Se extrañará el lector al encontrar el título de la entrada, pues suelen ser muy sagüeros nuestros afanes. Mas existen puntos de contactos entre Sagua la Grande y Gibara. La vida de ambas ciudades ha estado marcada por la impronta marinera -aún cuando la primera sea un puerto fluvial distante por tierra quince kilómetros de la costa. Tanto la ciudad oriental, como la del centro fueron fundadas en los primeros años del siglo XIX. Gibara en 1817, Sagua un lustro antes. Las dos villas son norteñas. El neo clásico distingue sus arquitecturas.....
Si tales coincidiencias parecieran pocas al lector, agrego un elemento irrebatible. Quien escribe es sagüero. Como hace casi un siglo, sigo a Jorge Mañach. Dudo que en su peregrinaje mi coterráneo haya visitado esta región. Ni Carretera Central había para llegar al Hato de Holguín. Hubiera sido muy irónico el ensayista al referirse a la (sólo hoy) próspera urbe oriental. Y de Gibara....¡ni hablar! Hubo acá años de espledor, pero pocos. Su historia termina antes de 1930. Pero gracias a esa circunstancia hoy se muestra encantadora...Cuando Morón y otras localidades crecían animadas por el azúcar y el ferrocarril, Gibara languidecía...Ni siquiera logró preservar su camino de hierro....
De estar aquí hoy, Mañach seguramente la describiría quieta, apasible, melancólica....tiernamente cálida...
Tal vez así la reciban los participantes en el Sexto Festival Internacional de Cine Pobre, irónicamente nombrado por su artífice principal: el director Humberto Solás. Festival para propiciar el abrazo de artistas del mundo entero unidos en el empeño de hacer películas ajenas a los códigos de los grandes medios (entiéndase también los medios maniatados por políticas anti culturales)
Estamos en Gibara, conectados por un mar que aquí es más bravo que en Isabela, pero que al fin al cabo, es el mismo mar.
Si tales coincidiencias parecieran pocas al lector, agrego un elemento irrebatible. Quien escribe es sagüero. Como hace casi un siglo, sigo a Jorge Mañach. Dudo que en su peregrinaje mi coterráneo haya visitado esta región. Ni Carretera Central había para llegar al Hato de Holguín. Hubiera sido muy irónico el ensayista al referirse a la (sólo hoy) próspera urbe oriental. Y de Gibara....¡ni hablar! Hubo acá años de espledor, pero pocos. Su historia termina antes de 1930. Pero gracias a esa circunstancia hoy se muestra encantadora...Cuando Morón y otras localidades crecían animadas por el azúcar y el ferrocarril, Gibara languidecía...Ni siquiera logró preservar su camino de hierro....
De estar aquí hoy, Mañach seguramente la describiría quieta, apasible, melancólica....tiernamente cálida...
Tal vez así la reciban los participantes en el Sexto Festival Internacional de Cine Pobre, irónicamente nombrado por su artífice principal: el director Humberto Solás. Festival para propiciar el abrazo de artistas del mundo entero unidos en el empeño de hacer películas ajenas a los códigos de los grandes medios (entiéndase también los medios maniatados por políticas anti culturales)
Estamos en Gibara, conectados por un mar que aquí es más bravo que en Isabela, pero que al fin al cabo, es el mismo mar.