lunes, 28 de marzo de 2011

La jungla de Cocosolo


En su noble afán de crecer, Sagua la Grande se hizo de Cocosolo. Y construyó un puente de pétrea estructura y una alameda. Los más soñadores esperaban que un día la calle Colón llegar hasta la costa siguiendo el curso del río. Hacer la ciudad era palabra de orden para hombres como Joaquín Fernández Casariego.

La alameda no se prolongó más allá del rastro de ganado, menos de kilómetro. Pero Cocosolo de quedó. Las leyendas afloran en los tablones de las viejas casas de portal. Aquí se sabe cómo cantarle a Changó mejor que en cualquier otra parte. Persiste la huella de un Wifredo Lam niño haciéndole maldades a Ma Antoñica Wilson.

Más allá del puente Príncipe Alfonso me invitan al relato. Los orígenes de la populosa barriada están asociados incluso a escaramuzas piráticas, aunque ello no está comprobado. Tampoco es seguro que esta populosa barriada deba se nombre a un solitario cocotero que se alzaba cerca del río.

Sí es cierto que Cocosolo se fomentó en 1852, luego que Casariego facilitara el acceso al lugar con la construcción de una alameda en la calle Colón y del puente Príncipe Alfonso sobre el arroyo de la Carolina o de la Tenería. El puente subsiste, aunque hoy no se habla de la Carolina, sino sencillamente del “Estero”. La alameda y sus laureles tuvieron menos suerte..

Cocosolo es resultado del rápido crecimiento experimentado por la Villa del Undoso en la segunda mitad del siglo XIX. Aunque fue un barrio más bien de familias humildes, incluso de antiguos esclavos. Allí vivió Ma Antoñica Wilson, personaje de gran relevancia en la religión afrocubana vinculado al pintor Wifredo Lam. Como Pueblo Nuevo, San Juan o Villa Alegre, Cocosolo acoge a gran cantidad de seguidores de los cultos afrocubanos. La fundación del Cabildo de Santa Bárbara en ese barrio data de 1860.

De acuerdo con la investigadora argentina Silvina Testa, autora del libro “Como una memoria que dura”, la propia Antoñica Wilson y Félix Laserie estuvieron entre los fundadores.

Según los testimonios incluidos por la misma autora en su libro, la fiesta del cabildo, el cuatro de diciembre, solía recibir visitantes de sitios tan lejanos como Camagüey y se le tocaba a Changó durante tres días. Los tamboreros eran los mismos de Pueblo Nuevo. Los toques de Pedro Samá, Tiburcio y Arenas son recordados todavía hoy en Cocosolo, la barriada situada al norte de Sagua la Grande.