miércoles, 30 de diciembre de 2009

Rogelio Castillo, un hombre bueno al pie del micrófono

Castillo cuenta con la simpatía y el apoyo de los más jóvenes. En la foto, tomada durante la gala de clausura del Concurso Santa Mareare 2008, lo acompañan, junto al autor de este trabajo (al centro), el escritor y actor Ángel Luís Martínez y la asesora Mairín Palmero Pascual, ambos de Radio Progreso,

No crea usted que podrá toparse fácilmente con un Premio Nacional de Radio en Cuba, mucho menos fuera de la capital; persisten los prejuicios que impiden advertir al talento más acá del túnel. Pero la causa fundamental por la que los agraciados no aparecen por ahí como la verdolaga, está relacionada esencialmente con la cantidad de buenos radialistas que abundan en un medio cuya calidad ha sido bien estable desde el surgimiento de su versión criolla en 1922.

Sagua la Grande puede enorgullecerse por tener entre sus hijos a un Premio Nacional de la Radio. Para integrarse al medio, debió abandonar la ciudad a fines de la década del sesenta; entonces no funcionaba emisora alguna en la Villa del Undoso. Pero Rogelio Castillo Moreno no ha olvidado el hogar natal, en la céntrica calle Céspedes. Cursó los primeros estudios en escuelas públicas sagüeras y a, aunque era un adolescente en los años cincuenta, apoyó la lucha revolucionaria que gestó acontecimientos tan importantes como la Huelga del 9 de Abril.

Luego del triunfo del primero de enero de 1959 se integró a las Patrullas Juveniles. Sobreponiéndose a limitaciones físicas, participó en la Limpia del Escambray y fue fundador del Batallón 338 de las Milicias Nacionales Revolucionarias. Posteriormente se incorporó a la Campaña de Alfabetización en San Agustín de Iguará y en la División de tanques de Boniato, Oriente.

Tras obtener una beca para formarse como técnico de la aviación de la fuerza área revolucionaria, permaneció en Ciudad Libertad. Aunque por entonces descubrió su vocación artística y prefirió vincularse como aficionado a una compañía de teatro capitalina, a la par que trabajó como obrero en una empresa textil. Regresó a Sagua en el año 1965. Gracias a las enseñanzas del destacado escritor y teatrista Ramón Rodríguez Infante, se formó como instructor y creó un grupo de aficionados. Por los resultados de su trabajo, se le nombró delegado de Cultura primero en Sitiecito y luego en Sagua. Conjuntamente con figuras como Manolo Fernández y José Ramón Núñez, se convirtió en un destacado promotor cultural. Trabajó en la biblioteca Raúl Cerero Bonilla y fue fundador de los talleres literarios, donde dio a conocer sus primeras creaciones para niños impulsado por figuras como Onelio Jorge Cardoso; al mismo tiempo que inició su formación como guionista de programas radiales.

En el año 1970 fue invitado a escribir programas infantiles para el entonces recién fundado Cuadro Dramático de la emisora provincial CMHW. Debido a la escasez de personal, también asumió la dirección de su primer proyecto: “Canta, ríe y cuenta”. Sin perder vínculos con el mundo de las tablas, se integró al Centro Experimental de Teatro de Santa Clara, que dio a conocer su obra “El porrón maravilloso”, considerada un clásico de la escena para niños en Cuba.

Castillo ostenta el Primer Nivel como actor y director de programas. Pertenece a la Comisión Territorial de evaluación de Directores de Radio y a la Comisión Nacional de Evaluación de Actores del Consejo de las Artes Escénicas. Con cerca de 40 años en la radio, ha recibido numerosos lauros; resaltan los premios Caracol otorgados por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, y los grandes premios del Festival Nacional de la radio, adjudicados a sus principales aportes a la radio: los programas “Chirrín chirrán” y “Pañoleta azul”.

En 1992 recibió la Distinción por la Cultura Nacional. Posee, además, la Medalla Conmemorativa 25 Años del ICRT y ocupa la presidencia del de la Filial de Cine, Radio y Televisión en la UNEAC de Villa Clara. Actualmente continúa dirigiendo y escribiendo “Pañoleta azul”, espacio insigne de la CMHW. Aunque nuestro coterráneo ha recorrido prácticamente toda la programación del Cuadro Dramático de la CMHW, incluso fue su jefe por varios años. Actualmente también dirige el espacio de “La novela inolvidable”, otro aporte suyo a la radio de Santa Clara.

Como director artístico ha tenido a su cargo la realización de galas memorables, como la efectuada en Sagua la Grande para conmemorar la efeméride del 9 de abril en 1988.

El pasado mes de septiembre se le entregó el Premio Nacional de la Radio, máxima distinción otorgada por el ICRT a los artistas de la radio. Entonces, confesó al Sistema Informativo de la Televisión Cubana sentirse realizado y apuntó que en lo que respecta a radioteatros, cuentos y novelas, prácticamente lo ha hecho todo, pues en sus cuarenta años ha podido ofrecer al público las principales obras de los clásicos y de los autores contemporáneos.

Pero sin imposible hablar de tan contundente currículo artístico sin consignar que este se halla escoltado por valores humanos excepcionales. Rogelio Castillo es un hombre bueno. Tal cualidad se disemina entre los miembros de una familia vinculada también al arte: su esposa, Teresita Riverón, lo ha respaldado como asesora en numerosos proyectos y el hijo mayor, Kiusler Castillo, ya es un reconocido actor y locutor.

Lo decía, es difícil toparse con un Premio Nacional de la Radio, pero si logra encontrarse con el sagüero Rogelio Castillo Moreno, aunque no se lo hayan presentado, no dude en acércasele. Él estará presto a ofrecerle su diestra en señal de agradecimiento, o como anticipo de lo que pudiera ser una gran amistad.

domingo, 20 de diciembre de 2009

CON LA MUSICALÍSIMA EN SAGUA

Por largo tiempo permanecerá en el recuerdo de los habitantes de Sagua la Grande la presentación de Beatriz Márquez en la jornada final del Festival de Música Popular Rodrigo Prats.

Beatriz, “La musicalísima”, como se le conoce desde hace mucho tiempo, es una de las pocas cancioneras de su generación que ha logrado mantenerse activa. Otras, por escasez de talento o sencillamente porque quisieron probar suerte en tierras lejanas, permanecen en el olvido.

Por cosas del azar, tuve la suerte de valorar junto a ella las obras presentadas al concurso. ¡Yo en un jurado de composición presidido por La musicalísima! No ponga en duda el lector que la intérprete de “Pólvora mojada” y “Espontáneamente”, posee una sólida formación artística, suficiente para valorar el ejercicio creativo y para hilvanar una amena descarga ante cerca de setecientas personas, como sucedió la noche del pasado jueves diez de diciembre. Pero no imaginaba siquiera ella que encontraría a un partener tan apropiado en la Villa del Undoso.

Aunque inusitados trastornos de la presión arterial intentaron fastidiar la estancia de Beatriz Márquez este diciembre, los sagüeros –acostumbrados como han estado ha recibir a grandes artistas en sus predios- prodigaron más de una ovación a la artista, que no hace mucho, celebró sus cuarenta años de vida artística.

¡Jova, Jova, Jova…! gritaron los espectadores cuando la hija del compositor René Márquez solicitó la presencia de algún sagüero en el escenario, de alguien que quisiera acompañarla por unos minutos. Ricardo Jova, nervioso sólo en el primer minuto, descargó de lo lindo en un tema que constituyó propuesta de Beatriz: “Obsesión”, de Pedro Flores. Y permaneció con ella más tiempo. Entonces la visitante volvió a tomar el piano y siguió la descarga unos minutos más.

Viste con sencillez y no hay derroche de altas notas en sus interpretaciones. Pero la afinación resulta perfecta. Deja espacio para la improvisación. Disfrutarla en el escenario constituye una suerte que los discos no logran traslucir. Beatriz no es temperamental como La Lupe, no es apasionada como Omara, no es tan profunda en sus interpretaciones como Elena. Un amigo de visita en Sagua este fin de año, nos dijo que ella es –en todo caso como Armando Manzanero. Pero Beatriz, aún con el piano delante, como el mejicano, es Beatriz y punto. El timbre conserva la lozanía de los años setenta, la afinación es perfecta.


lunes, 7 de diciembre de 2009

La luz como destino


Aunque yo vivo en España nunca olvido a mi nación, la hermosa tierra cubana y al pueblo donde nací, en Cuba, Sagua la Grande…
Antonio Machín


La Villa del Undoso ha motivado no pocas creaciones artísticas desde el polémico acto fundacional del 8 de diciembre de 1812, o quizás desde antes. Porque seríamos ingenuos, o poco rigurosos, si intentáramos reseñar el devenir ciudad a partir de entonces.

Como el “pueblo indio mercedado a Alonso de Cepeda; fuente de materia prima: madera para el Arsenal de La Habana y vega de Don Juan Caballero”, la define en su biografía de Wifredo Lam, Antonio Núñez Jiménez.

