Pero, cuánto te creces ante el micrófono. Qué prodigioso es este medio que te permite abrazar a tanta gente y convertirte en sus amigos. Y hacerles la vida más agradable. Por favor, sigue siendo fiel a esa, la misión para la el destino o Dios, u Olofi, te dotó. Sigue comunicándote con la gente, que la gente lo necesita mucho en estos tiempos.
¿Te acuerdas de aquella vez en que estuviste a punto de irte a otro trabajo? ¿Cuánto hacíamos Antena 15-40? Tiempos duros aquellos. Entonces vivir del arte daba mucho menos que ahora. Pero qué bueno que no lo hiciste. Y, fíjate en una cosa, el dinero más tarde o más temprano, desaparece. Los de la radio tenemos la desgracia de que nuestros programas también desaparecen, pero yo estoy seguro de que la impronta de las buenas voces, de las voces inteligentes, como la tuya, se queda en algún lado donde guardamos “pequeñas cosas”, como diría otro cantautor. Una vez dijiste que preferías entregarme tu voz. Jamás aceptaría tal obsequio este aprendiz. Después de todo sería inútil, por que las voces no son voces por sí solas. Llevan alma y corazón. La identidad de tales elementos no admite traspaso.
Estimado amigo, artista de la palabra. No sin esfuerzo guardaremos el pañuelo para desearte éxitos a ti y a tu musa inspiradora de hace catorce años, a quien -me parece justo decirlo- te ha ayudado como pocos a salir de los baches y a llenarte de amor para hacer los programas. A nuestra asesora de tantos años, asesora profesional y -en mi caso- asesora de las cosas nímias y trascendentales de la vida de quien escribe esta suerte de crónica.
A Olguita, a Jorge Alberto, periodistas, directoras, escritores, directivos, amigos todos, NO podemos decirles adiós. Se nos traba esa palabra en no sé qué parte. Habrá que convocar a otro amigo común que también te debe la voz de sus éxitos: a Güinia, para que nos invite a unos GOLPECILLOS, a ver si nos sale un hasta luego en tonos graves, pero por lo menos cálido, sentido…¡Buena suerte compañeros!

miércoles, 30 de julio de 2008

LA CIUDAD SUBTERRÁNEA. SEXUALIDAD DE LAS MÁRGENES.

Foto de Pierre y Gilles
La cerveza fluye por las venas. La euforia provocada por el baile propaga la alegría. En áreas próximas al estadio Augusto César Sandino, las cinturas se contorsionan al compás de Arnaldo y su Talismán. Hay carnaval en Santa Clara. Pero Ellos están distantes. También disfrutan la furia de decibeles, pero se concentran al final de la calle San Miguel, cerca del principal acceso al estadio; a pesar de que el área se ha transformado bastante en los últimos meses. Una cerca limita al acceso a buena parte del parqueo usado ahora como almacén para las obras de un parque de diversiones que motivó, incluso, el cierre de la Calle Segunda.

Allí no hay oferta gastronómica alguna. No se montaron carpas como en años anteriores…Es preciso caminar aproximadamente cien metros para conseguir la “fría”. Pero esta, por obra y gracia de quienes así lo han querido, sigue siendo el área gay durante las fiestas populares. Y ni siquiera es la única. Más lejos aún, cerca del mercado agropecuario de Buen Viaje, al amparo de algunos árboles y de la maleza, otros, o Ellos mismos, disfrutan del carnaval; pero la música no tiene tanto protagonismo. La vegetación permite reservarse un espacio íntimo para dos, quizá también tres o cuatro. También es posible chocar con escenas típicamente almodovarianas o pornográficas en el trillo principal, o bajo los mangos de la entrada. ¿Liberación sexual o desparpajo? La oscuridad desinhibe más que la cerveza.

Hay algo común entre ambas áreas: pertenecen a las márgenes, no forman parte del programa de carnaval anunciado por la radio y la televisión locales. Mas, una parte del público alterna su carnaval entre los sitios “oficiales” y los de la penumbra. Los más arriesgados, algunos cientos tal vez, terminan en la oscuridad total; allí donde sí es absolutamente cierto que el sida no tiene rostro, donde los hurtos y asaltos tienen terreno fértil. Pero esta noche al menos, no ha pasado nada. No ha corrido la sangre, si acaso el semen.

