domingo, 30 de noviembre de 2008

La huella de viejos establecimientos comerciales en Sagua la Grande


A Lázaro Sarmiento (Buena suerte viviendo) estos humildes anuncios le hacían imaginar tiempos no vividos. Son rótulos hechos para ser pisados, que también en las aceras de Sagua la Grande desafían a la nostalgia y perduran, a veces, como el único vestigio de capítulos nada desdeñables por la memoria de lo pueblos. Valga la inspiración del colega para presentarle algunos de los carteles acentados en la Villa del Undoso.Sería difícil hacer referencia al hotel Telégrafo y ubicarlo en la calle Céspedes (donde hoy radica el Partido Comunista de Cuba) si no fuera por la inscripción que recuerda a la principal instalación hotelera que existió en Sagua durante el siglo XIX. Hace casi cien años que el hotel se trasladó a otro enclave, pero todavía pueden distinguirse estas letras.

Antes que se generalizara el uso del granito en las aceras, eran comunes las inscripciones en rojo. Debe tener por lo menos un siglo esta, que se distingue muy bien en la esquina de las calles Céspedes y Maceo, frente a la tienda "La isla de Cuba". Aunque me resulta imposible precisar qué significado tienen ambas letras.

No entiendo por qué un día el nombre de este conocido establecimiento en la intersección de las calles Maceo y Calixto García, perdió el nombre de "La aplanadora".

De todos los establecimientos cuyo anunció fotografié, la tienda "La Sirena", hoy de la cadena CIMEX, es la única que conserva el nombre original.

jueves, 27 de noviembre de 2008

A propósito del concurso organizado por la UNEAC de Villa Clara

El mismo caracol, pero con distinto collar.
El autor junto a Alexei Ruiz, periodista y realizador también premiado en el "Sancta Mareare"


El nombre de Sancta Mareare identifica a una especie de caracolillo exclusivo de la cayería Villaclareña. Hace tiempo artistas de filial de cine, radio y televisión de la UNEAC en provincia más central de Cuba se propusieron marcar diferencias al bautizar con ese nombre a un concurso que nació como alternativa al Caracol organizado en La Habana.

La iniciativa no constituye una necesidad provinciana de reconocimiento. En todo caso pudiera pensarse que se trata de un contestatario modo de crecernos ante una capital que se abroga el derecho de trazar pautas en lo que a la realización radial, televisiva y cinematográfica se refiere.

Pese a los tradicionales esfuerzos del estado cubano por dotar al arte de un alcance comunitario, resulta difícil evitar que La Habana extienda su mirada más acá del túnel. Puede hablarse de creadores que lejos de la capital han hilvanado una obra conocida internacionalmente, pero habría que ver cuánto esfuerzo les ha costado.

En la capital se encuentra nuestra principal entidad productora de películas, todas las radioemisoras de alcance nacional se hallan cerca de La Rampa, prácticamente ningún programa dramatizado se rueda lejos del Malecón, la mayoría de los estudios artísticos de nivel superior tienen asiento en predios habaneros.

En lo que respecta al concurso Caracol, al realizado por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en su casona del Vedado; salvo contadas excepciones, los premiados viven o laboran en la capital.

No es mi intención cuestionar la pericia o las intenciones del jurado, pero resulta evidente la apatía que le profesan a las obras de artistas no capitalinos. En el caso de la radio; un medio que afortunadamente no precisa de tantos recursos para propiciar la buena culminación de un proyecto, pueden citarse ejemplos de obras, tanto musicales como informativas o dramatizadas que en los festivales nacionales de ideados por el ICRT ha superado con creces y de manera reiterada a cualquier realización “Made in Habana”.

De tal manera el Caracol de Villa Clara, el “Sancta Mareare” se ha convertido en un espacio de confrontación atractivo para creadores de todo el país, sin excluir a los de la capital.

El cine aficionado, que forma parte -como diría el crítico camagüeyano Juan Antonio García Borrero- del “cine cubano sumergido” halla justas valoraciones en la cita que se organiza cada noviembre en Caibarién. La televisión provincial y municipal, cada vez más presente en el espectro de señales, también tiene su foro en estos encuentros. Pero no piense el lector que el chovinismo desmedido de quienes tradicionalmente carecen de reconocimiento, pulula en los debates.