Se apresuró el francés Federico Mihalé a entregarnos en el primer tercio del siglo XIX un grabado donde apenas se reconocen los contornos del Undoso, rodeados de bohíos. Sagua –aún no tanto “la grande”- es un caserío. Pero correría con suerte gracias la fertilidad de las tierras y a la fácil comunicación con el puerto de La Boca (hoy Isabela); primero a través del río, luego por ferrocarril.

“El escritor que alguna vez redacte la historia de Sagua la Grande, tendrá que nombrarle con elogios”, vaticina Don Ramón de la Sagra en su “Historia económico-política, intelectual y moral de la Isla de Cuba”, aparecida en 1861.

El propio visitante, recibido aquí por “un anfitrión magnífico”: el teniente-gobernador Joaquín Fernández Casariego, elogia la prosperidad de la comarca y, al trasladarse hasta Isabela por el río, considera que “lo tortuoso del curso parece creado para multiplicar más y más las agradable sorpresas”.

En 1857, en el periódico “La alborada”, de Santa Clara, Esteban Pichardo publica su “Ligero paseo por Sagua la Grande” y describe la entrada del pueblo, no por donde lo hacemos hoy, sino a través del Desvío, cerca de la calle Real de Colón:

“Por una suave bajada y subida se cruza el río, que en las crecientes tiene su andaribel poco más arriba, e inmediatamente se presenta un grande y lúcido caserío, que nació ayer donde llamaban el Embarcadero y hoy se titula Sagua la Grande”. Entonces el río es “caudaloso, limpio y navegable”. Pichardo describe como expansión de vida “el olor a brea confundido por el de los azúcares y la vista de los mástiles y las embarcaciones”.
Durante el siglo XX no le faltarían descripciones enaltecedoras a la Villa del Undoso, incluso en el XXI. Fueron emocionantes las palabras de Pablo Armando Fernández al inaugurar una feria del libro en esta ciudad. “Sagua es la luz”, aseguraba el bardo.

También se enamoró de la Villa, Federico García Lorca. ¡Pudo haberse perdido también en Sagua! Aquí motivó el epíteto más audaz que jamás haya recibido: “Ipotrocasmo”. “¿Quién se ha atrevido a decir eso de los poetas contemporáneos?”, pregunta Emilio Roig de Leuchsering en un artículo publicado por la revista “Carteles”. El propio historiador aporta la respuesta: “Se llama Arturo Carnicer Torres. Vive en Sagua la Grande, casi, que así es de injusta la humanidad”.

Hasta los más íntimos detalles de la localidad han figurado en la letra impresa. Enrique Núñez Rodríguez se detiene en la descripción no sólo la del Instituto de Segunda Enseñanza y de las golosinas del café Fornos en la planta baja de este –en la esquina de las calles Carmen Ribalta y Martí. El escritor quemadense nos conduce con gracia a las inmediaciones del río, ya no para deleitarnos con el olor a brea de Pichardo, sino con la visión de una Sagua más oscura. Es necesario llegar a esta parte del libro “A guasa a garsín” para hallar las claves del título conferido a la obra póstuma de Núñez Rodríguez. Cámbiese el orden de las sílabas y sabrá el lector a que nos invitan. ¡También para eso es Sagua!

Pero la más hermosa crónica se la debemos a Jorge Mañach Robato. No porque haya nacido aquí, o quizá precisamente por eso. Advierte el agudo ensayista en sus “Glosas”, de 1926, que no está bien que los hijos juzguen a los padres; por eso se limitaría a describir las impresiones que su tierra natal la causaba. Sin embargo, no logra evadir la ironía tan cara a su estilo en un texto digno de las mejores antologías: “Las moscas hospitalarias”:

“Caen sobre vosotros con una ponderación que aterra. En vano ensayáis evadirlas: a la larga, pese a vuestros manoteos, sentirá la epidermis su choquecillo leve, viscoso y tibio (las moscas están como calientes de sol). Y os solicitan, os cercan, os rondan. Diríanse acreedores, o lacayos de casa encopetada. No pican jamás: son moscas paisanas, de una hospitalidad ejemplar”.

Pero es más tiernamente elogioso el autor de “Indagación al choteo” en otro pasaje. Mañach debió ser el primero que relacionó a “Sagua la máxima” con la luminosidad:

¡Qué nítida precisión la del caserío! ¡Qué deslumbramiento tropical en la retina! ¡Qué inexorable reverberación la de las calles blancas!...Es acaso la sensación más neta que se guarda de nuestra tierra: la luz.

De tal manera el arte ha perpetuado a Sagua la Grande, presente también en las canciones de Rodrigo Prats y Antonio Machín, y en el estilo geométrico del pintor José Ramón –Pepe- Núñez. Sagua la Grande, con inscripción de nacimiento que data de 1812; vetusta, pero todavía vital en su cumpleaños 197.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Conservan artistas del audiovisual de Villa Clara endémico "caracol"

Alexander Jiménez, al centro, acompañado de los locutores Franklyn Reynoso y Alfredo Iturria

Alguna vez han aflorado en mí prejuicios por los periodistas. No es que les reste importancia. Todo lo contrario. Aprecio su noble profesión. Pero la rutina y el intrusismo profesional se han enseñoreado en las redacciones, fundamentalmente en las de los órganos provinciales y municipales. Un auténtico practicante del radio periodismo podrá aspirar con toda dignidad a ser considerado un artista. Muchos recuerdan la historia de una radio más “romántica”, donde todos hacían de todo, porque sólo tenían acceso a los micrófonos los verdaderos talentos.
La más reciente edición del concurso Santa Mareare, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) en Villa Clara, legitimó el talento de un informativista que, poco a poco, con discreción, pero de modo certero, se ha abierto paso por los caminos de la realización radial. Hablo de Alexander Jiménez, quien junto al director de radio y televisión sagüero Yoel Rivero, obtuvo el Premio Manolín Álvarez Álvarez, otorgado por la UNEAC a jóvenes realizadores.
Alexander se inició como reportero en la emisora provincial de Villa Clara en los años noventa y, sin abandonar nunca el periodismo, se involucró en la dirección de diversos espacios, fundamentalmente informativos. Actualmente tiene a su cargo, entre otros, la emblemática Radiorevista W. (P) También está al frente de la redacción digital de esa plnata. En tanto Rivero Marín dedica sus principales afanes al telecentro municipal de Sagua la Grande, pero no ha dejado de colaborar con la radio, a la cual todavía entrega programas especiales y documentales.
Existen varios concursos alternativos del conocido Caracol, que organiza la Asociación de cine, radio y televisión de la UNEAC en la capital. Entre los certámenes de este tipo que han sobrevivido se encuentran los de Santiago de Cuba y Villa Clara. El del centro tiene una singularidad: No se denomina “Premio Caracol”, como en La Habana, u Oriente. Adoptó el de “Santa Mareare”, que es el nombre de una hermosa especie endémica del cayo del mismo nombre, al noroeste de Caibarién.
El “Santa Mareare”, cuya edición 16 tuvo efecto el pasado fin de semana en sus predios habituales de la Villa Blanca, reunió a creadores audiovisuales de ocho provincias y –como es usual- motivó el debate sobre diversos temas que nos preocupan en la radio y la televisión, como la importancia del trabajo de los guionistas y la locución.
Fue muy emotivo un encuentro “entre amigos”, donde los participantes evocaron al destacado radialista sagüero y fundador de este evento, Luís Agesta Hernández, fallecido hace unos meses.
El “Santa Mareare”, clausurado el sábado en el cine-teatro “América”, de Caibarién otorgó por primera vez el Premio Agesta a la Maestría Creadora. Atendiendo a la calidad del conjunto de obras presentadas al certamen, los miembros de los diversos jurados, resolvieron otorgar tal distinción al locutor de la CMHW Samuel Urquía. También por primera vez se entregó el Premio “Cubanicay”, para artistas de la televisión que han dedicado su vida a ese medio. Recayó en el realizador de Tele Cubanacán José Alberto Hernández Pacheco. En tanto, el ya tradicional galardón Roberto Rodríguez Frénez”, para creadores de la radio, rindió tributo al locutor Aramís González y al realizador de sonido Ventura Román, ambos de la Reina Radial del Centro.
Los sagüeros vinieron a casa varios premios en el concurso: Alexei Ruiz fue el mejor guionista de programas informativos gracias al noticiero “Noticias 16” y Adrián Quintero se alzó con el lauro de Mejor director de programas culturales por el radiodocumental “Vivir y sufrir por la radio”, realizado en conmemoración del aniversario 26 de Radio Sagua en abril pasado.
Una vez alzamos la voz a favor de la permanencia de este tipo de eventos, como imprescindible foro para el debate y la estimulación de los creadores de la radio, la televisión y el cine. Será el mejor homenaje que podamos tributar a nuestro entrañable colega Luís Agesta.

martes, 13 de octubre de 2009

FIN DE LA ERA DE LO BESOS


Lázaro Sarmiento hizo la observación en su blog “Buena suerte viviendo”: ante la amenaza de la gripe de nombre raro, corremos el riesgo de perder una de las acciones que más nos han humanizado.