Lo que narro no es ficción, no fue ideado por un autor de best seller tropicales. Mis preguntas no vienen de “afuera”, emanan de tierra adentro, del suelo al que me abrazo y por el que doy la vida. ¿Hasta cuándo existirán tan lúgubres sitios de encuentro? ¿Deberá nuestra sociedad promover otros más sofisticados al estilo europeo? ¿Saunas, playas, bares y discotecas? ¿Por qué subsiste la homosexualidad de las márgenes en una ciudad donde hay espacios inclusivos como El Mejunje? ¿Qué nos falta justo en el momento en que más se preocupan los cubanos por tales asuntos? Probablemente seguir hablando del tema. Preocuparnos más, ocuparnos mejor. Fomentar el surgimiento de espacios para la reflexión y también, ¿por qué no?, para el esparcimiento. Mucho más que Mejunjes.

Concuerdo con quienes piensan que cualquier asociación avala la exclusión, impone fronteras. Pero, de todas formas, los muros existen y derribarlos lleva mucho tiempo. Mientras tanto, qué podemos hacer. La realidad, casi siempre es más cruel que la voluntad de los hombres. Las calles de Santa Clara se iluminan, pero en el carnaval siguen existiendo áreas de penumbra y oscuridad.

Las cosas cambiarán el día en que el parque Vidal definitivamente sea propicio para que dos hombres o dos mujeres (dos, que no estoy promoviendo la sexualidad en grupo) caminen tomados de la mano, o se abracen en la multitud. El día en que el casado, o el que ocupa un cargo importante suelte las amarras y se muestre tal como es.

¡Y cuánto debemos hacer los medios para que ese futuro se torne menos inalcanzable! Pero, ¿debemos incentivar mensajes donde se diga ingenuamente que ser gay no es malo? ¿O debemos saturar a los espectadores con mensajes donde se exprese que la homosexualidad es como el carnaval? Allá Buena Fe si espera que ser gay se convierta en una moda. Ni una cosa ni la otra. Por otra parte también es común que aprovechemos el tema del sida para esconder mensajes a favor de la tolerancia hacia los homosexuales. Una cosa no tiene por qué estar relacionada con la otra.

Precisamos de un arsenal de recursos que aún los comunicadores cubanos desconocemos, o usamos poco, para llegar al alma de la gente. Por supuesto que mientras las telenovelas muestren al homosexual como un destructor de matrimonios, o como el amigo bueno asexual e incapaz de matar a una mosca, retrocederemos un paso. Pero habrá que seguir avanzando. A fin de cuentas, las telenovelas son sólo un elemento entre los productos de los medios. Ahora considero la enorme repercusión que tienen los informativos, la prensa. ¿Cuánto espacio le han dedicado los grandes informativos de Cuba a las declaraciones de Mariela Castro Espín de los últimos meses que sí figuran en sitios de agencias y periódicos extranjeros? ¿Cómo es posible tal miopía (in) comunicativa? ¿Por qué no se publica nada sobre la resolución del Ministerio de Salud Pública que apoya las intervenciones quirúrgicas a los trasngéneros. ¿Será que la cobertura del asunto afecta en algo el prestigio internacional de Cuba? ¿Acaso no es esta una noble conquista de nuestra sociedad. La patria, ya lo proclamó Martí, la hacemos “con todos y para el bien de todos”. Revolución, Fidel lo afirmó, es cambiar todo lo que debe ser cambiado. Entonces, para que todos podamos mostrarnos a la luz del sol tal como somos, habrá que cambiar mentes y corazones. Ser más revolucionarios que nunca.