La necesidad de hacer mejor un arte y de contar con los recursos humanos y técnicos necesarios para ello, es un constante en “Sancta Mareare”. Incluso, la audacia de los trabajos en concurso suele ser motivo de enriquecedoras discusiones, como sucedió esta vez con el programa para jóvenes “Andando”, de la televisión espirituana, que abordó las relaciones sexuales entre tres personas, un fenómeno cada vez menos extraño en Cuba.

El Caracol de Villa Clara distingue cada año a creadores de larga trayectoria en la radio con el premio Roberto Rodríguez Frenes; tributo a alguien que sin haber figurado nunca en la nómina de artistas de la CMHW, fue el gran benefactor de la radio villaclareña, un directivos que abandonó la oficina para echar su suerte al lado de los que dan la cara al micrófono. Esta vez fueron tres los homenajeados, todos de la W: Ana Menéndez, asesora de la programación dramatizada; el destacado narrador y comentarista deportivo Héctor Alomá y el popular locutor Víctor Manuel Menéndez.

También los jóvenes reciben un galardón. En un justificado interés de la UNEAC por ganar protagonismo entre quienes ya marcan pautas en la creación radial, desde hace tres años se entrega el “Manolín Álvarez Álvarez”, que evoca a uno de los pioneros de la radiodifusión en Cuba, hijo ilustre de Caibarién.

Y no porque este comentarista se halla ido con un premio “Manolín Álvarez” a casa se siente comprometido a elogiar el “Sancta Mareare”. Es oportuno sugerir a la filial de cine, radio y televisión que valore la posible nominación de artistas no residentes en Villa Clara para futuras candidaturas de estos reconocimientos. Ello contribuiría a acrecentar el carácter inclusivo de una cita genuinamente nacional. Pudiera tenerse en cuenta la obra de quienes frecuentemente han sido premiados en el propio evento.

A pesar de los retos que también a la cultura han impuesto los huracanes, de las distancias y los lógicos escollos que suelen asumir los organizadores, una vez más hubo “Sancta Mareare” en Caibarién. Es endémico el caracol de Villa Clara, pero deberá perdurar como parte de una diversidad aclamadas por los artista de la radio, el cine, y la televisión que necesitamos encontrarnos. Valdrá la pena que este caracol con diferente collar nos convoque también en 2009.

martes, 18 de noviembre de 2008

Cuba atesora importante patrimonio ferroviario

-Locomotora de vapor en el torna vía de los centenarios talleres de Sagua la Grande.

El 19 de noviembre de 1837 ocurrió un hecho trascendental en la historia latinoamericana: la puesta en marcha del primer tren. Cuba fue el séptimo país del mundo que dispuso de ese medio de transporte.
No constituía interés de la Metrópoli española el desarrollo de sus colonias. Pero el hecho de que el camino de hierro se expandiera por nuestros predios antes que por la península tiene que ver únicamente con el interés de los empresarios azucareros por poseer un medio de transporte adecuado para sus materias primas y sus producciones.

El fértil de Valle de Güines, en la actual provincia de La Habana logró costear los gastos de lo que fuera nuestra primera empresa ferroviaria. Las tierras al sur del puerto habanero era altamente productivas. No faltó el dinero para construir las paralelas en otros sitios. Las regiones de Matanzas, Cárdenas, Cienfuegos y Sagua la Grande, llegaron a poseer solventes empresas.

Si se aborda con frecuencia la impronta azucarera en el desarrollo socio-económico de Cuba, no puede ignorarse la vinculación del ferrocarril con la producción del dulce. El nuestro es un pueblo esencialmente ferroviario. Numerosos asentamientos nacieron con el ferrocarril. En la actualidad existen más de diez kilómetros de vías a lo largo y ancho de la isla.