No sé cuándo surgieron los besos. Quiero imaginar que los reservados en Occidente para acompañar la pasión amorosa –los de la boca- debieron ser idea de los franceses. El arte los ha perpetuado desde siempre. Dicen que Consuelo Velázquez escribió el bolero “Bésame mucho” siendo tan jovencita, que no había experimentado la sensación que entraña besar.

No todos los besos son iguales, al menos eso creo yo. Nunca había contado que uno de los momentos más embarazosos de mis ingenuos tiempos de la Secundaria, ocurrió cuando una muchacha se empeñó en enseñarme a besar. La lección fue un fracaso. Creo que los estímulos cerebrales –como pudiera enmascararse científicamente a la pasión- valen más que cualquier técnica. Quien más ama, mejor besa.

No voy a referirme a aquello de que los besos ponen a funcionar un montón de músculos. Pero los besos salvan. Su ausencia, daña. Los protagonistas de la película “Brockeback Mountain” no estaban preparados para besarse. Largo peso el que la sociedad les imponía…No sabían besarse.

¿Con qué me quedaré luego de tantos encuentros fortuitos? Besos, besos, besos…Sería demasiado pretensioso esperar que la vida pueda premiarnos con el amor o la felicidad.

Hoy escribo tonterías. Pero no recibo sueldo por la efectividad de mis entradas y hago la confesión: Vivo huérfano de besos. No llegan siquiera de la Ciénaga de Zapata. Algo debe estar patas arriba en un mundo, donde hasta los besos comienzan a cobrarse en CUC.

De todas formas, el fin de semana consumí una cuota, algunos que hurté al destino. Besos efímeros –todos los son- que se escaparon como las aguas del azul buscando otras (rocas) bocas. Con el peligro de la influenza y el volumen de un vientre no adolescente, habrá que apurarse a agarrar algún beso. Aunque a la larga uno termine más solo que un perro, ¡beso dado es beso ganado!

domingo, 27 de septiembre de 2009

¡Silencio! Se graba….en Sagua.

Eslinda Núñez y Adria Santana en los roles protagónicos de "El placer de la intimidad".


No creo que sea como para evocar “Por primera vez”, el célebre documental de Octavio Cortázar que muestra a un grupo de campesinos obnubilados por el cine móvil. Pero este septiembre fue singular para el pueblo de Sagua la Grande, que presenció buena parte del rodaje. Niños y mayores solían contar que habían conversado con el villano de las aventuras “Los tres Villalobos” y que habían callado a la voz de ¡Silencio! emitida por una directora que hablaba muy alto.


Resultó común ver pasearse por nuestras calles al popular actor de la televisión Aramís Delgado, o a Eslinda Núñez (una de las Lucía de Humberto Solás), con atuendo propio de la segunda década del siglo pasado. “Algo parecido a lo que hacía la Pávlova durante una visita a La Habana: cruzaba con vestuario y todo del hotel Plaza al Gran Teatro”. Así le dije a Adria Santana, también las figuras escogidas por la realizadora Consuelo Ramírez para protagonizar “El placer de la intimidad”, versión televisiva de “La señora Frola y el Señor Ponza, su yerno”, cuento original de Luigi Pirandello.


Como ocurre con buena parte de la obra de este autor italiano, se trata de una comedia de enredos, donde los bretes tan comunes en los pueblos pequeños, terminan desencadenando situaciones capaces de motivar sonrisas y reflexiones.

La idea de presentar a la Villa del Undoso como un paraje italiano constituye una locura exclusiva de Consuelo Ramírez, enamorada de esta ciudad desde el día que la descubrió hace casi un lustro. Acostumbrada a reservar los altos decídeles solo para la filmación, Consuelo me contó que su propósito de filmar aquí debió vencer obstáculos y posposiciones. Sin embargo, finalmente se logró y ni siquiera fue necesario sustituir a alguno de los actores convocados inicialmente. Enrique Molina, Edith Obregón y la sagüera Lucía Chion, también lograron venir a trabajar en esta ciudad que, a juicio de la directora general, ahora despertará el interés de un mayor número de realizadores del audiovisual. Vaya, que si Gibara encontró a un descubridor en Humberto Solás, nosotros tenemos a Consuelo.


Si Sagua fue una buena elección o no para ambientar la historia de Pirandello se sabrá luego que la televisión exhiba “El placer de la intimidad”. Lo cierto es que los nativos vivimos días inolvidables.


Hasta los comensales de la cremería “Polo Norte” recordarán de modo especial el sabor de una vainilla que tuvieron que tomar sin apenas mover las cucharitas porque se grababa muy cerca de allí, en el parque Joaquín Albarrán, y Yony Yánez –el eficaz asistente de producción- reclamó el mayor silencio para una obra que pretende trasladarnos a tiempos en que no eran comunes los sonidos de las motocicletas y los tractores.


Supongo que los usuarios hayan podido comprender a nuestro amigo, tan

estresado como estaba con el trabajo televisivo. Ya tendremos tiempo para la algazara. ¡Qué suenen las cucharitas –y los aplausos- cuando quede totalmente listo el telefilme para el que Sagua la Grande generosamente brindó locaciones!


Un momento de la filmación en el parque Joaquín Albarrán

Excelente atmósfera lograda por la actrices Adria Santana y Edith Obregón

El director de fotografía, José Manuel Riera, tripula un improvisado dolly. A la derecha, Consuelo Ramírez, directora general.

martes, 28 de julio de 2009

Yo también fui parametrado

La trinchera (Servando Cabrera)
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Recuerdo perfectamente la fisonomía del jefe de la Comisión de Ingreso del Instituto Superior Pedagógico Félix Varela, de Santa Clara.

Rozaba los cincuenta años. Era un tipo de complexión más bien fuerte, alto, rubicundo, que portaba espejuelos de cristal grueso. Ni siquiera la candidez del nombre –Carmelo - logró atenuar el temor inspirado entonces en un muchachito del pre universitario de Sagua la Grande.

Aquella era la primera de tantas veces en que sería víctima del rechazo por mis preferencias sexuales. Más que eso: por la evidencia externa de que mis gustos en materia de sexualidad eran diferentes a los de la mayoría. “Amaneramiento”, de acuerdo con las palabras de Carmelo cuando le pregunté por qué podían impedir mi ingreso al Pedagógico. Actuaba con hipocresía; en realidad lo más importante no era ser homosexual, sino aparentarlo.

Carmelo me envió a un psicólogo o psico pedagogo que, a juzgar por la superficialidad de su ejercicio, parecía tener un solo propósito: ratificar que yo no reunía las condiciones para ser profesor, aunque analizar mi vocación, no era tan importante.

Fue en medio de una Escuela al Campo cuando María Isabel, entonces directora del Pre-universitario Miguel Diosdado Pérez Pimentel me comunicó que había sido rechazada mi solicitud de ingreso a la enseñanza superior en la universidad pedagógica de Villa Clara y, pasando a otro la “papa caliente”, me pidió que hablara con la profesora Tamara Hidalgo, a la sazón responsable de la continuidad de estudios en el plantel.

No recuerdo las evasivas de que se valió Tamara para salir de aquel mal momento. Mi memoria la presenta como un personaje más bien positivo. Fui uno de los alumnos más aventajados en sus clases de historia. Tengo la impresión de que sintió pena por todo aquello.

A María Isabel la tuve cerca una vez más antes de dirigirme personalmente a la sede del Pedagógico en Santa Clara. Me dio algunas claves para comprender lo irreversible. Narró las purgas que años atrás habían tenido lugar en esa casa de estudios: de profesores y estudiantes expulsados por sus preferencias homosexuales….Las historias estaban casi siempre acompañados de elementos que acentuaban el carácter “corrupto” de tales uniones: profesores que se acostaban con sus alumnos, cartas con declaraciones de amor que enlazaban a los estudiantes…..en fin, cosas “anti naturales”.
El final de aquellos episodios ocurrió ante Jorge (el psicólogo), el propio Carmelo y quizá otro hombre más. Por supuesto, nunca me dijeron “usted es homosexual”. Sino, “usted no reúne los requisitos para ser profesor” sin abundar mucho en las causas. Tenían grandes posibilidades de “tupirme”. Intentaron convencerme de las múltiples oportunidades que podía tener en otros centros de enseñanza superior. ¡Mentían!

En el curso 1993-1994, en pleno Período Especial, el ingreso a la universidad era extremadamente restringido, sobre todo en la esfera de las ciencias sociales y humanísticas, las únicas para las que –se supone- tenía vocación. Creo recordar que la Universidad Central de Las Villas ofrecía apenas seis plazas de Psicología; cuatro, de filología y ocho, de Derecho. Desde la capital se ofertaban para la provincia de Villa Clara completa apenas una o dos plazas de Filosofía, Historia, Sociología, e Historia del Arte, respectivamente. La Facultad de Periodismo durante aquel año no abrió sus puertas para ningún estudiante.