No podemos esperar a una campaña por el Día de Orgullo Gay el 17 de mayo de dos mil nueve. Los que trabajamos en los medios debemos hacer algo ya. Tiene que haber carnaval para todos Sin riesgos, ni temores, ni silencio, ni oscuridad. Derribemos las tapias de la ciudad subterránea.

lunes, 28 de julio de 2008

El combate naval de Isabela de Sagua y otros hechos de la Guerra del 95


Realmente nuestro puerto no fue escenario de grandes acontecimientos bélicos, pero tampoco estuvo ajeno a la contienda organizada por Martí. Juan Antonio Morejón consigna en sus “Apuntes históricos de Isabela”, publicados en 1938, que en los almacenes de Moré y Ajuria, cerca del parque, se estableció un hospital de sangre para los soldados españoles. Los isabelinos vieron morir a muchos jóvenes españoles que venían a morir a una tierra de clima muy diferente al suyo y por satisfacer los intereses colonialistas de su país. Fueron tantos los que perecieron que en Isabela también se estableció un cementerio exclusivamente para los españoles, en la zona de Punta Gorda. El poblado también sufrió los embates de la reconcetración decretada por Valeriano Weyler. Numerosas familias campesinas creyeron que podían hallar sustento cerca del mar y se establecieron no sólo en Isabela, sino también en los cayos.


Otro acontecimiento importante de la época estuvo relacionado con el bombardeo desatado por un crucero norteamericano a principios de 1898. Entonces se produjo todo un combate naval en el cual tomaron parte los cañoneros hispanos “Mayarí” y “Lealtad”. Cuando el buque de la armada norteamericana se aproximó al puerto por Boca de Sagua y su comandante percibió que se hallaban anclados dos cañoneros españoles, uno por sotavento del Muelle de García y otro frente a la Comandancia de Marina, se le ocurrió la idea de realizar un ataque de tanteo a la plaza. Los cañoneros Lealtad y Mayarí respondieron, generalizándose lo que pudiéramos denominar el Combate Naval de Isabela, mucho menos importante que el ocurrido unos meses después en Santiago de Cuba, pero estimable para la historia local.


No había el más mínimo motivo para un ataque de este tipo, como no fuera que los yanquis querían demostrar su poderío militar. Afortunadamente, durante aquella jornada bélica en la Isabela de 1898, no hubo que lamentar la pérdida de vidas humanas.

Fotos de Sagua la Grande. Sagua vista por mí (II)







miércoles, 23 de julio de 2008

Los nobles destinos del arte: curiosa intervención plástica en el tren de Isabela de Sagua

En el añejo andén se agolpan decenas de personas. Poco a poco cada cual encuentra acomodo en el coche motor y su trailer. La despachadora ya entregó la orden de vía. Se escucha el silbato anunciador de la salida. Los guardabarreras en las calzadas de Oña y de Backer alistan las banderitas roja y verde para garantizar el paso seguro del convoy. Estamos a punto de iniciar un recorrido clásico del ferrocarril sagüero, casi legendario, pero hay algo que lo distingue.

Es una locura. Más que tren parece una carroza. Las opiniones primero no resultan tan favorables. Ni siquiera los isabelinos, acostumbrados como están a contemplar los tonos intensos que el mar les ofrece, vieron con buenos ojos esta suerte de “tren de fantasías” en la que se había convertido el coche motor que une a Sagua la Grande con su puerto. El principal artífice del proyecto, el joven artista de la plástica Leisbel Arias Fernández, se niega a confesar que sintió temor por la reacción del público ante un hecho artístico tan inusual en el contexto sagüero; pero termina haciéndolo.

Se trata de algo poco común, incluso en Cuba. Sé de una bienal de La Habana donde se hicieron intervenciones en medios de transporte, pero no es mucho. En el ferrocarril se ha hecho menos, sólo sé del tren de Pinar del Río, donde artistas de varios países trabajaron con graffitis, pero no estoy seguro que se mantenga prestando servicios ese tren.
Entre los trabajos más interesantes de este tipo que se han hecho últimamente fuera de Cuba se encuentra la decoración de un grupo de trenes con los colores y elementos alusivos a cada uno de los equipos que intervinieron en la Eurocopa de Fútbol. También suelen aparecer algunos ejemplos en servicios puramente turísticos, pero insisto en la idea de que tales intervenciones plásticas no son comunes. En Cuba…ya sabe. Mucho nos falta por ganar a los criollos en materia de diseño gráfico. Y es cierto que a la hora de acometer una obra de este tipo deben tenerse en cuenta las normas de seguridad del ferrocarril. A la nómina escépticos se sumaron algunos técnicos de los Talleres 9 de Abril. Ciertos carteles debían respetar sitios y colores específicos. Leisbel y los otros seis jóvenes que le acompañaron en tan singular aventura ferroviaria tuvieron que asumir el reto. De igual forma, debían contar con pintura de la mayor durabilidad para el mural.