El patrimonio ferroviario incluye hoy cientos de importantes edificaciones, entre talleres, equipos y estaciones. En el caso particular de Sagua la Grande, resultaría imposible contar la historia sin aludir al camino de hierro. Como suelen decir los viejos ferroviarios, la gente aquí solía ajustar sus relojes con la sirena de la “empresa”, como llaman a los ferrotalleres. Hasta el escudo de la ciudad exhibe una locomotora como símbolo de progreso al lado del río. La vieja estación constituye una joya de la arquitectónica.

Hablar del ferrocarril nos remite, esencialmente, a pensar en la laboriosidad y disciplina de sus trabajadores. Los sagüeros que hemos tenido la oportunidad de conocer personalmente a hombres como el viejo maquinista Tomás Angelino Rivera, podemos dar testimonio del amor que ha caracterizado a los ferroviarios. Tanto ese amor, como el patrimonio material asociado al ferrocarril deben perdurar porque están vinculados a las esencias mismas de la cultura y la sociedad cubanas.

domingo, 16 de noviembre de 2008

UN MUTT EN LA CASA BLANCA

Barak junto a su abuela Sarah Obama, durante una visita a Kenia hace dos años

"Mutt" es un término que muchas personas angloparlantes consideran ofensivo. Aplicado a perros, se refiere a uno de raza indefinida, pero tratándose de personas, podría traducirse como "mestizo" o "mulato".

El hecho de que, al comentar hace poco que busca un perro para que juegue con sus hijas una vez que se instale en la Casa Blanca y aclarar que desea un can sin raza, “mutt” como él mismo, Barack Obama puso el dedo sobre una llaga dolorosamente sangrantes de la sociedad estadounidense.

Hace décadas que a los negros norteamericanos no les niegan derechos tan elementales como ocupar el asiento que deseen en un ómnibus, pero el racismo sigue estando a la orden del día en tierra de Martin Luther Kin.

Algunos analistas se preguntan con suspicacia cuántas veces más durante los próximos cuatro años Obama volverá a tocar el asunto de las razas. Más que hablar de esto o aquello, el joven político tendrá sobre todo, mucho que hacer.

Todos saben que la madre del presidente electo era blanca y su padre, un negro de Kenia. Obama parece sentirse bastante cómodo hablando de su mezclada raza. Sin embargo, nadie cree que iniciará una cruzada sobre los derechos de los negros desde la Oficina Oval. Durante su campaña electoral, hizo escasas menciones al color de su piel. Actuó con habilidad. Prefirió un discurso de inclusión, no de exclusión. La economía constituyó su caballo de batalla.

Y hoy millones de norteamericanos sin raza y con ella, porque tampoco debemos desestimar el aporte monetario de importantes empresarios a una campaña donde la salvaguarda de la economía constituyó interés fundamental…millones de norteamericanos aguardan porque sus problemas económicos se resuelvan. Por eso se preocupa ya el futuro presidente. Imagino que le quedará muy poco tiempo para sus hijas.
En cuanto a la política exterior, los proyectos aún no están muy claros. Obama habla de sacar a los soldados de Iraq, pero contempla llevar más para Afganistán. Los escépticos vaticinan que, en este caso pudiéramos tener el mismo perro con diferente collar.

Aunque es fácil asegura al mundo le irá mucho mejor sin un Bush como emperador universal. Al decir de varios expertos, aristas peliagudas de diplomacia norteamericana como el “Caso Cuba” pudieran experimentar cambios con la nueva administración.

El tiempo -reitero- tendrá la última palabra. El nombre de Barak Obama ya está inscrito en la historia. Es el primer “mutt” electo presidente en la nación más poderosa de la tierra. Pero los problemas que enfrenta el mundo de hoy son aún más trascendentales. Ya no se trata sólo de los derechos de negros o blancos. No será un asunto de razas lo que deba quitar el sueño a Obama. Sino la supervivencia misma de la especie humana.

viernes, 14 de noviembre de 2008

La jungla de Cocosolo

No pocos elementos del imaginario de Lam pueden hallarse en el paisaje de Cocosolo
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En su noble afán de crecer, Sagua la Grande se hizo de Cocosolo. Y construyó un puente de pétrea estructura y una alameda. Los más soñadores esperaban que un día la calle Colón llegar hasta la costa siguiendo el curso del río. Hacer la ciudad era palabra de orden para hombres como Joaquín Fernández Casariego.
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La alameda no se prolongó más allá del rastro de ganado, menos de kilómetro. Pero Cocosolo de quedó. Las leyendas afloran en los tablones de las viejas casas de portal. Aquí se sabe cómo cantarle a Changó mejor que en cualquier otra parte. Persiste la huella de un Wifredo Lam niño haciéndole maldades a Ma Antoñica Wilson.

