viernes, 4 de octubre de 2013

Inmoral evocación de Sara Bernhardt




La acción ocurriría en una biblioteca. Tal vez con Víctor Hugo cerca.
La marcha hasta las tablas le resultaba difícil, pero me condujo. Realmente no era un teatro lejano. Podían convertirse en realidad los píxeles de la pantalla.
No hubo tragedias. Me reclamó prolongar el momento bajo los estantes, pero el desenlace estaba aristotélicamente decretado.
Regresé a mi butaca (duele menos ser espectador), cuando me topé  con ella. La ignoré, pero siempre había estado, callada, fiel, aguardando por devolverle los pasos.

jueves, 9 de mayo de 2013

ANDY VARGAS Y LA COCO DEBEN DISCULPAS AL PUEBLO DE VILLA CLARA

No concuerdo con quienes, amparados en un falso precepto de la ética, evaden la crítica. Trato de decir lo que pienso. No me molestan la polémica, ni las rivalidades, pero a estas hay que darles curso con transparencia y ética, eso sí.

No puede concebirse el deporte sin diversidad de criterios y es lógico que la prensa se haga eco de eso. Aunque en sus largas diatribas radiadas con Reynaldo Taladrid, el popular comentarista villaclareño Normando Hernández insista en defender la imparcialidad, tiene lógica que la emisora CMHW respalde al equipo de béisbol provincial. Sucede en toda Cuba. Es normal. Aún así, aprecio que cuando el “Villa Clara” visite a Sancti Spiritus sea la emisora de esa provincia la encargada de trasmitir el juego. Así sucede con Matanzas, Cienfuegos y cualquier otro territorio.

Contingencias económicas impiden que hoy cada emisora provincial pueda seguir a su equipo de pelota. Gracias a eso, al menos un radiómano empedernido como yo,  ha podido apreciar el consolidado trabajo que –en materia de deportes- desarrolla Radio Surco (con magníficas estadísticas), o la preparación de los narradores pinareños. Cuán bueno resulta percibir que la Radio Cubana se muestra como lo que es: un sistema. Ojalá también tuviéramos la oportunidad de apreciar también dramatizados, musicales, u otros y espacios de disímiles procedencias.
 

Naturalmente, la función de planta que suelen tener aquellas encargadas de cubrir el béisbol nacional, acrecienta el compromiso de narradores, técnicos y directores, por conseguir productos que valora la audiencia de varios territorios, e incluso del extranjero, pues Radio Rebelde también amplificar a las emisoras provinciales.

Desconcierta que unos pocos narradores se excedan en parcialidad y lo que es peor, que deslicen expresiones de doble sentido para poner en entredicho el trabajo de algunos colegas.

Una planta se destaca en ese sentido: la COCO. La larga trayectoria y fructífera trayectoria de esta emisora capitalina se empaña con el comportamiento de un representante de su equipo de narradores: Andy Vargas. No voy a exponer los criterios que tengo sobre sus condiciones como locutor (la narración deportiva es una especialidad de la locución): calidad del timbre, dicción, ritmo, etcétera. Para eso están las comisiones de evaluación, supongo. Solo me limitaré repasar su desagradable comportamiento en relación con la CMHW.

Cuando, semanas atrás, el equipo de Villa Clara jugó en el Estadio Latinoamericano, empleó todo tipo de expresiones “raras”, de “doble sentido”, pues desde Radio Rebelde le habían informado que la W prefirió tomar la señal de esa planta nacional y no la de la COCO, como es usual. Pero se equivocaba. Toda Villa Clara estaba escuchando la radio que se facturaba en el FOCSA. Entonces, tanto Andy como su compañero, cambiaron la bola y se deshicieron en elogios hacia el pueblo de Villa Clara, los peloteros, el hotel Santa Clara Libre, etcétera, etcétera.

Dicen que los errores –en ocasiones- sirven para educar. Pero Andy no aprende. Debió percatarse que podía herir una vez más la sensibilidad de la afición villaclareña el pasado sábado. Amplificado por Rebelde, mientras narraba el juego Industriales-Pinar del Río, informó que el director de la COCO les había autorizado para seguir los juegos de azules y naranjas que tendrían lugar esta semana en el Santa Clara, a través de la emisora nacional, “para garantizar la buena salud de sus oídos”.

