domingo, 22 de julio de 2012

MUJIGATERÍAS DEL PARLAMENTO




 En vez de preocuparse por la inserción de malas palabras en los dramatizados televisivos nuestro parlamento debía dar luz verde a las tantas veces llevadas y traídas reformas al código de familia. Pensé en enunciar públicamente esto tras conocer la cobertura que dio el periódico Juventud Rebelde a las sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Pero un amigo me dijo que una cosa no tiene que ver con la otra. Entonces dejo para después el asunto del “Código”.A pesar de que la subsistencia de la nación depende –en gran medida- de la solución que demos a serios problemas económicos, nos quedan tiempo y lugar para debatir sobre televisión. No sobre los medios –el cine, la radio, la prensa escrita, la Internet, etcétera-, sino especialmente sobre televisión.
 No me opongo a que la pantalla chica goce de tal “privilegio”. Lo que no concibo es que el debate se limite a aspectos tan superfluos como “la mala palabra innecesaria y la imagen estética de algunos personajes”. Es posible que el limitado espacio que Juventud Rebelde le dedicó al tema no me permita tener una idea más clara de la preocupación de nuestros diputados. Pero la información me llega con tufo a viejo.
 Remito a los lectores al libro “Polémicas intelectuales de los sesenta”, donde la doctora Graziela Pogolotti compila una serie de textos originados a partir del debate de asuntos entonces de “crucial importancia”, como la pertinencia de exhibir en salas de cine el filme “El ángel exterminador”.
Más adelante Juventud Rebelde alude al “crudo tratamiento del sexo” en los videoclips. Es posible que pueda percibirse tal cosa, incluso en los clips que promociona la televisión nacional. Pero dar a entender que el medio conserva la primacía en la formación del gusto popular constituye un disparate.
 Nuestros disputados parecen desconocer que también en Cuba los públicos están expuestos a la influencia medios “alternativos”, tal como dio a conocer el propio periódico en una serie de reportajes publicados semanas atrás. Me refiero, fundamentalmente, a los materiales de video alquilados. Tranquilos pudiéramos estar si los jóvenes de hoy solo se conformaran con la tonta serie juvenil que pasa Cubavisión en horario estelar.
 Más productivo sería que la Asamblea Nacional velara porque los escasos recursos materiales destinados a la televisión se emplearan en realizar productos de mejores presupuestos artísticos.
 Si cuando de discutir sobre arte se trata no concedemos al arte la prioridad, solo estaremos defendiendo un discurso moralista y banal, y eso -ejemplos tenemos de sobra- nunca contribuyó al engrandecimiento de la nación.
 Hago mía aquella idea de Silvio Rodríguez, aunque ambas palabras en mi diccionario personal signifiquen lo mismo: Cambiemos la “R” de Revolución y dejemos “Evolución”.

lunes, 21 de mayo de 2012

¿Hablantes o locutores?


 A Dairon Bejerano Lima, por motivar mi regreso a estos temas.

Los locutores suelen ser el enlace entre la emisora y el público receptor. No es extraño que, debido a la empatía que ganan ante ese él, se les atribuya la realización completa del programa y se les responsabilice con lo que presentan.

También existen personas que, por su conocimiento sobre algún tema específico, han devenido presentadores o conductores de programas. Es algo pertinente en tiempos en que el saber alcanza alto grado de especialización. Así es posible ver o escuchar a un meteorólogo ofrecer el parte del tiempo. Puede parecer mucho más creíble la información si la ofrece un especialista.

La televisión y la radio cubanas ofrecen magníficos ejemplos de propuestas que han conducido músicos, psicólogos, escritores…Valga a mencionar a Manuel Calviño en “Vale la pena”, o a Jorge Gómez con sus programas en diferentes medios…
Pero a pesar de estos ejemplos, se sigue discutiendo qué es lo más pertinente: si apelar a especialistas o a locutores.

A los primeros, aunque no tengan la voz o la imagen física envidiables, habrá que exigirles que logren cumplir con normas mínimas para la comunicación y que sean carismáticos. A los segundos, aún cuando no sean especialistas en música, en meteorología, o en psicología, debemos exigirles que no se conformen con un movimiento de cabeza, un sí, o una frase cliché cuando nos sirvan de puente ante un especialista.