2

Admito que ser maestro nunca fue uno de mis grandes anhelos. Prefería el Periodismo o las Letras. Pero con los truenos que sonaban en el 94, no quedaba más remedio que poner los pies en la tierra y aceptar al Pedagógico como opción favorable para no quedarse en la calle.

Pero tal vez no hubiera sido un mal profesor. En cambio, sé de muchos que otrora abrazaron el magisterio y hoy trabajan en la radio, en el gobierno, en las instituciones culturales, en una tienda recaudadora de divisas…o se fueron del país. Algunos no han sido buenos ni en las aulas, ni en ningún lado…También entre ellos hay hombres que prefieren tener sexo con otros hombres.

A pesar de haber obtenido notas superiores a los noventa puntos en los exámenes de ingreso de Español e Historia de Cuba, el Desaprobado de Matemáticas fue suficiente para impedirme acceder a cualquier carrera de ciencias sociales.

“Vagué” sin futuro por unos meses, hasta que la radio se convirtió en mi refugio. La herida que me propinaron a los 18 años quedó abierta, pero escribir me ayuda cerrarla.

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Me han dicho que Carmelo sigue rigiendo parte de los destinos del Instituto Superior Pedagógico Félix Varela, María Isabela se convirtió en una fiel seguidora del cristianismo (no sé si seguirá siendo marxista) y Tamara se mantiene vinculada a la docencia. A cada uno quizá les deba haber contribuido a precipitar en mí los afanes de cambio que hoy me inspiran. Me ayudaron a pensar más en la necesidad de que las diferencias sean legitimadas y de que hay que luchar para eso.

Hoy, al repasar las conferencias dictadas por reputados pensadores bajo el auspicio del Centro Criterios, corroboro que el llamado “Quinquenio gris” no terminó en 1975. Casi veinte años después, sufrí la exclusión por ser un “enfermito”, de acuerdo con el término usado en su análisis de esa etapa histórica el crítico Ernesto Juan Castellanos .

Sabe Dios en qué actividades andaría el tal Carmelo cuando tuvo lugar aquel Congreso Nacional de Educación y Cultura a fines de la década del sesenta. ¿Estaría entre quiénes metieron en el mismo saco a antisociales, locas, gays y rockeros para enviarlos a las Unidades de Apoyo a la Producción (UMAP)?

Pensar que las políticas culturales trazadas luego del mencionado cónclave afectaron sólo a artistas e intelectuales, constituye un error. Le dieron vía libre a muchos Carmelos para que, con sus actitudes retrógradas y malsanas, marcaran la espiritualidad de esta nación más allá del período enmarcado dentro del Quinquenio Gris.

En la conferencia denominada “El diversionismo ideológico del rock, la moda y los enfermitos”, Castellanos apunta:

Por fortuna, en Cuba ya no se acusa a nadie de diversionismo ideológico.
Siguen existiendo el rock, los homosexuales y el pelo largo, pero éstos
ya no son vistos como síntomas de ese mal. Mas aun cuando parezca que
ya esas exclusiones quedaron atrás, la realidad demuestra que la grieta no
está totalmente cerrada ni las heridas del todo curadas. Muchos de aquellos
prejuicios aún siguen vivos, y la mentalidad de ciertos conservadores y
extremistas con poder, más lamentable en el caso quienes tienen a su cargo
decisiones que atañen a la política cultural de la Revolución…

Y me permito terminar esta memoria con las palabras con las que lo hace el experto convocado por el Centro Criterios:

Quizás sea bueno recordar aquellas palabras de Fidel a los intelectuales en junio de 1961, cuando aseguró que en esta Revolución cabemos todos, «porque ésta es obra de todos nosotros: tanto de los ‘barbudos’ como de los lampiños; de los que tienen abundante cabellera, o de los que no tienen ninguna, o la tienen blanca. Esta es la obra de todos nosotros».

lunes, 20 de julio de 2009

PARA AMPLIAR MI DIRECTORIO DE SITIOS GAYS: TINTES ROSADOS EN LA CALLE 44 DE VARADERO



La península de Hicacos es lo suficientemente extensa como para acoger a personas de las más diversas características. Mas apenas una pequeña porción de la extensa franja de duna pudiera ser considerada patrimonio gay.

Al final de la calle 44, detrás del Parque de las 8 mil Taquillas, devenido centro comercial Hicacos; se halla una de las zonas más populosas de Varadero. En verano la visitan cubanos de casi todos los municipios de Matanzas, de La Habana y de Villa Clara. Gente de todo tipo, familias enteras que se protegen del sol bajo las caletas, pepillas, matrimonios con niños pequeños…

Durante la mayor parte del día se nos presenta como un pedazo más de playa más…. Pero cuando la tarde se tiñe de rosado, cambia el aspecto de los bañitas. Algunos son como cualquiera. No llaman la atención por el vestuario. Bueno, allí el vestuario es escaso…Aunque la presencia de tantos hombres despierta el recelo de algunos.

-Esto se ha llenado de pájaros.
Afortunadamente la frase no es tan frecuente.

En la 44 no existe señalización alguna. Se convirtió en sitio de reunión de homosexuales porque sí. No lo decretó el Centro Nacional de Educación Sexual, aunque algunos de sus visitantes asiduos me contaron que le han pedido a Mariela Castro que tramite para ese espacio cierto estatus “oficial”, como sucede con la playa de Mi cayito, en la capital.

Detesto los getos pero defiendo la idea de que, hasta tanto la sociedad no experimente verdaderos cambios, un aspecto tan íntimo como la preferencia sexual, será motivo para unirnos.

Nos falta mucho por lograr en materia de libertades sexuales. Si la Revolución ha sido radical al intentar eliminar tantos males sociales por qué no pudiera hacerlo con la homofobia. ¿Hasta cuándo debemos esperar por qué la Asamblea Nacional acabe de analizar en pleno tímidas reformas al Código de Familia que contemplan el reconocimiento legal a parejas de un mismo sexo?

No creo que Mi cayito goce de algún privilegio en particular. La mayoría de los sitios de reunión gays descritos en anteriores entradas de este blog, nunca han sido bien vistos por las autoridades y los agentes del orden público.

Pero creo ser justo si expreso que, durante varias jornadas pude comprobar que la vida al final de la 44 transcurre apacible. El azote del turismo sexual no es tan frecuente y muchos de los nacionales se contentan sabiendo que pueden observar las bellezas de un cuerpo cercano sin ganarse un responso, como lo hacen los “cheos” un poco más allá.

Claro, hay quienes permanecen más allá del anochecer y, en tenaz batalla contra los mosquitos, aprovechan la vegetación, para saciar instintos no tan secretos, ni tan condenables. A fin de cuentas, lo mismo para la mayor parte de heteros, que para los homos, las caletas constituyen el único hotel disponible en el principal balneario de Cuba.

viernes, 3 de julio de 2009

LUÍS DÍAZ CUERVO: LAS CONVERSACIONES QUE ME FALTAN


A mi profesor de Historia de los Medios en la filial del Instituto Superior de Arte de Camagüey le debo una ocurrencia totalmente original. Dispuesto a hablar sobre los orígenes de la radiodifusión, llevó al aula un libro con lomo de cuero y letras doradas. “Radio de galera” era el título. “Por favor, ábralo en la página en la página 38”, me dijo con la seguridad y la dicción propias de un viejo hombre de radio.

Enseguida comprobé que había sido objeto de una broma, suerte de recurso pedagógico para motivar el interés. El “libro” no era más que el primitivo artilugio con que se captaba la señal de las emisoras en las primeras décadas del siglo pasado, con su piedrecita y todo...

Luís David Díaz Cuervo es uno de esos apasionados de la radio que no se conforma solo con hacerla (como si fuera poco). También se ha dedicado a investigar los más mínimos detalles de su historia, especialmente en la Tierra de los Tinajones.

Entre las tantas satisfacciones que me ha dado Camagüey está haber sido su alumno. Coincidimos el mismo día del examen de ingreso a la enseñanza superior. En el examen escrito, donde debíamos analizar la versión radiofónica de un cuento, muchos quedaron “botados” tras elogiar erróneamente las actuaciones y la musicalización. Desgraciadamente, en nuestro contexto estamos mejor preparados para el elogio, que para la crítica. Motivado por el mismo espíritu cuestionador que luego trató de sembrar en los alumnos, el maestro escogió una obra que distaba mucho de ser un modelo positivo de realización artística.

Luego llegó el momento de la entrevista: “A ver, explíqueme cómo usted utiliza los pósters de señales”. “¿Por qué considera que Fulano no es un personaje en la obra que le presentamos?” “¿Qué espacios hace usted en la radio? A nadie en aquel tribunal se le ocurrió hacerme tantas preguntas. Hoy por hoy pienso que, más que joder, Luís aprovechó el chance para hablar de radio que, en definitiva, es una de las cosas más le gustan.