Las divergencias de la COCO con la W, o más bien de Andy Vargas con la W, están relacionadas con Normando Hernández. No conozco personalmente a Normando. Jamás he conversado con él. Tal vez nunca lo haga. No lo imagino perfecto. Pero sí sé de sus muchos años de experiencia profesional, de su labor en la comisión de evaluación de narradores deportivos….Lo evoco en desacuerdo con la posible eliminación del equipo de Isla de la Juventud de la Serie Nacional. Tampoco ha tenido reparos en exponer en cualquier instancia sus criterios sobre la actual estructura del tope. Y, hace pocos días, el propio Víctor Mesa manifestaba ante las cámaras de la televisión que había sido uno de los principales detractores de la exclusión de Pestano del equipo nacional. Me consta que Radio Rebelde se afana por convocar a Normando para sus habituales debates en el programa Deportivamente y que le prodigan elogios colegas de numerosos lugares.
No hay que pedirle a Vargas que haga lo mismo. Tal vez la COCO pueda considerar que posee un sinnúmero de cualidades profesionales. Me agrada la diversidad de criterios. A lo mejor, la posible polémica entre ambos periodistas pudiera enriquecer a la radio, tan limitada como está en el ejercicio de la crítica. Haría falta que esta se manifestara de manera pública y transparente.

En definitiva es desalentadora la actitud de de la emisora capitalina, que por lo menos al pueblo de Villa Clara, debe una disculpa. Los subterfugios y doble sentidos de su narrador Andy Vargas sí evidencian desconocimiento de la ética y la profesionalidad.  


viernes, 26 de abril de 2013

LA RADIO Y LA TELEVISIÓN AL SERVICIO DE LA PROPAGANDA SOCIALISTA EN EL SIGLO XXI

Puedo evocar con bastante precisión que, cuando hace cerca de quince años me invitaron a participar por primera vez en un encuentro de la Comisión de Calidad de Radio Sagua, el análisis de un grupo de menciones, estaba en el orden del día. La preocupación por la calidad de la propaganda ha sido  constante en mi entorno, pero ni por eso puedo considerarla satisfactoria.

Sucesos vinculados a los trascendentales cambios revolucionarios acontecidos en Cuba durante las últimas décadas tuvieron una interesante repercusión en espacios creativos, como el de la propaganda gráfica. Semanas atrás –en La Habana- se le hacía justicia a los principales artífices de la cartelística de los años sesenta.

Mucho menos estudiada y conocida resulta, sin embargo, la aportación de la radio y la televisión a la propaganda. Quizá los medios no sean capaces de mostrar una labor interesante. Frecuentemente, presionados por las demandas de organizaciones y directivos, se han limitado solo a repetir consignas, sin tener en cuenta las necesidades y características del receptor.

Es evidente que los prejuicios asociados a la publicidad desde los primeros años de la Revolución, hicieron creer que basta con repetir dos o tres consignas para motivar la participación en un acto del primero de año.
 

En ocasiones como esta es común el empleo de los mismos cortes musicales y la recurrencia a monocordes tonos de locución en cualquiera de nuestras emisoras de radio y televisión. Basta con eso para satisfacer a directivos que no muestran el más mínimo interés por evaluar la eficacia de la campaña (si es que es puede llamársele así), sino que desean hacer sonar la convocatoria del Día de los Trabajadores mañana, tarde, noche y madrugada.

Es preciso desterrar la propaganda panfletaria, que apela a recursos comunicativos ya superados, como el uso modo del imperativo. Lo acostumbrado es que les digamos a los oyentes: “Vayan todos a la plaza el primer de mayo”.

La mayoría de nuestros mensajes televisivos recurren al empleo de las voces. Ignoran la repercusión semiótica de las imágenes. Y para colmo los locutores expresan lo mismo que puede leerse en pantalla, subestimando la inteligencia del receptor.

Deficiente actuación (en el caso de los mensajes con dramatización), pésima selección del elenco, música inadecuada, y problemas de matices e intencionalidad en la lectura, son frecuentes en los productos de propaganda, tanto radiales como televisivos.