Quizá las propias lagunas intelectuales de buena parte de nuestros locutores han motivados que los directores se decidan por un especialista, o para usar un término generalizado en la actualidad en nuestro país, por “hablantes”, con el propósito de que sean ellos los conductores de sus espacios.

El asunto se torna algo más complejo tratándose de los periodistas. Tales hablantes están obligados a comparecer en cámara o tras los micrófonos cuando deben expresar una opinión, o durante coberturas especiales. Mientras, constituye una preocupación cada vez más creciente que nuestros locutores apenas conocen cómo leer un trabajo de género: una crónica o un comentario, porque los periodistas prefieren no entregárselos.

No creo que debamos incentivar posiciones extremos. A veces las mejores voces no siempre la tienen los mejores comunicadores. No me molesta, en absoluto, escuchar el “Relato interesante”, de Osvaldo Rojas Garay cada mediodía por la CMHW en el programa “La explosión de las doce”. El conocido periodista no tiene buena voz, pero suele dar a conocer cosas tan valiosas –fruto de su propia labor investigativa- que lo acepto agradecido.

Debemos hallar un punto medio. No está mal que ganemos especialistas que, a partir de su buena preparación en un aspecto determinado, puedan insertarse en los medios. Mientras, debemos incentivar en los locutores el interés por superarse, para que funjan como conductores-moderadores de cualquier tipo de espacio.

Trátese de locutores, o de “hablantes”, serán puente eficaz ante oyentes o televidentes los que consigan mostrarse con mayor empatía, inteligencia y buen decir. 

lunes, 14 de mayo de 2012

PUEBLOS DE ESCENOGRAFÍA

¡Ay, Caibarién, pueblo de mar,
en tu playa mi niñez he de enterrar,
los lamentos de mi pena
van perdiéndose en tu arena,
no me queda otro consuelo que llorar.
¡Ay, Caibarién!, sueño del mar. 
Eduardo Quincoso

 La primera vez que oí hablar de la construcción de “pueblos” en la cayería de Caibarién –despistado como siempre- supuse que se trataba de comunidades para alojar al cada vez más creciente personal que trabaja en el polo turístico villaclareño.

No, no se trataba de eso. Los “pueblos” son reproducciones de las plazas principales de algunas localidades. Una foto difundida por la prensa nacional a raíz de la celebración en Cayo Santa María de la Feria Internacional del Turismo, muestra a uno de ellos, con la copia al papel carbón de la Iglesia Parroquial de Remedios.

Es absurdo que los proyectistas del Turismo se afanen por lograr tales réplicas, si tienen al Remedios verdadero, cincuenta kilómetros al suroeste. Es una paradoja que los medios aludan al crecimiento de las visitas a las ciudades, cuando los cayos de Villa Clara son cubiertos por estos pueblos sin alma. Porque si algo han de echar de menos los forasteros es justamente lo que se considera atractivo esencial de la industria turística cubana: la gente; el pueblo, con su cultura, sus modales, sus tradiciones, su humor…

No propongo que las fuerzas de la industria sin humo vivan en los cayos. Supongo que, por muchas razones, ello no sea una buena idea; aunque sí sueño con que Caibarién –pueblo de verdad, con rico acervo cultural- que acoge a la mayor parte de los trabajadores del Turismo, gane una mejor imagen.

Pese a algunos intentos, no acaban de ser borrados los signos ruinosos de su centro histórico. Prácticamente manzanas enteras parecen arrasadas, mientras muchos metros cuadrados de almacenes languidecen cerca de lo que un día fueron prósperos muelles azucareros.

No se puede vivir de recuerdos. No aprecio solo las manchas. Sé que la Villa Blanca ganó más luz con su Ciudad Pesquera, sus policlínicos y su malecón. Pero también necesitará manos que la alcen del estanco, que truequen el destino de pueblo-dormitorio al que se exponen las localidades próximas a los polos turísticos. No me gustaría que su parque, su iglesia y su glorieta constituyeran un “pueblo” más, anclado en las dunas de las cayería.

martes, 21 de febrero de 2012

Desde la misma acera, una contrarréplica al texto de Alexander Jiménez

Alexader:

Permíteme que Quintero (más vale escribirlo en singular, que para “provocadores” con uno basta) use la segunda persona y trueque el Jiménez por el tú.