Más allá del puente Príncipe Alfonso me invitan al relato. Los orígenes de la populosa barriada están asociados incluso a escaramuzas piráticas, aunque ello no está comprobado. Tampoco es seguro que esta populosa barriada deba se nombre a un solitario cocotero que se alzaba cerca del río.

Sí es cierto que Cocosolo se fomentó en 1852, luego que Casariego facilitara el acceso al lugar con la construcción de una alameda en la calle Colón y del puente Príncipe Alfonso sobre el arroyo de la Carolina o de la Tenería. El puente subsiste, aunque hoy no se habla de la Carolina, sino sencillamente del “Estero”. La alameda y sus laureles tuvieron menos suerte..
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Cocosolo es resultado del rápido crecimiento experimentado por la Villa del Undoso en la segunda mitad del siglo XIX. Aunque fue un barrio más bien de familias humildes, incluso de antiguos esclavos. Allí vivió Ma Antoñica Wilson, personaje de gran relevancia en la religión afrocubana vinculado al pintor Wifredo Lam. Como Pueblo Nuevo, San Juan o Villa Alegre, Cocosolo acoge a gran cantidad de seguidores de los cultos afrocubanos. La fundación del Cabildo de Santa Bárbara en ese barrio data de 1860.

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De acuerdo con la investigadora argentina Silvina Testa, autora del libro “Como una memoria que dura”, la propia Antoñica Wilson y Félix Laserie estuvieron entre los fundadores.
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Según los testimonios incluidos por la misma autora en su libro, la fiesta del cabildo, el cuatro de diciembre, solía recibir visitantes de sitios tan lejanos como Camagüey y se le tocaba a Changó durante tres días. Los tamboreros eran los mismos de Pueblo Nuevo. Los toques de Pedro Samá, Tiburcio y Arenas son recordados todavía hoy en Cocosolo, la barriada situada al norte de Sagua la Grande.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Un barco fantasma en Isabela de Sagua


Las historias de buques fantasmas son tan viejas como la vida misma. También Isabela de Sagua tiene las suyas. No es antiguo el puerto de la Villa del Undoso; pero vale consignar que en 1876, pocas décadas después de su apertura al tráfico internacional, llegó a tener anclados en los muelles cerca de una treintena de barcos. De ahí que proliferen las historias interesantes asociadas a los buques.

Quizá la palabra “fantasma” no sea la más apropiada para denominar al Nikolis, porque su maltratada estructura está ahí; puede observarse desde la costa, especialmente en días claros y cuando las aguas están tranquilas. Pero sus avatares ya son casi legendarios... ¿Desde cuándo Isabela se convirtió en su sitio de descanso eterno?

Marino Rodríguez, por muchos años práctico principal del puerto, recuerda muy bien los hechos. Él mismo ayudó a trasladar al barco hasta su enclave actual próximo a los Cayos de la Enfermería.

El mercante, que navegó con bandera griega, llegó averiado a la rada después de una larga travesía, en 1967. Los propietarios comprendieron que resultaría más económico abandonarlo y la tripulación regresó por otros medios a su país de origen. Marino rememora que, luego de algunos años de estudios, se decidió alejar al buque de los muelles.

El “Nikolis” tuvo muchos nombres, pero originalmente se le llamó “Liberty”. Fue construido durante los años cuarenta en los Estados Unidos, a partir de un diseño muy económico, con el propósito de sustituir a los tantos barcos que se perdían en medio de la Segunda Guerra Mundial. De ahí que los fabricantes sólo garantizaran para ellos cinco años de vida útil. Sin embargo, este -que tuvo varios dueños y en sus últimos años navegó con bandera griega- sobrepasó esa cifra, hasta que colapsó en las aguas de nuestro puerto.