Independientemente de que el ferrocarril puso a nuestra disposición gran variedad de colores, se trabajaron varias capas. Pintamos dos o tres veces encima de lo mismo para crear el efecto de una calcomanía similar a las que se usan como propaganda en diversos medios. Y al lograr eso, también contribuimos a que las posibilidades de conservación de los coches sean mejores, a retrasar los efectos de la corrosión.

Este aspecto pudiera llevarnos a contradecir a los estetas y filósofos que están en contra de los fines prácticos del arte. Moraleja: los trenes duran más si los pintan artistas. Lo que todo el mundo necesita, en primer lugar, es que el tren funcione, que los motores no sufran desperfectos, eso está claro. Pero qué bueno resulta apreciar que cerca de mil personas contemplan este colorido mural antes o después de viajar. La cifra es estimable; difícilmente la galería de arte local registra tal número de visitantes en un mes.

Creo que haber pintado el tren es una de las mejores cosas que me han ocurrido en cuanto a la vinculación del arte con la sociedad. La pintura de galería es un poco elitista, sin embargo el tren nos permite que todo el mundo aprecie lo que hacemos y pueda emitir un juicio.

Entonces, si se trata de arte para mucha gente, ¿qué línea seguir? ¿Cuáles son los temas más apropiados?

Desde el principio tuvimos en cuenta que se trataba del tren de Isabela y que Isabela es un pueblo con sus tradiciones y su idiosincrasia particular, es un pueblo de mar, de pescadores y también es el balneario de los sagüeros. El tren se usa mucho sobre todo en el verano, para ir a la playa. Los elementos del diseño están en función de eso. Los colores son vivos; usamos el amarillo, al azul, el naranja, colores cálidos….La ornamentación es muy caribeña y marinera. Hay un niño pescando, una carabela, la rosa náutica, las olas…En general se trata de un diseño noble, sencillo, aunque no banal, que no quisimos cargar con mensajes subliminales y con dobles lecturas.

La idea de decorar el tren de Isabela, o de Concha como se le conoce oficialmente a la estación donde culmina el viaje a pocos metros de la rada sagüera, contó con la luz verde del gobierno y el partido municipales. Más que eso, puede considerárseles como los padres del proyecto. Excelente idea que puede propagarse a otras esferas de la vida pública y a otras localidades sin que sucumba en los lugares comunes o los apremios empobrecedores de una campaña.

Leisbel Arias, graduado hace pocos años en la Academia de Artes Plásticas Leopoldo Romañach, de Santa Clara, acumula algunas experiencias muy positivas sobre todo en la realización de performances con personajes en movimiento, pero la decoración del tren era algo completamente nuevo para él. Antes había creado obras quizá de un metro y medio de largo, pero el tren se acerca a los treinta y la altura es de aproximadamente dos metros.

Primero hice un boceto del mural yo solo. Pero luego todo se sometió a la opinión del equipo, muchachos vinculados a las artes plásticas pero con diversa formación y procedencia; por suerte había hasta uno de Isabela. Cada cual aportó lo suyo y, sobre la marcha, también se cambiaron cosas. No sé si por la falta de experiencia o porque no teníamos demasiado tiempo, muchas cosas se crearon a pie de obra, sobre todo la elección de colores….pero el resultado no estuvo mal y estoy con conforme con la coherencia del producto final.

