lunes, 20 de junio de 2011

Los medios son heterosexistas


En una calle de Quito escribieron un graffiti con esta frase:

Ser homosexual es cosa de hombres


Soportar la discriminación por orientación sexual es una tarea que requiere de tanto valor como paciencia. La homofobia sigue siendo uno de los prejuicios más incrustados en la mentalidad de la gente, incluso de personas que han estudiado y deberían conocer de sicología y biología.


El teórico José Ignacio López Vigil, sostiene en su libro Ciudadana radio que los medios de comunicación debe servir a todos los seres humanos, respetando sus diferencias, y cita como ejemplo interesante el del radialista Aníbal Martínez, quien mantiene un programa en Radio Universidad de Managua. Él es homosexual y no tiene ningún reparo en manifestarlo. Recibe múltiples llamadas de lesbianas y gays en su espacio nocturno. También, de bisexuales y transexuales. Y Aníbal los atiende toda la naturalidad del mundo. Les da consejos para prevenir enfermedades sexuales. Y los saca al aire —que es una manera de salir del closet— para que cuenten sus amores y sus temores.


Si se analiza la historia de la radio, la televisión, el cine; los medios audiovisuales en su conjunto, es posible trazar un interesante mapa de los enfoques de géneros. Este abarcaría desde las célebres radionovelas de Félix Benjamín Caignet, pasando por películas de rumberas y exótica tropicalidad, hasta “Fresa y chocolate” y más recientemente, “Boleto al paraíso”.


Los medios son en extremo machistas y heterosexuales. Conozco a un joven comunicador que fue desaprobado durante una evaluación de locutores porque los expertos consideraron su voz “atiplada”. Se trata de una manera muy “elegante” se expresar que se le escapaban algunas plumas frente al micrófono. Escucho diariamente a numerosos locutores y locutoras (por favor, no me soliciten que los nombre aquí) que son homosexuales; sin embargo, pero tienen la suerte de que voces se correspondan con los patrones de masculinidad y femineidad más acendrados. Están –incluso- los que engolan o se valen de algún ardid técnico para sonar más “fuertecitos”.


No importa si usted posee carisma, cultura y conocimientos técnicos para estar frente al micrófono. Debe hablar con voz de hombre o de mujer, según su sexo biológico. ¡Quién pudiera imaginar a un periodista de la Revolución en la Mesa Redonda o del Noticiero Nacional de Televisión con rasgos de evidente amaneramiento!


Si bien en Internet es fácil encontrar detalles sobre el concierto ofrecido por Sara González y otros trovadores en el marco de la más reciente campaña contra la homofobia, ninguna página cultural en la prensa ofreció la noticia. Pero la aparición de artículos o informaciones sobre estos temas no debe limitarse a hechos conmemorativos. Debe constituir parte de la continuidad de los medios, al igual la lucha en contra de la violencia o la discriminación racial.


Nuestros medios precisan construir su discurso desde la diversidad. No sé si habría que seguir a pie juntillas el ejemplo nicaragüense antes enunciado. Es cierto que la sexualidad está vinculada a la intimidad de las personas. Todo el mundo no tiene por qué orquestar un show sobre su salida del closet al estilo Ricky Martín. Pero no resulta un escándalo que nuestros artistas HETEROSEXUALES favoritos cuenten algo sobre su familia, su esposo, o su esposa, en programas de entrevistas al estilo de “Con dos que se quieran”. En cambio, no sucede lo mismo con los homosexuales. El propio conductor de ese espacio hizo se encargó de hacer públicamente esa observación.


Entonces concluimos que sí pudiera haber espacios centrados aristas de la diversidad sexual. No sugiero que se institucionalice un getho gay radial o televisivo. Mucho menos, que se norme por decreto el abordaje de estas temáticas. Pero sí precisamos de comunicadores más honestos, valientes y mejor informados. De la misma forma que también será importante que surjan del seno de la sociedad civil cubana, personas que por su ascendencia en el mundo de la cultura, el deporte, la política u otros aspectos, legitimen la lucha a favor de la diversidad sexual.


Todavía los medios pueden crecer en aras, más que de contribuir a dictar modelos de vida y formas de pensar, a suscitar que el espectador sea capaz de pensar y observar con inteligencia todo el colorido que ofrece el mundo si de enfoque de géneros se trata. Nuestros productos comunicativos pueden ganar en sistematicidad y calidad. Constituye una realidad que la preparación y el conocimiento de nuestros artistas para abordar aspectos relacionados con el enfoque de géneros y con el estudio de las masculinidades, es escaso. Muchas veces nuestras campañas se limitan a abordar aspectos puntuales vinculados al combate de las ITS/sida y solo son capaces de sugerir el uso del condón.