Mensajes, menciones o cuñas (la denominación varia y genera polémicas) no son productos del siglo XXI. En el año 1922 una emisora de Nueva York: la WEAF, obtuvo 50 dólares de la Queensboro Corporation por pasar un mensaje en que daba a conocer los apartamentos que tenía en venta. Esta primera cuña duró nada menos que diez minutos. Aun así los ingresos fueron tantos como los que imitaron la iniciativa.

El término cuña es empleado por el teórico cubano Ignacio López Vigil, quien expresa en su “Manual del Radialista Apasionado”, que se escribe con C, y por tanto estas deben ser:
-Cortas:
En ocasiones los encargados de la divulgación en las emisoras solicitan la opinión de determinados artistas para aprobar o no un trabajo de este tipo, sin tener en cuenta          –simple y llanamente- que la larga duración los invalida. Ya no tenemos mensajes de diez minutos como el de la Queensboro, pero resulta inadmisible la trasmisión de los que rondan los sesenta segundo. Los tenemos en varias emisoras. La seducción provocada es causa frecuente de ello. Nuestros realizadores pierden no pocos segundos con el empleo de cortes musicales que, en ocasiones, no aportan nada al mensaje. Muchas recurren a fragmentos cantados que salen luego del texto y suponen que los operadores de cabina deben ser los encargados de determinar el momento del cierre.
-Concretas:
Resulta preciso que los realizadores tengan adecuada conciencia del punto de vista y de otros elementos dramatúrgicos caros también para estos pequeños programas, pues suelen pretender demasiadas cosas. Si se conmina a las personas a realizar el autofocal, será más conveniente dejar para otra cuña el resto de las medidas que pueden contribuir a evitar la proliferación del consabido mosquito.
-Completas:
Es preciso tener en cuenta aspectos que no resultan de imprescindible interés para el receptor.
-Creativas:
 

En reiteradas ocasiones los textos de nuestros mensajes no son el producto de la reflexión y la creatividad de realizadores debidamente entrenados. Se trata sencillamente de la trascripción de cualquier panfleto en modo alguno ideado para su inserción en los medios.

Resulta elocuente el ejemplo de López Vigil cuando expresa que los términos espuma y cóndor parecen bien dispares. Pero si se juntan, tenemos el verso de Neruda que describe la solemne cordillera de Machu Picchu: espuma de los cóndores.
En muchas emisoras, o entidades productoras en general, hay preocupación porque no se dispone de artistas interesados por la propaganda; por cierto, mal remunerada si se tiene en cuenta con tales trabajos suelen salir al aire un año o más en varios momentos de la programación.

Es muy difícil enseñar a hacer propaganda, pues el asunto tiene que ver más que con sembrar conocimientos, con sacar a la luz viejas habilidades. Sería factible recurrir
al trabajo en equipo. En Cuba constituye esto apenas se hace. Tampoco se valora la necesidad de acometer investigaciones aun cuando las campañas estén encaminadas a favorecer la participación en un acto tan masivo como el del primero de mayo.

La investigación, que en otra época se consideró importante solo en la publicidad, resulta imprescindible también para la propaganda revolucionaria de esta era. Me pregunto si se ha investigado –por ejemplo- cómo pueden ser más eficaces los mensajes vinculados a la lucha por el regreso de las Cinco Héroes…Los hacemos y ya. En el mejor de los casos, escribimos un texto “bonito” y ya…

Es posible que en la actualidad términos como Socialismo, frecuentemente criticado por la propaganda imperialista su surtan un efecto tan integrador como “patria”, “nación”, o “unidad”. Estos están vinculados a las tradiciones independentistas de nuestro pueblo desde el siglo XIX.

El mundo está cada vez más globalizado. Aunque el acceso de los cubanos a internet no sea tan masivo, estamos expuestos a los mensajes de sistemas propagandísticos dotados de grandes recursos y alta tecnología. No resolveremos ningún problema limitando el acceso de nuestra gente a los productos comunicativos capitalistas. Ni siquiera nuestra condición insular nos preservará de las “propagandas silenciosas”.

La única opción es combatir con las propias armas del “enemigo”, con mensajes realmente creativos y eficaces. Será necesario también, determinar qué sentimientos pueden contribuir a afianzar la solidez del modelo social vigente.

