martes, 13 de octubre de 2009

FIN DE LA ERA DE LO BESOS


Lázaro Sarmiento hizo la observación en su blog “Buena suerte viviendo”: ante la amenaza de la gripe de nombre raro, corremos el riesgo de perder una de las acciones que más nos han humanizado.

No sé cuándo surgieron los besos. Quiero imaginar que los reservados en Occidente para acompañar la pasión amorosa –los de la boca- debieron ser idea de los franceses. El arte los ha perpetuado desde siempre. Dicen que Consuelo Velázquez escribió el bolero “Bésame mucho” siendo tan jovencita, que no había experimentado la sensación que entraña besar.

No todos los besos son iguales, al menos eso creo yo. Nunca había contado que uno de los momentos más embarazosos de mis ingenuos tiempos de la Secundaria, ocurrió cuando una muchacha se empeñó en enseñarme a besar. La lección fue un fracaso. Creo que los estímulos cerebrales –como pudiera enmascararse científicamente a la pasión- valen más que cualquier técnica. Quien más ama, mejor besa.

No voy a referirme a aquello de que los besos ponen a funcionar un montón de músculos. Pero los besos salvan. Su ausencia, daña. Los protagonistas de la película “Brockeback Mountain” no estaban preparados para besarse. Largo peso el que la sociedad les imponía…No sabían besarse.

¿Con qué me quedaré luego de tantos encuentros fortuitos? Besos, besos, besos…Sería demasiado pretensioso esperar que la vida pueda premiarnos con el amor o la felicidad.

Hoy escribo tonterías. Pero no recibo sueldo por la efectividad de mis entradas y hago la confesión: Vivo huérfano de besos. No llegan siquiera de la Ciénaga de Zapata. Algo debe estar patas arriba en un mundo, donde hasta los besos comienzan a cobrarse en CUC.

De todas formas, el fin de semana consumí una cuota, algunos que hurté al destino. Besos efímeros –todos los son- que se escaparon como las aguas del azul buscando otras (rocas) bocas. Con el peligro de la influenza y el volumen de un vientre no adolescente, habrá que apurarse a agarrar algún beso. Aunque a la larga uno termine más solo que un perro, ¡beso dado es beso ganado!