Constituye una curiosidad histórica que subsista en algún punto del planeta un buque de ese modelo. Aunque no estará a flote por mucho tiempo... El deterioro de la estructura propiciará que las aguas del litoral en Isabela terminen tragándose al Nikolis. Entonces, con razón, se hablará de él como de un barco fantasma.

viernes, 7 de noviembre de 2008

ESTATUA DE JOAQUÍN DE ALBARRÁN EN SAGUA LA GRANDE

Recuerdo la escena de una película cubana donde uno de los protagonistas, con el orgullo demasiado subido a la cabeza, se imagina pétreo sobre un pedestal. Yo jamás soñaría con un reconocimiento tal…No me parece edificante estar a la intemperie tanto tiempo… Las grandes personalidades no tuvieron tiempo para referirse al asunto.

Curiosamente, Joaquín Albarrán conoció el monumento que el pueblo de Sagua la Grande develó para rendirle homenaje en el 1910. Por la cara frontal del pedestal puede leerse: “A Joaquín Albarrán, hijo predilecto de Sagua. Este monumento es un tributo pagado en vida al talento, a la virtud y al patriotismo”·

El urólogo no volvió a la ciudad natal, pero entregó a su colega Tomás Hernández una carta donde expresa: “Si el nivel de mi fama como clínico, ha alcanzado nombradía, muy lejos estaba de mí tal propósito. Solamente me guió el afán de ser útil a la humanidad para aliviar los males del riñón”. Al final de la misiva, reconoce llevar a Sagua prendida en su corazón y era cierto: Poco antes de morir víctima de la tuberculosis en Arcachón, Francia; dispuso que todos sus trofeos y distinciones, fueran enviados al ayuntamiento de esta Sagua. Hoy forman parte de los fondos del Museo Municipal José Luís Robau.

Tuve que esperar unos cuantos años para conocer quién era el hombre de piedra con el que me topaba cada domingo antes de despedir a mi hermana en su viaje a la beca. ¿Estará generalizada la indeferencia entre los habitantes de mi pueblo? Las estatuas casi nunca se salvan de ser observadas con frialdad. Emplazadas en lo alto, nos observan; pero a ratos parecen más bien indiferentes. Artistas de la modernidad, percatados de ello, han subvertido ciertos colocando estatuas de tamaño natural en las calles y los parques.

Sin embargo, no puedo dejar de sentir orgullo por esta imagen de Albarrán que señala a la multitud, no sé para advertirnos de algo o sencillamente para bendecir a los coterráneos que decidieron homenajearlo.

El escultor Vilalta de Saavedra no dejó ninguna otra obra fuera de La Habana. Ceñido a los cánones del neoclasicismo, ideó para el centro histórico capitalino las figuras de Francisco de Albear y José Martí. En tanto, en la tumba más visitada del cementerio de Colón: la de La Milagrosa, perdura la huella de su cincel. La estatua de Albarrán en Sagua la Grande, esculpida en límpido mármol de Carrara, fue idea de intelectuales locales, entre los que sobresalió Antonio Miguel Alcover.

Joaquín Albarrán y Domínguez, nacido hace 148 años en la casa marcada con el número 241, en la Calle Real de Colón, fue considerado el urólogo más importante del siglo XIX. En tiempos en que afecciones como insuficiencia renal eran prácticamente irreversibles, sus geniales descubrimientos, sus acertadas innovaciones y sus lúcidos conceptos, orientaron a la urología por modernos derroteros.

Acerca de sus sentimientos patrióticos no existen dudas. Colaboró con la lucha independentista y envió donaciones de dinero a Sagua, cuando las crecidas del río azolaron la ciudad. En el año 1889, por razones estrictamente profesionales, el Sabio se vio forzado a adoptar la ciudadanía francesa. Entonces estampó en el periódico habanero “El Fígaro” las palabras que luego también figurarían en el monumento de Vilalta de Saavedra:

“Si los azares de la vida me han hecho adoptar por patria a la grande nación francesa, nunca olvido que soy cubano y que siempre tenderán mis esfuerzos a hacerme digno de la patria en que nací”.