Los trenes tienen mucho que ver con la historia de Sagua la Grande. Este pueblo no nació, pero sí se fortificó junto al camino de hierro. La comunicación eficaz con el puerto se hizo imprescindible para los sagüeros desde mediados del siglo XIX. Como escribiera Jorge Mañach Robato, el río y la vía férrea son derroteros imprescindibles para cualquier visitante que arribe a nuestra tierra. De tal manera, no nos acostumbramos a vivir sin el tren, a evitar comprobar la hora de los relojes con el silbato de las locomotoras. Y si estos, además de correr en tiempo, lo hacen con una imagen renovada, si se convierten en galerías rodantes, ¡qué bueno!

Tres meses después de haber decorado el coche motor Sagua-Concha en titánicas jornadas que apenas se extendieron por quince días y donde se empleó una veintena de galones de pintura, Leisbel y sus bisoños colaboradores, están dispuestos a seguir trabajando, ya no albergan temor alguno. Las opiniones de la gente ya son menos negativas, aunque -para bien- perdura cierta polémica. La idea de socializar el arte, más allá de cualquier dogma pseudo socialista, los llena de entusiasmo. Aunque Leisbel Arias Fernández, algo reticente a las fotos y a la conversación (como casi todos los pintores) está seguro de que, si regresara al coche motor de Isabela, haría las cosas de otra forma. ¿Se trata de la común insatisfacción de los artistas? El tema bien serviría para otro viaje. Pero, a uno y otro lado del camino ya se aprecia la abundante vegetación de la Salina. El tren parece que corre sobre el agua, pues es eso lo que se ve muy cerca de la vía. Se avizora la parada final: Isabela, Concha, o el buen arte redentor, como usted desee.

martes, 22 de julio de 2008

CARTA ENVÍADA POR MARIO RODRÍGUEZ ALEMÁN AL PERIODISTA SAGÜERO TOMÁS AGUILERA HERNÁNDEZ.

Esta breve entrada pretende evocar a dos grandes de la cultura sagüera: uno fue conocido, incluso, fuera de Cuba. El otro, permaneció siempre en la tierra del sol amada, pero ambos fueron grandes amigos: Mario Rodríguez Alemán y Manino Aguilera Hernández. En una ocasión Manino conminó a Mario a regresar al terruño. A continuación reproduzco parte de la misiva firmada por el conocido ensayista y crítico de cine en los años ochenta:

Cómo olvidar Manino que tú me diste la mano para iniciarme en el periodismo y que gracias a dos o tres años de trabajos publicados en tu semanario Mensaje, y a las gestiones de su parte, se me concedió el título de periodista de la Escuela Márquez Sterling, en La Habana. Atendiendo a tu interés porque visite a Sagua, te diré que sí. Iré a Sagua como Federico García Lorca así lo hizo, pero no en un coche de aguas negras, sino remontando el largo río que divide en dos a la ciudad. Iré una vez más, para llegar a lo que más quise: al humilde hogar de mi padre y mi maestro, de mi madre –que sembró pureza en la vida, como la de aquellas azucenas del patio de la casa nativa, en maceo número 17.

A mí me duele –quiero confesártelo- que mientras otras localidades y provincias del país, me invitan a visitarlas y a ofrecerles charlas, conferencias y cine-debates, Sagua –mi pueblo- no me haya invitado. Te prometo aparecerme por allá en cuanto pueda; para volverme a ti figura histórica de Sagua- y reunirnos en algún lugar, hablar hasta que se me agote la respiración, contestar cuantas preguntas me hagan y –además- tener el placer de oírte, porque tú eres el maestro de las anécdotas y las improvisaciones. Recoge esta carta entre tus recuerdos para constancia de un verdadero amigo y discípulo tuyo que NO se avergüenza de querer soñar con el pueblo en que nació. Te quiere y te abraza tu amigo y discípulo, Mario.