Es un conversador impenitente. No sólo lo motiva la radio….También, su querido Camagüey, las artes, la política, los trenes. ¡Los trenes! Me llevé una gran sorpresa cuando, tras elegirlo yo mismo como tutor de mi trabajo de diploma, me confesó que el tema del documental que acompañaría la tesis, lo hacía recordar a su padre. Nacido y criado en Garrido, el barrio de los ferroviarios camagüeyanos, Luís puede narrar mil y una historias sobre el medio de transporte más ampliamente arraigado en el devenir de Camagüey.

Algunas debieron estar en el singular programa de radio que mantuvo en el aire por no poco tiempo en las mañanas dominicales. Era una propuesta singular de Radio Cadena Agramonte. Aparentemente, no había guión alguno. Sino, sencillamente, el ánimo de contar las cosas como suelen hacerlo unos pocos elegidos…El buen decir, entre tanto texto carente de originalidad, precisa ser cada vez más generalizado en la radio cubana actual.

Luís Díaz ha aportado cientos de guiones dramatizados a emisoras cubanas. Ha sido uno de los principales impulsores del policiaco “Guardia Operativa”, en Cadena Agramante. Ostenta premios otorgados en Cuba y en el exterior. Hoy en día trabaja para la casa productora “Radio Arte”.

Meses atrás regresé a Camagüey para tocar a su puerta, ya no en Garrido. Más al norte, en La Vigía, es fácil encontrar su palabra diáfana. Con resuelto optimismo me habló de sus planes, de nuevos retos. Sabe Dios qué cosas se le estarán ocurriendo; no sé si para hacer más amena sus conferencias sobre la historia de la radio, o para escribir una novela…Quizá prepare un libro con deliciosas memorias…Estoy convencido de que a Luís aún les faltan muchas conversaciones por propiciar con sus alumnos y oyentes.


jueves, 11 de junio de 2009

RADIO ENCICLOPEDIA EN TODOS LOS MOMENTOS DE LA VIDA

Siempre me ha parecido que en un país que cuenta con un patrimonio sonoro tan abarcador, como el nuestro, las emisoras de radio debían distinguirse más por la música que difunden.

Usted se mueve de un lado a otro de la Isla y escucha los mismos discos, como si las preferencias de las oyentes fueran homogéneas, como si estuviera sintonizando la misma planta.

Es cierto que nuestros medios de difusión deben intereses muy diversos y casi siempre son los programas los que se especializan en la promoción de un género u otro.

No obstante, hay dos emisoras cuyo modo de hacer está signado por la música que ofrecen: CMBF y Radio Enciclopedia. Es justo de esta última a la que quiero dedicar mi comentario.

Fundada en el año mil 962, Enciclopedia ha modificado bastante el formato de de su programación, el alcance, el estilo de locución y hasta la sede de sus estudios. Pero desde entonces ha difundido música instrumental denominada menos compleja que la presentada por su homologa CMBF. Pero prefiero omitir los apelativos de “ligera” o “popular” para esta zona de la creación.

La emisora, efectivamente, no llega a trasmitir una sinfonía completa de Beethoven o un concierto de Bach. Pero, sin excluir a esos compositores, suele presentar grabaciones de José María Vitier, Chucho Valdés, José Luís Cortés o Ernesto Lecuona…Y quién va a negar la importancia de esos artistas.

No le quepa la menor duda que Enciclopedia ha apelado por la variedad en sus guiones musicales y las grabaciones que presenta están muy lejos de ser consideradas un simple relleno o “música para dormir”…Como expresa el slogan principal de la planta, se trata de una emisora para todos los momentos de la vida.

Es importante señalar el perfeccionamiento experimentado por la tira de programación en los últimos años. Sin traicionar sus esencias, Enciclopedia ofrece hoy en día programas de información cultural, como “Hola Aurora” –de siete a nueve de la mañana- y el multipremiado divulgativo de ciencia, tecnología y medio ambiente “Gotas del saber”; que se han sumado a los tradicionales segmentos de “Álbum de melodías”, “Media hora con su intérprete” e “Interludio”.

Es apreciable el nivel de precisión en el trabajo de los sonidistas. Difícilmente hallará usted una mácula en los programas grabados o en los que se trasmiten en vivo.

Entre los méritos de la emisora merece destaque el haber consolidado un estilo de locución propio, en lo cual han influido voces como las de María Cecilia Lima, Katy Rodríguez, Mirta Aleida Fernández y Haizel Andreu.

La presencia exclusiva de féminas ante los micrófonos, el tono conversacional, las anticadencias en la lectura y los timbres graves, han contribuido a definir un modo de hacer que, en mi opinión, la emisora tiene el deber de preservar. De ahí que le sugiera a su colectivo ser mucho más cuidadoso con la selección de nuevas voces, pues algunas de ellas pudieran desvirtuar lo que considero sello distintivo de Radio Enciclopedia.

De igual modo, es importante proseguir con el perfeccionamiento de los objetivos de cada programa. Sin eludir el hecho de que la difusión musical es su función principal de la estación, se nota que están muy cercanas en la tira, propuestas con perfiles semejantes, como “Interludio” y “Cita en Enciclopedia”.

No cabe dudas de que esta emisora singular, tal y como reza otro de sus slogan, seguirá trabajando por una radio de excelencia.

sábado, 16 de mayo de 2009

A propósito del Día Mundial de Lucha Contra la Homofobia: NI MANZANA DE LA DISCORDIA, NI PAPA PODRIDA

El silencio y la esperanza (Servando Cabrera Moreno, 1981)
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Pondré el parche para evitar goteras. Lo que voy a contar pudiera no constituir generalidad o norma en el contexto cubano. Pero baste con que afecte a un solo ciudadano para que constituya preocupación en una sociedad que tiene por principio básico la dignidad plena del hombre.
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De cualquier manera, este es un blog personal y todo cuanto aquí se expresa constituye responsabilidad exclusiva del autor.
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Lesbián es el nombre de un joven camagüeyano, tecnólogo de la salud graduado del Instituto Superior de Ciencias Médicas Carlos J. Finlay hace dos años.
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Lesbián permaneció detenido en la Primera Estación de la Policía, en la calle Avellaneda, durante 24 horas; desde la noche del pasado tres de marzo de 2009.
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No piense el lector que cometió algún delito. De acuerdo con el texto del acta de advertencia que debió firmar al abandonar la estación, sencillamente "frecuentaba un lugar propicio para la comisión de delitos".
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¿Qué aspectos definen a un lugar como propicio para la actividad delictiva? ¿Existe algún principio jurídico para determinar tal cosa?
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¿Por qué, generalmente, los sitios de encuentro gays reciben estos calificativos?
Al estudiar las características de este tipo de lugares, es preciso tener en cuenta toda una serie de elementos de índole sociológica. Ya en otras entradas de este mismo blog me dedicaba a describir cómo funcionan.
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Pudiera pensarse que en un país que ha luchado a brazo partido por eliminar el proxenetismo, la prostitución y otras prácticas nada edificantes, tampoco tienen por qué proliferar espacios para encuentros fortuitos.
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Sería mucho más civilizado aspirar a que a los hombres y las mujeres, independientemente de sus preferencias sexuales, asumieran el sexo como una manifestación exclusiva del amor. Pero, obviamente, la policía no realiza detenciones en estos sitios en defensa del amor. Tales preocupaciones en todo caso deben integrarse a la agenda de los psicólogos y sociólogos.
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También las parejas heterosexuales, por diversos motivos, suelen ampararse en la oscuridad para "aparearse". Sin embargo, no conozco de ningún caso de detención por ello.
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Los sitios de encuentro perdurarán, no sólo porque el amor no constituye norma en las relaciones sexuales de muchos individuos, sino por otras razones harto complejas, como:
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-La inexistencia de espacios legítimos que favorezcan el encuentro de los homosexuales, como discotecas, bares, etcétera. (La existencia del Centro de Promoción Cultural "El Mejunje", de Santa Clara, con una o dos noches a la semana donde prolifera el público gay, constituye una rareza; además no sólo debemos aspirar a que exista UN espacio, sino a una diversidad de espacios).
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-La imposibilidad de acceder a hoteles, moteles, u otras instalaciones donde puedan sostener relaciones sexuales los gays.
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-El rechazo social y familiar a los hombres que tienen sexo con otros hombres.
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El protagonista de nuestra historia fue detenido por agentes vestidos de civil en las inmediaciones de la terminal Ferro-Ómnibus. No le dijeron mucho, ni a él, ni al joven que lo acompañaba. Sencillamente: "Arréglense la ropa y vengan"…
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En la estación tampoco se les habló mucho. Apenas hubo algún comentario irónico sobre sus preferencias sexuales. Y, 24 horas después, el acta de advertencia…
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Llama la atención el siguiente detalle: El muchacho que acompañaba a Lesbián, le pidió que no hiciera alusión al vínculo que existía entre ambas. Estaba casado y no le convenía.
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La principal razón que suelen argüir las autoridades policiales para detener a los homosexuales en los sitios de encuentro más frecuentados, está relacionada con el hecho de que en estos espacios suelen cometerse hechos delictivos. Aún cuando me consta que la mayoría de los gays no son delincuentes, de acuerdo con la policía, ellos son algo así como la manzana de discordia.
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Es cuanto menos ingenuo creer que la eliminación de los maricones en el Casino Campestre, en el Ferro, o en cualquier otro sitio de Cuba, contribuirá a la disminución de los hechos delictivos.
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La humillación que sufrieron Lesbián y otras personas constituye una deliberaba manifestación de homofobia, de la cual no sólo es responsable la policía (a la que lo queda más remedio que combatir y el delito), sino toda la sociedad que tradicionalmente ha cerrado los ojos ante las necesidades de los homosexuales.
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Sólo puedo criticar de su conducta, al responder de manera desmedida a los instintos…Pero eso no constituye una figura delictiva. Si lo fuera, muchos fuéramos –de diversa preferencia sexual- seríamos convictos.
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El camino en aras de conquistar la verdadera aceptación de los homosexuales sigue siendo largo y empedrado. Pero debe quedar claro, de una vez y por todas, que no somos la manzana de la discordia, ni mucho menos la papa podrida que se debe extirpar de determinados espacios públicos.
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jueves, 7 de mayo de 2009

