lunes, 30 de noviembre de 2009

Conservan artistas del audiovisual de Villa Clara endémico "caracol"

Alexander Jiménez, al centro, acompañado de los locutores Franklyn Reynoso y Alfredo Iturria

Alguna vez han aflorado en mí prejuicios por los periodistas. No es que les reste importancia. Todo lo contrario. Aprecio su noble profesión. Pero la rutina y el intrusismo profesional se han enseñoreado en las redacciones, fundamentalmente en las de los órganos provinciales y municipales. Un auténtico practicante del radio periodismo podrá aspirar con toda dignidad a ser considerado un artista. Muchos recuerdan la historia de una radio más “romántica”, donde todos hacían de todo, porque sólo tenían acceso a los micrófonos los verdaderos talentos.
La más reciente edición del concurso Santa Mareare, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) en Villa Clara, legitimó el talento de un informativista que, poco a poco, con discreción, pero de modo certero, se ha abierto paso por los caminos de la realización radial. Hablo de Alexander Jiménez, quien junto al director de radio y televisión sagüero Yoel Rivero, obtuvo el Premio Manolín Álvarez Álvarez, otorgado por la UNEAC a jóvenes realizadores.
Alexander se inició como reportero en la emisora provincial de Villa Clara en los años noventa y, sin abandonar nunca el periodismo, se involucró en la dirección de diversos espacios, fundamentalmente informativos. Actualmente tiene a su cargo, entre otros, la emblemática Radiorevista W. (P) También está al frente de la redacción digital de esa plnata. En tanto Rivero Marín dedica sus principales afanes al telecentro municipal de Sagua la Grande, pero no ha dejado de colaborar con la radio, a la cual todavía entrega programas especiales y documentales.
Existen varios concursos alternativos del conocido Caracol, que organiza la Asociación de cine, radio y televisión de la UNEAC en la capital. Entre los certámenes de este tipo que han sobrevivido se encuentran los de Santiago de Cuba y Villa Clara. El del centro tiene una singularidad: No se denomina “Premio Caracol”, como en La Habana, u Oriente. Adoptó el de “Santa Mareare”, que es el nombre de una hermosa especie endémica del cayo del mismo nombre, al noroeste de Caibarién.
El “Santa Mareare”, cuya edición 16 tuvo efecto el pasado fin de semana en sus predios habituales de la Villa Blanca, reunió a creadores audiovisuales de ocho provincias y –como es usual- motivó el debate sobre diversos temas que nos preocupan en la radio y la televisión, como la importancia del trabajo de los guionistas y la locución.
Fue muy emotivo un encuentro “entre amigos”, donde los participantes evocaron al destacado radialista sagüero y fundador de este evento, Luís Agesta Hernández, fallecido hace unos meses.
El “Santa Mareare”, clausurado el sábado en el cine-teatro “América”, de Caibarién otorgó por primera vez el Premio Agesta a la Maestría Creadora. Atendiendo a la calidad del conjunto de obras presentadas al certamen, los miembros de los diversos jurados, resolvieron otorgar tal distinción al locutor de la CMHW Samuel Urquía. También por primera vez se entregó el Premio “Cubanicay”, para artistas de la televisión que han dedicado su vida a ese medio. Recayó en el realizador de Tele Cubanacán José Alberto Hernández Pacheco. En tanto, el ya tradicional galardón Roberto Rodríguez Frénez”, para creadores de la radio, rindió tributo al locutor Aramís González y al realizador de sonido Ventura Román, ambos de la Reina Radial del Centro.
Los sagüeros vinieron a casa varios premios en el concurso: Alexei Ruiz fue el mejor guionista de programas informativos gracias al noticiero “Noticias 16” y Adrián Quintero se alzó con el lauro de Mejor director de programas culturales por el radiodocumental “Vivir y sufrir por la radio”, realizado en conmemoración del aniversario 26 de Radio Sagua en abril pasado.
Una vez alzamos la voz a favor de la permanencia de este tipo de eventos, como imprescindible foro para el debate y la estimulación de los creadores de la radio, la televisión y el cine. Será el mejor homenaje que podamos tributar a nuestro entrañable colega Luís Agesta.