Desafortunadamente, a Mario lo sorprendió la muerte unos meses después de hacer esta carta. No volvió a Sagua, pero quedó este hermoso testimonio de amor por el terruño y de amistad hacia nuestro querido Manino, fundador del periódico Mensaje.

domingo, 20 de julio de 2008

CAMAJUANÍ-SAGUA LA GRANDE: JUSTIFICADA NOSTALGIA POR EL SEÑORÍO FERROVIARIO


Al Fogonero Venegas


Había visitado el pueblo en otras ocasiones, pero esta vez me trazaría un itinerario más libre. Visitaría los lugares que seguramente no figurarían en las postales turísticas. Llegaría hasta la vieja estación, aquella de los tiempos infantiles a la que el tren arribaba en retroceso. Nunca entendí bien las razones. Incluso hoy, luego de hablar con no pocos viejos ferroviarios y con apasionados del camino de hierro como mi colega Ramírez Call, me cuesta trabajo reconstruir mentalmente un plano de este municipio villaclareño cubierto por un entramado de vías férreas.

En algunos sitios de Camajuaní, es posible descubrir el terraplén de la vía del otrora Ferrocarril de Sagua la Grande. Me llama la atención cómo existen cosas que se resisten a sucumbir ante la desidia o el acoso del tiempo, como si tuvieran la misión de esperar hasta que alguien cuente su historia. Eso experimento también ante el edificio con techo a dos aguas y tejas francesas de la vieja estación. Desde hace casi veinte años por allí no circule tren alguno, pero para Ramírez esta sigue siendo la ESTACIÓN. Lo otro, lo que está cerca del crucero de la carretera a Caibarién, no es más que un paradero.

La estación originaria tiene una privilegiada ubicación a pocas cuadras del parque. La rodea una explanada convertida hoy en plaza de recreo. Debió ser poderosa la empresa ferrocarrilera de Sagua para poseer tan amplio terreno. Sobre el color azul que antes cubría las paredes exhibe brochazos de cal, la que se la da a las edificaciones ruinosas. Una familia habita parte del local, pero el declive es apreciable. Los vitrales de las puertas han sido heridos por la piedra, el techo del andén amenaza con venirse abajo….¿Habrá que apurarse para escribir la historia?

Numerosas comunidades surgieron junto con las vías férreas: Jovellanos, Florida, Zaza del Medio….Ya hemos ofrecido pruebas de que fue este el caso de Camajuaní, en la provincia de Villa Clara, pero sí es cierto que tal y como sucedió también con Sagua la Grande el nuevo medio de transporte, facilitó el desarrollo de la comarca. En Camajuaní se unieron los ferrocarriles de Caibarién y la Villa del Undoso, y surgió una conexión ferroviaria aún vigente. Por cierto, el tren que cubre la ruta entre estas dos ciudades realiza el recorrido más largo de todo el país dentro una provincia, aproximadamente noventa kilómetros.

La enjundiosa Historia de la Villa de Sagua la Grande y su Jurisdicción de Antonio Miguel Alcover (Imprentas Unidas, Sagua la Grande, 1905) da cuenta de que en la penúltima década del siglo XIX un grupo de hombres de Camajuaní se entrevistó con el Señor Eugenio Moré, el Conde Moré (único habitante de Sagua que ha tenido semejante título) para propiciar que las paralelas de su compañía avanzarán veinticinco kilómetros al este de Encrucijada, cruzando los ríos Camajuaní y Sagua la Chica. Precisamente el puente sobre este último, inaugurado en 1890, causó la admiración de la prensa, que lo consideró uno de los más grandes bellos de la época en Cuba. La armazón de hierro, a la entrada de Vega Alta, permanece activa en la actualidad y, ciertamente, es uno de los primeros viaductos de ese tipo que se montaron en la Isla durante el siglo XIX.

Ya en pleno siglo veinte, una de las últimas grandes vías férreas construidas en Cuba, la Línea Norte de Cuba cruzó pocos kilómetros al sur de Camajuaní, estableciendo una pequeña estación en el sitio que se denominaría Crucero Tarafa, en alusión al magnate propietario de la empresa, que enlazó a Santa Clara con el próspero puerto de Nuevitas.