Volver al Camagüey


Camagüey es especialmente culpable de mi ausencia. Pero tuve que ir...

Dos años son suficientes para sentir nostalgia por la suave comarca de pastores y sombreros.

Pese a que los lugareños tuvieron su ciclón en 2008, la imagen de los sitios emblemáticos de la urbe, es agradable. En casos como el de la Plaza de los Trabajadores, frente al templo de Nuestra Señora de la Merced, se aprecian aires renovados, con macetas y luminarias acordes con el aspecto general del conjunto.

Menos suerte ha tenido, lamentablemente, la estación, centro de uno de los nudos ferroviarios más importantes de la Isla.

Languidece el paradero de los Consolidados. El extenso andén adosado a la pared art decó, está a punto de desplomarse. Camagüey se haya en deuda con su tradición ferroviaria. Los visitantes que arriben en tren, merecen un mejor recibimiento.

A propósito de viajeros, por ferrocarril llegó al Camagüey durante una madrugada de 1928 Jorge Mañach Robato. El sagüero contaría cómo después que “el tren se “detuvo enfáticamente en una estación extraordinaria, un muchacho cargó como un corzo con la maleta al hombro del lado opuesto del andén”.

Nuestro coterráneo se hospedó en el hotel Camagüey, antes que existiera el Museo Provincial Ignacio Agramonte en el mismo local de la Vigía. Lo describe como un vasto edificio amarillento que fue cuartel de caballería española.


A Camagüey le debo no pocas vivencias; algunas menos edificantes que otras, todas importantes. Regresar invita a escribir, pero se desluce mi pluma ante la prosa de Mañach. Prefiero reproducir otros fragmentos de esta poco divulgada crónica:

Camagüey es una mezcla bizantina de barroco, rococó y renacimiento modernista: ornamentos floridos y geométricos, dinteles especulativos, cenefas y frisos fantásticos, truncas pilastras, efectos de espiral y serpentina en lo alto, problemáticos aleros; o bien a lo largo de las azoteas, florones, ánforas y antorchas. El art nouveau trasladado a nuestro bravo e ingenuo Camagüey.

De vez en cuando, sin embargo, se aparta el forastero de las calles ambiciosas, perdiéndose entre las menudas, enlodadas, humildes callejas; donde surgen los techos de encendida teja con las famosas ventas de palo, que fingen miradores, por la manera amplia y saliente como las cobijas en el exterior sus espesos enrejados de madera. Parece que, mirando al través de ellos, se ha atisbar, dentro, un hidalgo con bonete, una panoplia roñosa y un lebrel. .

Camagüey, son tus encantos tradicionales los que conquistan y retienen al forastero, aún sin que tengas que darle a beber, según tu bruja conseja, agua de tinajón “con gusarapo”.

lunes, 23 de marzo de 2009

MEDIO SIGLO DE CINE REVOLUCIONARIO EN CUBA. PARA MIRAR MÁS LEJOS


Por estos días he pensado en algo que pudiéramos conceptualizar como orgullo nacional. No se trata precisamente de los aspectos esenciales que definen la existencia de la nación. Sino de otros aparentemente menos trascendentales.

El propio desempeño del equipo nacional de béisbol en el Clásico, devino asunto casi de trascendencia política, entre otras cosas, porque nuestros adversarios les dieron ese matiz antes que nosotros mismos.

Los criollos podemos sentir pleno orgullo de nuestros logros en el deporte, y también en la cultura. Tenemos una de las compañías de ballet clásico más importantes del mundo, en una nación donde apenas se practicaba este tipo de manifestación.

No podemos decir exactamente lo mismo de la industria cinematográfica; entre otras cosas, porque para hacer cine se precisa de mucho más dinero incluso que para la danza.

Sin embargo, no habrá que conformarse con aquello de que “nuestro vino es amargo…”. Es justo expresar que no fue hasta después del triunfo revolucionario que tuvimos una cinematografía verdaderamente cubana.

Apenas nos colamos en los grandes festivales: en los Oscar o en Cannes; pero ahora que se acerca el aniversario cincuenta del ICAIC habría que brindar por haber tenido aquí a un grupo de cineastas que, lejos de dejarse seducir por las alfombras y el oropel, decidieron hacer películas que sirvieran para entretener –como es lógico- y también para pensar, y pensar de manera crítica.

Es loable el empeño del joven gobierno revolucionario de dictar una ley –la primera en materia cultural- que favoreciera la creación fílmica a partir del 24 de marzo de 1959. Pero como era de esperarse de los más nobles empeños de este proceso único que vivimos los cubanos, el ICAIC también fue la voz de la conciencia colectiva.

No fue mero instrumento de propaganda. Sus obras, además de valores artísticos apreciados internacionalmente, ofrecen -de acuerdo con el término usado por Julio García Espinosa- una visión “incómoda” del entorno.

Eso justamente era lo que hacía falta: una Revolución dentro de la Revolución.
Con su inteligente mirada, el ya mencionado García Espinosa, Alfredo Guevara, Santiago Álvarez, Humberto Solás, Manuel Octavio Gómez, Fernando Pérez y, especialmente Tomás Gutiérrez Alea, nos propusieron mirar a Cuba y al mundo de otra manera.

Será ese el principal logro del Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficos: haber logrado hacer un cine eminentemente nacional con atisbos universales.

Y para salvar eso deberán trabajar los cineastas que surjan. Será con nuevos códigos estéticos, bajo otros presupuestos, sorteando las dificultades que impone la crisis internacional a las cinematografías del Tercer Mundo. Pero sin perder la voluntad de hacer y hacer bien. Para que los cubanos sigamos teniendo motivos para enorgullecernos del cine nuestro cine.

domingo, 22 de marzo de 2009

Los dioses rotos


Aunque no tan evidentes como se quisiera, demuestra signos de crecimiento la producción de filmes en Cuba.

Claro, no todo es cuestión de cantidad. Al valorar “El cuerno de la abundancia”, aludíamos a cierta falta de originalidad en las historias y al débil comprometimiento con la realidad.

No es que demandemos del arte la solución de los problemas de la sociedad. Pero vale la pena tener en cuenta el precedente de cineastas cuya mirada crítica es imperecedera. Entiéndase Titón, o Humberto Solás, o Julio García Espinosa.

En “Los dioses..”, un director debutante en la pantalla grande, pero con bastantes aciertos –sobre todo como guionista- en la televisión y la radio: Ernesto Daranas, nos propone introducirnos en las zonas más oscuras de una Habana cuya fisonomía cambió mucho desde los tiempos del chulo Alberto Yarini, pero que conserva manchas difíciles de tapar, incluso con la Revolución.

Como puede leerse en el sitio web de la propia película, es una trama de valores enfrentados; una reflexión en torno a perspectiva ética y moral de un grupo de personajes -de todos los niveles socioculturales- entre quienes los clichés de “positivos” y “negativos” no son sencillos de etiquetar.

“Los dioses..” consigue incorporar al cine a un grupo de creadores que ya han demostrado su valía en la televisión y otros medios, como el director de fotografía Rigoberto Seranega y los músicos Magda Rosa Galván y Juan Antonio Leyva. Elogio aparte merece Eric Grass por lograr una dirección de arte impecable, pese al escaso presupuesto de que dispuso esta producción.

En mi opinión lo más interesante del filme de Daranas, es el tratamiento de lo marginal. Pero el director juega con un arma de doble filo, y pierde por la misma causa.

