lunes, 22 de marzo de 2010

ECUMÉNICO E INSPIRADOR ENCUENTRO EN LA CIUDAD DEL CANÍMAR



Evaldo Milián fue uno de los tantos hombres que contribuyeron a dotar de fisonomía propia a la radio cubana. Su bregar estuvo asociado a Matanzas…Con el mar esparcido en la sangre, los seguidores de Milián convocaron por segunda vez al taller y concurso que lleva el nombre del desaparecido colega.

A mis imágenes de Matanzas, con sus rayoneras y líquenes putrefactos, se suma ahora el intercambio sobre la radio. La locución y el trabajo de los asesores fueron detonantes de un debate al que se sumaron voces procedentes de Bayamo, Santiago de Cuba, Pinar del Río, Güines y La Habana.

El reencuentro con las multipremiadas actrices Magaly Bernal y Xiomara Fernández, y la confirmación por intermedio del actor y realizador William Quintana de que la Atenas de Cuba es una gran anfitriona, matizaron días matanceros a los que no dedicaría un poema si no fuera porque hilvanar metáforas en la patria chica de Plácido, Milanés y Carilda ruborizaría al más osado bardo.

El “Evaldo Milián” se suma a un sistema de eventos de la UNEAC que, surgidos por iniciativa provincial, se han convertido en una alternativa un “Caracol” que, muchas veces, no mira más allá de los límites capitalinos, e ignora la influencia y aportes de la radio en otras provincias.

Es muy conocido en los predios villaclareños el “Sancta Mareare”, fundado por el artista sagüero Luís Agesta Hernández. Santiago de Cuba tiene su propio “Caracol”. Las filiales de cine, radio y televisión de la UNEAC en Camagüey y Pinar del Río, con mayor o menor fortuna, también han puesto en práctica iniciativas encaminadas a estimular a los artistas de estos conocidos medios.

El evento de Matanzas, probablemente el más joven de todos, se destaca por su austeridad. No son excesivas las pretensiones de una cita que –sin embargo- gana por la organización eficaz y el buen gusto de su programa. No es excluible el afán de perfección. En la medida en que el concurso logre crecer, pudiera acoger a otras formas y especialidades de la realización radial, más allá de la programación cultural y dramatizada. En tanto, los propósitos de la parte teórica pudieran ganar con una mayor intencionalidad.

El “Evaldo Milián” es todavía un evento joven. No suele tener tanta repercusión en una ciudad harto acostumbrada a organizar eventos culturales. Lo acosan un tanto la escasa preparación de los artistas de la radio para el debate. Sus organizadores habrán sentido alguna vez que se cocían en su propia salsa, junto a invitados y concursantes; pero tal mal es común en cualquier parte de Cuba. Ello no ha de diezmar el entusiasmo. La simple posibilidad de tener un espacio para la catarsis, contenta a los artistas. Confío en que, más temprano que tarde, nuestro reclamos encuentran cauce en foros decidores.

Ni el Caracol de la UNEAC, ni el envejecido Festival Nacional de la Radio –cada vez menos inclusivos en su presupuesto y alcance- logran satisfacer la necesidad del diálogo y el reconocimiento entre los artistas de la radio. De tal manera votaré SÍ por encuentros como el “Evaldo Milián” con Matanzas como sede inspiradora y ecuménica.

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