Son algunos de los principales elementos que dieron origen al nudo ferroviario que existió en esta tierra de valles y parrandas. En el presente las cosas han cambiado. Me pregunto si realmente hacía falta eliminar la línea que facilitaba el acceso a la vieja estación. La agroindustria azucarera para la cual fue creado el camino de hierro criollo transformó su derrotero. Costear la transportación de pasajeros en distancias medias o cortas es difícil; aunque confío en que crecerán las opciones para el viajero en Camajuaní, lo mismo con el tren de Sagua, con el de Caibarién, o Morón….Pero, qué sucederá con la vieja estación. La comparo con la de mi querida Villa del Undoso, activa pero igualmente desvencijada y entonces una sola razón aflora en la mente: Salvar estos edificios constituye un deber histórico. En ellos están las huellas de un devenir pueblerino, intrahistórico que este país, el único del Caribe que cuenta con ferrocarriles públicos, no debe eludir.

Isabela: razones de la supervivencia

“Como Atenas tuvo su Pireo, Sagua la Máxima tiene su Isabela, que su puerto todo el año, su balneario en la canícula”. Las palabras de Jorge Mañach me guían hasta la llave marítima de la Villa del Undoso. Llego en tren, que es la mejor manera de llegar, a menos que se disponga de barco para descender por el río en un curso de 32 kilómetros. Pero pensar en Isabela me remite en seguida a evocar la singular de dos sus personajes más apreciados: Adelfa Villar y Marino Rodríguez García; ella abogada, por mucho tiempo la única jueza del pueblo; él práctico del puerto. El buen juicio y la inteligencia guiando a las personas y los barcos. Ambos, figuras casi míticas de un pueblo que se resiste a ser borrado de la historia. Adelfa y Marino atesoran las más disímiles anécdotas, conocen como nadie sobre el devenir de Isabela.
Pero también en este momento debo recordar a esos otros personajes cuyos nombres ni siquiera han trascendido. A la mayoría sólo se les conoció por un mote: Hablo de los pescadores, de los estibadores del puerto, de los lobos de mar, de los tipos que no fueron salvados por la Virgen como Juan El Muerto y que por tanto ya casi no se mencionan. También a ellos Isabela les debe la supervivencia.
En la semana que termina la Aldea a Flor de Agua celebró su Semana de la Cultura, rescató el Festival de Interpretación Musical Iván Mata y acometió otras acciones con el propósito de congratular a pintoresca localidad con casi doscientos años de historia.

Yucayo (Fragmento)*


Por Jorge Mañach Robato


Las blancas calles, con las aceras tan altas que el arroyo lo es en realidad, y de hondo cauce; las casa utilitarias e intensamente verticales; las altas ventanas de reja, que descubren interiorares en penumbra. Por las noches, siempre hay una matrona fantasmagórica que se esboza, abanicándose, junto a ellas; y el comedor, al fondo, está siempre alumbrado, y hay en él una joven vestida de blanco que lee un gran tomo en octavo, acaso de Montepin.


Por algunos resquicios entre las casas y las lomas, se columbra el abra del Valle. Pero el Valle hay que verlo desde la Ermita, y según advierten, en las horas de luna mejor que en las horas de sol.
No sé qué decir a esto. Mi visión fue soleada visión, desde la ferretería insolente de un Ford, carretera arriba. Mas así debió contemplar Humboldt (salvo el Ford) el Valle inefable, y así creo que yo que es honrado elogiarlo. Mirar un paisaje o conversar con una mujer, a la luz de la luna, siempre predispone sentimentalmente y siempre es peligroso para el bien juicio. El elogio que así se haga del paisaje, merece tanta desconfianza como la declaración de amor que surja de aquel coloquio. A la luz del sol, racional y crítica, debe contemplarse el Valle; y ¿quién duda que ya así maravillan su infinita vastedad y su variedad y su multiplicidad? El Valle del Yumurí me parece “esencialmente” bello, porque su belleza persistiría aún si lo despojasen de sus palmas. Las palmas son otro peligro para el criterio, en lo que concierne al paisaje.
¡Y el Río! (Yo no he logrado el otro). ¡Y el mar tan verde, desde Versalles! ¡Y la sobria y ancha fachada de la Catedral! ¡Y la generosa franqueza de las gentes matanceras! ¡Y los espléndidos limpiabotas!...¡Salve Matanzas!


*Tomado del libro "Glosario", S. E. La Habana, 1925