La historia privilegia más la descripción de ambientes, que la psicología de los personajes. Diría que, con excepción del de Rosendo, Daranas debió perfilar mejor los personajes. Pudo hasta haber eliminado algunos que –como por muy bien defendidos que estuvieron- NO se qué pintan en la trama.

“Los dioses rotos” intenta ser contemporánea, pero se torna víctima del referente de otra época. Al intentar establecer paralelos entre el Alberto de ahora y el de antes, los espectadores terminamos desconcertados.

La película trata de comprometerse con el presente y se torna inverosímil por culpa de algunas situaciones, como el afán de la protagonista de autentificar el supuesto pañuelo de Yarini y la existencia de un arma del chulo.

Mucho más inverosímil es que una empresaria capitalista venda sus negocios en nuestro país como si se tratara de una caja de bombones. ¿Estamos en la Cuba de hoy o no?

“Los dioses..” es un buen intento y no dudo que Ernesto Daranas consiga llegar muy lejos en sus futuras propuestas. Pero por lo pronto habrá que esperar.

sábado, 21 de marzo de 2009

El cuerno de la abundancia

Todavía la gente está buscando alguna copia de “El cuerno de la abundancia”. A la alternativa de ver la película en la sala oscura, se suman los discos y casetes ofertados por las videotecas estatales o particulares. Se corrobora el interés de los cubanos por su cine.

La cultura la que sale ganando y vendría bien que el ICAIC
–próximo a cumplir medio siglo- tratara de distribuir mayor número de copias de sus producciones, tanto las nuevas como las antológicas. Sería una buena forma de hacer frente a la tenaz competencia de tantas telenovelas, mini novelas, serie y películas de tercera que se pasan de mano por ahí.
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Con “El cuerno de la abundancia” merece la pena aplaudir la vuelta de uno de nuestros cineastas más experimentados. Juan Carlos Tabío alcanzó gran éxito desde sus primeras comedias en los años ochenta y fue escogido por Tomás Gutiérrez Alea para compartir la dirección de “Guantanamera” y “Fresa y chocolate” cuando ya la salud comenzaba a jugar malas pasadas a Titón.

Probablemente Tabío sea hoy por hoy el mejor conocedor de los mecanismos que despiertan alegrías en los cinéfilos cubanos. “El cuerno de la evidencia” evidencia el pulso narrativo de un cineasta que sabe dónde colocar cada cosa para contar bien la historia.

Sin embargo, a mí –en ocasiones- “El cuerno de la abundancia” me parece más patética que cómica. El hecho de que las casas despintadas, el pobre almuerzo de un comedor obrero y las penurias de nuestros compatriotas, vuelvan a ser el ingrediente de un filme, me llena de preocupación. ¿Será que no tenemos otra cosa que contar en esta isla del Caribe?

No es que quite mérito al choteo integrado desde siempre a nuestra cultura. Tampoco creo que el cine deba ignorar las contradicciones de los tiempos actuales. El problema está en el tratamiento.
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“El cuerno…” basa su argumento en la posibilidad que creen tener varias familias de un pueblo imaginario, de conseguir una herencia que les cambie la vida. El final es previsible: El dinero nunca aparece. Las tragedias familiares prosiguen. Y el protagonista tiene claro –de acuerdo con el propio texto- que “debe seguir pedaleando”.

Para completar los ingredientes de una película “a la cubana”, lista para ser adquirida en lejanos parajes, no faltan los pechos de una hermosa trigueña y algún escenita de sexo.

Infiero que las exigencias de productores extranjeros contribuyeron a atenuar la profundidad en el tratamiento de los temas de “El cuerno de la abundancia”. Otra vez era preciso mostrar imágenes de viejos autos americanos, de bicicletas y de penurias tercermundistas.

martes, 10 de marzo de 2009

Orieta Cordeiro se suma al dolor por la pérdida de Agesta


Orieta Cordeiro , destacada asesora y escritora, me envió el siguiente mensaje:
Me sumo a la gran tristeza que todos los radialistas en Cuba hemos de sentir por la perdida de nuestro querido "León de Lagunilla". El primer musicalizador que conocí allá por los 70 en el Estudio 4 de Radio Progreso cuando ambos comenzábamos en la radio. Mi compañero de jurados en tantos y tantos Festivales, últimamente director de alguna de mis novelas en la W, amigo entrañable e inolvidable que tanto nos hizo reír con sus ronquidos y sus cuentos. Creo que por él y por todos los que amamos la radio debemos seguir luchando por ella aunque las piedras se interpongan constantemente en nuestro camino.
Un abrazo:Orieta Cordeiro

domingo, 8 de marzo de 2009

NOSOTROS PERDIMOS. Fabio Bosch evoca a Luís Agesta

Rápidamente en la tarde de este domingo elmaestro Fabio Bosch, desde Cienfuegos, contestó a un mensaje mío evocando a nuestro querido Agesta.


De repente, así como aparecía por un pasillo de la W o de la UNEAC con una ejecutoria impecable, o en un evento con una borrachera contagiosa y alegre, tras una noche sin dejar dormir a todo el que estuviera por sus alrededores debido a sus ronquidos (¿rugidos?), cayó enfermo hace solo unas semanas LUIS AGESTA HERNÁNDEZ, uno de los más grandes radialistas de Cuba. Todo ha sido tan rápido, que apenas cuando mi hermana Nélida Irene me llamó de Sta. Clara y me dio la noticia de su muerte, me he quedado casi sin aliento. Llamé a algunos amigos… unos lo sabían ya, otros no. Con casi ninguno pude dialogar; un nudo en la garganta me lo impedía.
Y es que se nos ha ido alguien con tantas ganas de vivir, pero además con tanta autoridad en su verbo y en su ejecutoria, que varias generaciones de radialistas tendrán que recurrir a él como una referencia. Musicalizador fino, Director de Programas certero, Escritor seguro y diáfano… no hubo evento donde su exposición no fuera precisa y esclarecedora.
A mí, en lo personal, me duele pensar que nunca más llegaré a un Jurado, Reunión, Cónclave o lo que sea, donde los organizadores no encuentren dónde ubicar a AGESTA para que duerma y sentir su voz de trueno decir: “Ahí está Fabito, a él lo pueden poner en mi misma habitación… él está de acuerdo”. Y no le faltaba razón, yo siempre acepté esa difícil misión que puso a llorar a Rafael Martínez Martínez una noche en el Hotel Inglaterra, o desquició a un oficial que lo extraditó de una unidad militar, pues ya había ganado el sobrenombre allí de “El León de Lagunillas”. Y es que no solo era yo quien soportaba sus descomunales ronquidos, sino que además, era su preferido para hacer las diversas anécdotas de sus peripecias en ese campo. Mientras yo hablaba él me miraba como si fuera un niño travieso y se reía encogiendo los hombros, en un gesto peculiar. Pero su favorita era la del día que Frenes, él y yo llegamos a un albergue en la Habana, y Chaflán nos alertó de un holguinero que roncaba de manera insoportable, y entonces yo relataba cómo él lo había derrotado de manera espectacular.
Su risa contagiosa, sus ronquidos estrepitosos, sus apreciaciones incomparables se fueron apagando y un amigo común llegó a su lecho de enfermo; él abrió los ojos y le dijo: “Me tocó perder”.
A pocos minutos de morir, cuando llamé a Juan Carlos Castellón a Sancti Spíritus, me habló de la enorme pérdida a la que estaba asistiendo la radio cubana. Entonces, comprendí que esta vez puedo contradecir a mi buen amigo LUIS AGESTA, porque no fue él quien perdió… fuimos nosotros. Lo hemos perdido a él y esa pérdida nos dolerá por el resto de nuestras vidas profesionales y personales.

sábado, 7 de marzo de 2009

LUÍS AGESTA

La perdurabilidad de la radio es obra de mucha gente. Hay quienes ni siquiera figuran en los créditos de los programas. No se les conoce más allá del ámbito de alcance de las emisoras.

Pero hay nombres cuya sola mención inspira respeto lo mismo en La Habana, que en Santiago, o Santa Clara. La radio está en deuda con ellos por la carga de rigor profesional que le han aportado.

De todo cuanto he hecho a lo largo de varios años de ejercicio profesional, escribir obituarios no está entre mis preferencias. Pero hacerlo me reconforta de pérdidas irreparables.

Murió Luís Agesta, uno de los más destacados realizadores que ha tenido la emisora CMHW durante toda su historia. Formado como musicalizador, conoció como nadie cuál era la melodía exacta para cada momento de un programa, o cuando –sencillamente- no hacía falta sonido alguno. Vivir lejos de la capital no le impidió codearse con los más destacados colegas. Hoy lamentan su muerte lo mismo Fabio Bosch, que Caridad Martínez, Alberto Liberta, Joaquín Cuartas, o Leonor Cabal.

