sábado, 27 de marzo de 2010

Mi inusitada pasión por el béisbol

No me ruborizo al decir que soy regionalista. Sagüero en primer lugar y parte de Villa Clara, aunque la ciudad de este nombre haya querido adjudicarse espacios de la jurisdicción de la Villa del Undoso desde el siglo XIX.

Me cuesta trabajo entender las características del juego de béisbol, cuando estamos en presencia de una bola o un strike. Pero no importa, una inusitada pasión por la pelota se ha desatado en mí durante las últimas semanas. Acostumbraba a seguir los play off, pero nunca como ahora. Determinados momentos de casi todos los partidos han puesto mis nervios a punto de estallar. Es como si estuviera viendo una película muy emocionante, con la diferencia de que las cosas que suceden en el terreno no respetan un guión.

Jamás pensé que iba a escribir una crónica relacionada con el deporte, pero ya usted lo ve. Aquí estoy con el regionalismo a flor de piel y la convicción de que debemos ganarle al más poderoso, al que cuenta con el estadio más grande y con mayor número de fanáticos. No puedo evitar la bíblica asociación con David y Goliat. Si bien la novena del isabelino tuvo mejores resultados durante todo el campeonato, no son pocos los comentaristas a los que les resulta imposible esconder su simpatía industrialista. A fin de cuentas, los medios de comunicación nacionales están en la capital.

Volviendo a las claves de mi interés por el béisbol, pensaba que desde niño –no sé por qué- siempre me gustó el color naranja y, lo que es más importante: me corre por las venas la misma sangre de Conrado Marrero. Todavía recuerdo a mi abuelo hablando de sus enfrentamientos –de niño- al Guajiro del Laberinto.

Además, aunque él nunca lo supo, fui vecino de Víctor Mesa. Recuerdo ver sus uniformes flameantes en un balcón muy cerca de mi casa en la calle Máximo Gómez.

Sobran las razones en definitiva…pero sólo soy uno más entre miles de villaclareños que han convertido a la pelota en tema de conversación cotidiano por estos días. No hay nadie que no sepa al menos el resultado de los partidos. Gane o nuestra novena, estoy convencido de que nunca como ahora se había disparado el interés de toda Cuba por el final de la Serie Nacional.

Hasta me alegra la idea de que tengamos la oportunidad de festejar el triunfo en casa. Pero necesitamos una victoria para salvar la honrilla ante el público de la Gran Urbe. Ojalá el mismo Dios a quien agradeció modestamente Fredy Asiel Álvarez por el desempeño del equipo el lunes en el “Sandino”, ponga en sus manos los strikes que necesitamos este domingo. ¡Qué nadie lo dude! Este es el ahora o nunca del Villa Clara.

lunes, 22 de marzo de 2010

ECUMÉNICO E INSPIRADOR ENCUENTRO EN LA CIUDAD DEL CANÍMAR



Evaldo Milián fue uno de los tantos hombres que contribuyeron a dotar de fisonomía propia a la radio cubana. Su bregar estuvo asociado a Matanzas…Con el mar esparcido en la sangre, los seguidores de Milián convocaron por segunda vez al taller y concurso que lleva el nombre del desaparecido colega.

A mis imágenes de Matanzas, con sus rayoneras y líquenes putrefactos, se suma ahora el intercambio sobre la radio. La locución y el trabajo de los asesores fueron detonantes de un debate al que se sumaron voces procedentes de Bayamo, Santiago de Cuba, Pinar del Río, Güines y La Habana.

El reencuentro con las multipremiadas actrices Magaly Bernal y Xiomara Fernández, y la confirmación por intermedio del actor y realizador William Quintana de que la Atenas de Cuba es una gran anfitriona, matizaron días matanceros a los que no dedicaría un poema si no fuera porque hilvanar metáforas en la patria chica de Plácido, Milanés y Carilda ruborizaría al más osado bardo.

El “Evaldo Milián” se suma a un sistema de eventos de la UNEAC que, surgidos por iniciativa provincial, se han convertido en una alternativa un “Caracol” que, muchas veces, no mira más allá de los límites capitalinos, e ignora la influencia y aportes de la radio en otras provincias.

Es muy conocido en los predios villaclareños el “Sancta Mareare”, fundado por el artista sagüero Luís Agesta Hernández. Santiago de Cuba tiene su propio “Caracol”. Las filiales de cine, radio y televisión de la UNEAC en Camagüey y Pinar del Río, con mayor o menor fortuna, también han puesto en práctica iniciativas encaminadas a estimular a los artistas de estos conocidos medios.

El evento de Matanzas, probablemente el más joven de todos, se destaca por su austeridad. No son excesivas las pretensiones de una cita que –sin embargo- gana por la organización eficaz y el buen gusto de su programa. No es excluible el afán de perfección. En la medida en que el concurso logre crecer, pudiera acoger a otras formas y especialidades de la realización radial, más allá de la programación cultural y dramatizada. En tanto, los propósitos de la parte teórica pudieran ganar con una mayor intencionalidad.

El “Evaldo Milián” es todavía un evento joven. No suele tener tanta repercusión en una ciudad harto acostumbrada a organizar eventos culturales. Lo acosan un tanto la escasa preparación de los artistas de la radio para el debate. Sus organizadores habrán sentido alguna vez que se cocían en su propia salsa, junto a invitados y concursantes; pero tal mal es común en cualquier parte de Cuba. Ello no ha de diezmar el entusiasmo. La simple posibilidad de tener un espacio para la catarsis, contenta a los artistas. Confío en que, más temprano que tarde, nuestro reclamos encuentran cauce en foros decidores.

Ni el Caracol de la UNEAC, ni el envejecido Festival Nacional de la Radio –cada vez menos inclusivos en su presupuesto y alcance- logran satisfacer la necesidad del diálogo y el reconocimiento entre los artistas de la radio. De tal manera votaré SÍ por encuentros como el “Evaldo Milián” con Matanzas como sede inspiradora y ecuménica.