El camino de la creación artística asociada a la propaganda no está exento de espinas: de mentalidades enquistadas y caprichosas. Pero estoy convencido de que, solo si los creadores nos decidimos a transitarlo, ayudaremos de veras a una sociedad que necesita reconstituirse sobre la base de sus más ancestrales conquistas.

domingo, 22 de julio de 2012

MUJIGATERÍAS DEL PARLAMENTO




 En vez de preocuparse por la inserción de malas palabras en los dramatizados televisivos nuestro parlamento debía dar luz verde a las tantas veces llevadas y traídas reformas al código de familia. Pensé en enunciar públicamente esto tras conocer la cobertura que dio el periódico Juventud Rebelde a las sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Pero un amigo me dijo que una cosa no tiene que ver con la otra. Entonces dejo para después el asunto del “Código”.A pesar de que la subsistencia de la nación depende –en gran medida- de la solución que demos a serios problemas económicos, nos quedan tiempo y lugar para debatir sobre televisión. No sobre los medios –el cine, la radio, la prensa escrita, la Internet, etcétera-, sino especialmente sobre televisión.
 No me opongo a que la pantalla chica goce de tal “privilegio”. Lo que no concibo es que el debate se limite a aspectos tan superfluos como “la mala palabra innecesaria y la imagen estética de algunos personajes”. Es posible que el limitado espacio que Juventud Rebelde le dedicó al tema no me permita tener una idea más clara de la preocupación de nuestros diputados. Pero la información me llega con tufo a viejo.
 Remito a los lectores al libro “Polémicas intelectuales de los sesenta”, donde la doctora Graziela Pogolotti compila una serie de textos originados a partir del debate de asuntos entonces de “crucial importancia”, como la pertinencia de exhibir en salas de cine el filme “El ángel exterminador”.
Más adelante Juventud Rebelde alude al “crudo tratamiento del sexo” en los videoclips. Es posible que pueda percibirse tal cosa, incluso en los clips que promociona la televisión nacional. Pero dar a entender que el medio conserva la primacía en la formación del gusto popular constituye un disparate.
 Nuestros disputados parecen desconocer que también en Cuba los públicos están expuestos a la influencia medios “alternativos”, tal como dio a conocer el propio periódico en una serie de reportajes publicados semanas atrás. Me refiero, fundamentalmente, a los materiales de video alquilados. Tranquilos pudiéramos estar si los jóvenes de hoy solo se conformaran con la tonta serie juvenil que pasa Cubavisión en horario estelar.
 Más productivo sería que la Asamblea Nacional velara porque los escasos recursos materiales destinados a la televisión se emplearan en realizar productos de mejores presupuestos artísticos.
 Si cuando de discutir sobre arte se trata no concedemos al arte la prioridad, solo estaremos defendiendo un discurso moralista y banal, y eso -ejemplos tenemos de sobra- nunca contribuyó al engrandecimiento de la nación.
 Hago mía aquella idea de Silvio Rodríguez, aunque ambas palabras en mi diccionario personal signifiquen lo mismo: Cambiemos la “R” de Revolución y dejemos “Evolución”.

lunes, 21 de mayo de 2012

¿Hablantes o locutores?


 A Dairon Bejerano Lima, por motivar mi regreso a estos temas.

Los locutores suelen ser el enlace entre la emisora y el público receptor. No es extraño que, debido a la empatía que ganan ante ese él, se les atribuya la realización completa del programa y se les responsabilice con lo que presentan.

También existen personas que, por su conocimiento sobre algún tema específico, han devenido presentadores o conductores de programas. Es algo pertinente en tiempos en que el saber alcanza alto grado de especialización. Así es posible ver o escuchar a un meteorólogo ofrecer el parte del tiempo. Puede parecer mucho más creíble la información si la ofrece un especialista.

La televisión y la radio cubanas ofrecen magníficos ejemplos de propuestas que han conducido músicos, psicólogos, escritores…Valga a mencionar a Manuel Calviño en “Vale la pena”, o a Jorge Gómez con sus programas en diferentes medios…
Pero a pesar de estos ejemplos, se sigue discutiendo qué es lo más pertinente: si apelar a especialistas o a locutores.