Al referirme a Agesta lo hago no sólo comprometido por su ejecutoria en la radio, sino también porque nació en Sagua la Grande. Jamás lo declararon hijo ilustre de esta ciudad, pero para mí lo era. Recordaba con pasión sus días juveniles trabajando en la conocida bodega de su padre, en Pueblo Nuevo y hablaba con dolor del estado de parcial ruina en que su encuentra la Villa del Undoso.

Realicé estudios universitarios, pero los secretos de la radio los aprendí con viejos camajanes. No puedo decir que tuve un maestro, sino varios; de mucha gente tomé un poquito. Pero a Agesta le debe uno de los “poquitos” más significativos.

Ni siquiera fui su compañero en la CMHW. Pero no puedo olvidar las largas jornadas de trabajo del jurado que seleccionaría los programas de la provincia para el Festival Nacional de la Radio.

Radio Sagua me había designado su representante en la emisora provincial. Y yo, con la intrepidez que sólo se tiene a los 22 años, me había atrevido a sentarme a analizar programas de radio a la misma mesa que él.

Lo recuerdo con el cigarro humeante, con sus manías…Acostumbraba a alisarse el cabello graciosamente hacia un lado. Tal vez estaba comunicándonos algo…

Durante aquellos encuentros viví las discusiones más enriquecedoras de toda mi vida. Con frecuencia me ha parecido que nuestras emisoras precisan renovarse con el talento de gente de joven. Sin embargo, los criterios de Agesta –con todo y los treinta y cuarenta de años de trabajo que acumulaba- nunca me sonaron a viejo. Así pasa con los artistas verdaderos, que están siempre prestos al intercambio con los jóvenes.

Agesta, como cualquiera, podía estar equivocado; pero lo verdaderamente enriquecedor de cada debate con él no era ganar o perder, porque siempre se ganaba.

Tenía métodos muy originales para convencer a sus colectivos. Podía apelar lo mismo a la idea más sutil, que una frase criollísima, capaz de aliviar tensiones y mejorar el humor de los artistas. Sus rabietas podían tener trazas de comicidad, pero todo el mundo lo respetaba.

En estos casos recurrimos a frases como “su ejemplo perdurará”. Justamente lo que más dolor me causa no es su muerte, sino que existan pocos como él. Hace apenas unos meses, durante el festival Santa Mareare, organizado por él como presidente de la sección de cine, radio y televisión de la UNEAC villaclareña, le oí quejarse por el poco respeto que le profesan a su trabajo algunos artistas de hoy.

Ser cascarrabias es casi elogio para la mayoría de los buenos directores de la radio. Me falta mucho por aprender, pero “cogiendo lucha” se empieza. Al parecer no nos morimos tanto por infartos en estos medio.

Fue el maldito cáncer el que se lo llevó muy pronto. Supe de la enfermedad, pero no me atreví a ir a verlo. Hubiera querido agradecerle una vez más por pensar en mí para recibir el premio Manolín Álvarez, otorgado por la UNEAC a jóvenes creadores con algunos resultados. Pero no tuve valor para una despedida. Quiero pensar que no me despedí, porque nunca se fue.

Tratar de sembrar en otros el amor por la radio que él, entre cigarros, sorbos de café y ron –sin proponérselo- contribuyó a inculcar en mí, será el único modo de pagar la deuda de gratitud que tengo con mi coterráneo Luís Agesta Hernández.

CÁRDENAS

Fui a Cárdenas. Con frecuencia se ha hablado de la vinculación de la ciudad matancera con Sagua la Grande.

La fundación de una y otra ocurrió en las primeras décadas del siglo XIX. Crecieron gracias al auge de la industria azucarera, que se desplazó de Trinidad a las comarcas norteñas, mucho más propicias para la comunicación con quienes serían nuestro principal receptor del dulce producto: los Estados Unidos.

El trazado de las calles en Cárdenas y en Sagua responde a criterios urbanísticos similares. Coches y bicicletas pululan aquí y allá. En los dos lugares hasta se compartió el sufrimiento ocasionado por el huracán del primero de septiembre de 1933.

Una porción de la calle Luz Caballero, en nuestro malecón, lleva el nombre de Avenida de Cárdenas. Fueron recíprocos en la tierra natal de José Antonio Echeverría y llamaron Sagua, a la calle Pinillos, que corre paralela a la vía férrea, cerca del puerto; aunque no queda elemento probatorio alguno de tal bautismo, como en la Villa del Undoso.

Fui a San Juan de Cárdenas, como lo hizo mi coterráneo Jorge Mañach Robato. En su “Glosario”, de 1925, puede leerse la siguiente descripción:


Ya desde la estación hallamos a Cárdenas ungida de no sé qué linajuda y señorial apariencia. Acaso es efecto de la estación ferroviaria misma, que se diría, por su flaca torre, amplio ámbito y almenada silueta, que ha sido diseñada para ilustrar alguna zorrillesca leyenda de castellanía.

Pero es que todo, luego, en la hospitalaria villa, contribuye a la misma sensación. ¿De dónde proviene? No, ciertamente, de la materialidad ostensible: el plano es una perfecta cuadrícula, que desveló no recuerdo a cuál gobernador, si al viejo Pinillos o a aquel excelente y Excelentísimo señor Verdugo, cuarto marido de la gran Tula; las calles son de una rectitud urbanísima, como la conducta de los viejos funcionarios…

El parque tiene, como todo parque del Interior que se respete, su iglesia, sus palmas, su concreto y su rotonda; y en el entablamento de esta, al lado del nombre de Cervantes, aparece el de Gounod….¿Quiere usted nada más moderno?

Ah, pero hay excepciones. La iglesia misma lo es, con su cuerpo a la manera del renacimiento colonial, todavía algo barroco, y sus dos torres octogonales, posteriores en el tiempo. Sus campanas suenan como le gusta a Azorín: lentas, graves, melancólicas.
Frente a la iglesia está la estatua de Colón. Hecho importantísimo este, que explica por qué Cárdenas es una ciudad primacial….

Calle Sagua, al fondo,la estación de ferrocarril,construida en 1875.

Calle Real


Plaza del mercado


Iglesia parroquial, construida en 1846. Al frente, el más antiguo monumento tributado a Colón en América.


Vista lateral de la Parroquia.
Obsérvese la boya arrastrado por el mar quinientos metros durante el huracán del 33.


Fuerte español emplazado en la salida hacia Coliseo.

miércoles, 25 de febrero de 2009

LA CAMPANA DEL SANTA TERESA


Me atrevería a asegurar que es el único vestigio que queda del siglo XIX en uno de los primeros ingenios de Las Villas. ¿Habrá llamado alguna vez para el trabajo a Esteban Montejo?
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Realmente el personaje inmortalizado por Miguel Barnet en “Biografía de un cimarrón” trabajó en otras zonas, aunque está comprobado nació en Santa Teresa.

En la fértil comarca de Sitiecito, en el valle del río Sagua la Grande estuvieron las primeras plantaciones cañeras del Santa Teresa, construido en el año 1832. Al concluir La Guerra de los Diez Años, en 1878, formaba parte de los 160 trapiches que colmaban la región de Sagua la Grande, desde el río La Palma, al oeste, hasta las inmediaciones de Remedios.

El poblado de Sitiecito es presumiblemente más viejo que el propio ingenio. En la zona existieron cortes de madera en el siglo XVIII y posteriormente surgieron varios sitios de labor. Probablemente la existencia de siete, motivó el topónimo actual. Aunque algunos historiadores aseguran que se trataba sencillamente de un sitio pequeño, un “sitiecito”.

En Sietiecito el ferrocarril de la Villa del Undoso tenía dos ramales: uno partía de allí hasta Cifuentes y el otro –el más antiguo y preciado- seguía el curso del río hasta Santo Domingo y luego a Las Cruces, para unirse con las paralelas de Cienfuegos.

Al perfeccionarse la fabricación de azúcar, en las postrimerías del siglo XIX, el Santa Teresa siguió activo y todavía lo está luego de las más recientes transformaciones de la industria del dulce en Cuba.

El actual central Héctor Rodríguez, cuna de Esteban Montejo, y su histórica campana, persisten como últimos baluartes del poderío azucarera de Sagua la Grande.

martes, 10 de febrero de 2009

Sagua vista por mí. La Farmacia de Canut

El nombre de Enrique Canut Casals está vinculado a los mejores afanes de la Sagua republicana. Sus dos períodos alcaldicios dejaron una estela de obras útiles a la urbanización de esta ciudad. Pero su nombre también está ligado al de Wifredo Lam. Entre los primeros oficios del pintor estuvo el de ayundante del doctor Canut en su famarcia de la calle Colón. Hoy se resiste a desaparecer este hermoso edificio del centro histórico. Construcción colonial diseñada para acoger en sus dos niveles la vivienda y la farmacia. En el siglo xx no pudo resistirse a los influjos del art noveau y se le incorporaron los ornamentos que, lejos de afearlo, acrecentaron su atractivo...