Dices que emito “algunos criterios valiosos” y expresas párrafos abajo: “Sin embargo nos alegra ser motivo de comentario en el blog Con voz propia”. Prefiero no esperar mucho para el elogio y ahorrarme el “sin embargo”. Es una suerte que estés entre los pocos del medio que se interesan por estos temas. Elogio la agilidad con que te integras a la polémica. Absolutamente todos tus criterios son valiosos. No compartidos, sí valiosos. Aprecio cualquier acto favorecedor del pensamiento crítico. No merece la pena analizar las intenciones o competencia de quien lo formule.

Nos equivocamos tratando de invalidar el derecho de los demás a expresarse. Expresas que en Cuba “cualquiera se cree con derecho de criticar a los medios”. En Cuba -en cualquier parte- los medios son criticables. El consumidor no “se cree”, tiene el derecho de opinar. El ciudadano de a pie tal vez lo haga moviendo el botón de la sintonía. Los “chiflados” o “ratones”, trataremos de teorizar sobre el producto comunicativo. Precisamente eso me proponía: expresar algunos puntos de vista acerca de los informativos en la radio cubana, más que exponer el informe de un monitoreo.

No podía decir nada sobre Radio Surco o Radio Holguín, porque me resulta imposible captar la señal de esas plantas. Traté de conferir un carácter abarcador al comentario y mencioné ejemplos de por lo menos dos emisoras: Radio Sagua y la CMHW. Es una pena que tú solo puedas aportarme tus ideas acerca de la labor informativa de la emisora donde trabajas. Porque, insisto, era mi propósito suscitar el debate sobre la radio cubana en general.

Vayamos a la réplica en cuestión:

1-Sobre el título: Tengo los pies “en la tierra…en mi tierra”, por eso hablo de sus problemas y me evito hacer comparaciones con medios extranjeros y con la televisión. No obstante, si de comparaciones se trata, la periodista Minosca Cadalso, corresponsal de Radio Rebelde en Villa Clara, me contó que su emisora no suele aceptar los mismos trabajos para varios programas. Al menos, los reporteros se ahorran el famoso ”Para este espacio…” en las despedidas.

2-Dice Alexander sobre Quintero (s): “Pareciera que es nuevo en la radio o en los medios, y se olvida de aspectos intrínsecos al desempeño de nuestro oficio, que no se aprenden en una Universidad, en un curso para directores de radio, pero que te los da la vida, el oficio, la práctica diaria”. Precisamente porque no soy nuevo en la radio considero que nuestros informativos –en sentido general- son limitados y homogéneos, o por lo menos perfectibles.

3-Alexander pregunta: “¿No escuchó Quintero en esa propia emisión las novedades y primicias que transmitió la RRW en voz del periodista Abel Falcón mediante la unidad móvil? ¿No se detuvo en el diálogo entre Falcón y la conductora del espacio Aymara Orizondo sobre inquietudes de la población? ¿No prestó atención a las secciones, también con temas propios, que no salieron en el matutino Patria?” Presté atención –efectivamente- a las novedades de la RRW, especialmente al desempeño del periodista Abel Falcón. Parece que “preferimos” evitar señalar las cosas “valiosas”.

4-Dice Alexander: “Todo medio tiene su agenda mediática, y sabe lo que repite, y por qué lo repite”. ¿Podrás –a título personal- explicarme por qué RRW repite los mismos titulares del noticiero “Patria”?. Me consta que sucede así todos los días. (También considero la oportunidad de “disfrutar” la radio, por eso sintonizo estos programas asiduamente).

5-Sobre la RRW con la que yo sueño: Colega, nunca te he negado la posibilidad de soñar. Yo solo expresé mi sueño. Tal vez plasmes los tuyos en tu página. O mejor, quizá perciba su materialización cuando la W renueve otros espacios, como sucedió con el matutino Patria. (Por cierto, te felicito por ese logro).

6-En cuanto a lo de los hilos conductores, podemos estar de acuerdo…No los necesitamos todos los días. Fui claro: dije que no deben ser camisas de fuerza.