A los primeros, aunque no tengan la voz o la imagen física envidiables, habrá que exigirles que logren cumplir con normas mínimas para la comunicación y que sean carismáticos. A los segundos, aún cuando no sean especialistas en música, en meteorología, o en psicología, debemos exigirles que no se conformen con un movimiento de cabeza, un sí, o una frase cliché cuando nos sirvan de puente ante un especialista.

Quizá las propias lagunas intelectuales de buena parte de nuestros locutores han motivados que los directores se decidan por un especialista, o para usar un término generalizado en la actualidad en nuestro país, por “hablantes”, con el propósito de que sean ellos los conductores de sus espacios.

El asunto se torna algo más complejo tratándose de los periodistas. Tales hablantes están obligados a comparecer en cámara o tras los micrófonos cuando deben expresar una opinión, o durante coberturas especiales. Mientras, constituye una preocupación cada vez más creciente que nuestros locutores apenas conocen cómo leer un trabajo de género: una crónica o un comentario, porque los periodistas prefieren no entregárselos.

No creo que debamos incentivar posiciones extremos. A veces las mejores voces no siempre la tienen los mejores comunicadores. No me molesta, en absoluto, escuchar el “Relato interesante”, de Osvaldo Rojas Garay cada mediodía por la CMHW en el programa “La explosión de las doce”. El conocido periodista no tiene buena voz, pero suele dar a conocer cosas tan valiosas –fruto de su propia labor investigativa- que lo acepto agradecido.

Debemos hallar un punto medio. No está mal que ganemos especialistas que, a partir de su buena preparación en un aspecto determinado, puedan insertarse en los medios. Mientras, debemos incentivar en los locutores el interés por superarse, para que funjan como conductores-moderadores de cualquier tipo de espacio.

Trátese de locutores, o de “hablantes”, serán puente eficaz ante oyentes o televidentes los que consigan mostrarse con mayor empatía, inteligencia y buen decir. 

lunes, 14 de mayo de 2012

PUEBLOS DE ESCENOGRAFÍA

¡Ay, Caibarién, pueblo de mar,
en tu playa mi niñez he de enterrar,
los lamentos de mi pena
van perdiéndose en tu arena,
no me queda otro consuelo que llorar.
¡Ay, Caibarién!, sueño del mar. 
Eduardo Quincoso

 La primera vez que oí hablar de la construcción de “pueblos” en la cayería de Caibarién –despistado como siempre- supuse que se trataba de comunidades para alojar al cada vez más creciente personal que trabaja en el polo turístico villaclareño.

No, no se trataba de eso. Los “pueblos” son reproducciones de las plazas principales de algunas localidades. Una foto difundida por la prensa nacional a raíz de la celebración en Cayo Santa María de la Feria Internacional del Turismo, muestra a uno de ellos, con la copia al papel carbón de la Iglesia Parroquial de Remedios.

Es absurdo que los proyectistas del Turismo se afanen por lograr tales réplicas, si tienen al Remedios verdadero, cincuenta kilómetros al suroeste. Es una paradoja que los medios aludan al crecimiento de las visitas a las ciudades, cuando los cayos de Villa Clara son cubiertos por estos pueblos sin alma. Porque si algo han de echar de menos los forasteros es justamente lo que se considera atractivo esencial de la industria turística cubana: la gente; el pueblo, con su cultura, sus modales, sus tradiciones, su humor…

No propongo que las fuerzas de la industria sin humo vivan en los cayos. Supongo que, por muchas razones, ello no sea una buena idea; aunque sí sueño con que Caibarién –pueblo de verdad, con rico acervo cultural- que acoge a la mayor parte de los trabajadores del Turismo, gane una mejor imagen.

Pese a algunos intentos, no acaban de ser borrados los signos ruinosos de su centro histórico. Prácticamente manzanas enteras parecen arrasadas, mientras muchos metros cuadrados de almacenes languidecen cerca de lo que un día fueron prósperos muelles azucareros.

No se puede vivir de recuerdos. No aprecio solo las manchas. Sé que la Villa Blanca ganó más luz con su Ciudad Pesquera, sus policlínicos y su malecón. Pero también necesitará manos que la alcen del estanco, que truequen el destino de pueblo-dormitorio al que se exponen las localidades próximas a los polos turísticos. No me gustaría que su parque, su iglesia y su glorieta constituyeran un “pueblo” más, anclado en las dunas de las cayería.