Los estudios sobre masculinidades merecen ocupar mayor espacio en los medios. Deben comprenderse las múltiples aristas que esta construcción histórico-social representa y en qué medida su adecuado conocimiento puede a contribuir a remodelar las políticas de programación e información. Pienso, a título personal, que si bien tales estudios trazan un sendero adecuado para contribuir a detener el avance del VIH y otras infecciones, la promoción de salud no tiene por qué convertirse en elemento catalizador de proyectos encaminados a abordar a aspectos vinculados al enfoque de género o la diversidad sexual.


Tengo la impresión de que resulta mucho más fácil convencer a productores y directivos para que aprueben una telenovela si esta combina sida con homosexualidad. En tal sentido, se recuerda aquella serie en que en un hombre homosexual fue calificado por muchos espectadores como un destructor de las vidas ajenas. Tras su aparición en la trama, “desbarató” el matrimonio de otro personaje y, por si fuera poco, lo contagió con el virus del sida.


Elogio que el Primer Simposio Internacional sobre Masculinidades haya dejado una brecha para la creación audiovisual. Esta, lejos de desentonar con las investigaciones de corte sociológico o científico, contribuye a hacer más complejo un evento que pretende rebasar el frío espacio de una sala de convenciones para dignificar al prójimo.


Un mundo mejor es posible si logramos garantizar igualdad de derechos para los seres humanos, independientemente de cual sea su sexo, preferencia sexual, u otros múltiples aspectos. Como dijera certero nuestro compatriota López Vigil, vale la pena repasar las discriminaciones que son el pan amargo de cada día para la mayoría de los seres humanos; e imaginar, desde nuestra práctica de comunicadores, cómo podemos contribuir a superarlas. Empecemos…¡ya!

viernes, 17 de junio de 2011

Una brecha para el audiovisual en Simposio de Masculinidades


Hablar de enfoque de géneros no es extraño en la sociedad contemporánea. Un mundo mejor es posible si logramos garantizar igualdad de derechos para los seres humanos, independientemente de cual sea su sexo, preferencia sexual, u otros aspectos.

Si se analiza el devenir de la radio, la televisión, el cine; los medios audiovisuales en su conjunto, es posible trazar un mapa de los enfoques de géneros. Pudiera abarcar desde las célebres telenovelas de Félix Benjamín Caignet, pasando por las películas de rumberas y exótica tropicalidad, hasta “Fresa y chocolate” y más recientemente, “Boleto al paraíso”.

Pero todavía los medios pueden hacer mucho más en aras de contribuir, más que a dictar modelos de vida, a suscitar la observación inteligente de todo el colorido que ofrece el mundo si de enfoque de géneros se trata. De tal manera puede ser útil para los comunicadores el Primer Simposio Internacional sobre Masculinidades, organizado por el Centro Nacional de Educación Sexual y la Universidad de Oriente.

Me parece una novedad en estos cónclaves la inserción de obras audiovisuales y de guiones que aborden aspectos vinculados al principal propuesto por los organizadores.

Consigna la convocatoria del Simposio que la fuerza de la masculinidad hegemónica y el carácter predominantemente heterosexista se convierten en la fuente principal de la vulnerabilidad de los hombres, constituyéndose una barrera que se interpone entre estos y la incorporación de conductas que conlleven a una mejor calidad de vida.

En Cuba, los medios de difusión no ignoran esta realidad, pero nuestros productos carecen de la sistematicidad y calidad que pudieran alcanzar. Y lo que más importante: la preparación y el conocimiento de nuestros artistas para abordar aspectos relacionados con el enfoque de géneros y con el estudio de las masculinidades, es escaso.

Generalmente nuestro trabajo se limita a combatir determinadas actitudes ya en un estadio final, sin percatarnos de que la educación sexual misma empieza en la cuna…De ahí que nuestros mensajes deban ser más abarcadores y coherentes.

No debemos conformarnos con cuñas donde se promueva el uso del condón, o –sencillamente- se recuerde que debemos protegernos del sida. La realidad ofrece múltiples aristas de una realidad que los medios no pueden aspirar a borrar de un plumazo. En todo caso, podemos ayudar a plantar la semilla del cambio en la mente de los espectadores. Y eso, solo si somos capaces de idear propuestas valiosas.