7-No acusé a nadie por “engrosar informes para reuniones de balance”. Como dices tú: “al que le sirva el sayo”.

8-Retomemos lo de “nos alegra ser motivo de comentario en el blog ‘Con voz propia’”. ¿Por qué utilizas el “nos” si escribes a título personal y no estás implicado directamente en la realización del espacio que más encono ha despertado en esta polémica?

Comprendo el sentido de pertenencia que experimentas para con la W y para con la Radiorrevista. Te felicito por la profesionalidad con la que asumiste su dirección por unos cuantos años. Pero no se trata de una propuesta perfecta. Hierras al erigirte como juez para determinar que criticarlo no constituye una “feliz idea”.

Desde mi blog no tengo la intención de dirigirle el programa a nadie. También yo estoy ocupado en cosas como las que tú mismo dices -hacer colas…etcétera, etcétera- y dirigir mis propios programas, también criticables. Espero que lo que no suceda nunca es que, inmersos en nuestros propios asuntos, emisoras y programas- terminemos olvidando la siempre enriquecedora cultura del debate y nos coloquemos en aceras opuestas para defender ciegamente la parcela la cual formamos parte.

Lea la réplica de Alexander Jiménez en: Tele y Radio

lunes, 30 de enero de 2012

LA MISMA NOTICIA

Hoy desperté escuchando la emisora provincial CMHW y no me extrañó escuchar hablar a una periodista acerca del interés que prestó Martí a las plantas medicinales, “con el propósito de sumarse a la celebración por el aniversario veinte del noticiero Patria”.

El trabajo se había confeccionado para otro programa, no para la Radiorevista W, que era la que se hallaba en el aire en ese momento. Aunque al final, apelando al demostrativo tan frecuente en nuestros medios, se identifica así: “Para ESTE espacio informó…Fulana de Tal”.

Es común que los periodistas –como parte de su labor cotidiana- no contribuyan a defender el estilo de cada programa y que hagan el mismo trabajo para todo el mundo. A veces, ni siquiera, acuden al estudio de grabaciones a cambiar el saludo. Ese frío saludo con que responden a nuestros locutores. Hace pocos días en “La explosión de las 12” –el informativo-deportivo de la W-, una colaboradora comenzó su información con un “buenas tardes”. No, se había equivocado. Sencillamente ese trabajo había salido al aire originalmente en la mañana.

También hemos advertido lamentables casos de saturación. Semanas atrás, cuando se cumplieron cien años de la muerte del científico sagüero Joaquín Albarrán, Maykel González elaboró una crónica que, aunque se destacaba por su calidad, no debió haber salido al aire cuatro veces en Radio Sagua.

Aprendí que en la radio hay que repetir. Pero decir las cosas varias veces, no significa decirlas de la misma forma.

Es posible que las políticas informativas hayan hecho mermar la creatividad de nuestro periodismo, cada vez más sectorializado. No creo que si usted es periodista y constata que algo estuvo mal en un centro de salud, tenga que quedarse callado, sencillamente porque ese no es el sector que atiende. También hay acomodo en el sector. ¿Cómo es posible que si anoche se clausuró un festival importante en Sagua, usted tenga que esperar dos días para escuchar las declaraciones de los ganadores en la revista informativa de la mañana?

Se ha olvidado que la radio exige inmediatez y nuestros periodistas viven atados al estudio de ediciones.

Una emisora como W, por ejemplo, con un equipo de periodistas experimentado, que ha tenido no pocas incorporaciones de jóvenes egresados de la especialidad en los últimos años, debiera preguntarse qué de nuevo puede presentar a sus oyentes en la revista informativa de la mañana. Los trabajos enlatados –salvo los de coberturas especiales- pudieran quedar para el noticiario “Patria”.

¿Por qué no pudiéramos soñar para la RRW con un equipo periodístico propio que siga una línea argumental? No tendría que ser una camisa de fuerza, ni siquiera un plan temático para engrosar informes de balance. Sino, un sencillo mecanismo de planificación que evitar convertir el programa en un almacén de informaciones.

Hay que hacer todo lo posible para evitar que la radio de las mañanas sea la misma en Villa Clara y en Maisí. Para evitar que todos, como diría Arnaldo en la canción-tema de una telenovela, estemos trasmitiendo la misma noticia.