jueves, 8 de abril de 2010

LA NARRACIÓN, COMPLEJA ESPECIALIDAD DE LA LOCUCIÓN


Invitado por compañeros de la cátedra de locución de la emisora, participé en la confección y aplicación de un examen práctico a jóvenes que se forman como locutores en un curso que se imparte en la provincia.

Estas pruebas suelen abarcar la amplia gama de géneros y especialidades en las que ejercen su trabajo los profesionales de la palabra: la noticia, el comentario, la declamación, la propaganda…Y no es de extrañar que una de las que dificultades provoca es la narración. Se trata de una de las tareas más complejas de locución porque está muy vinculada a la labor interpretativa. Suele decirse que el narrador es un personaje más en la obra y, a veces lo es efectivamente, pues ciertos autores lo han puesto a dialogar con los propios personajes.

Al hurgar en la historia misma de la radio, percibimos cómo el nombre de Félix Benjamín Caignet también está vinculado al surgimiento de la narración. Él mismo ejerció como tal en la serie infantil de “Chilín, Bebita y el Enanito Coliflor”, que dio a conocer en Santiago de Cuba. Luego, en su famosa novela “El derecho de nacer” el uso del narrador contribuiría a exaltar al máximo las posibilidades del melodrama, con largos y complicados parlamentos, que no sólo servían para para describir las características físicas de los personajes o sus principales acciones a un espectador que –en definitiva- sólo podía poner el sentido del oído en función del espectáculo que se le presentaba; sino que también hacía valoraciones sobre la psicología de tales personajes, de su comportamiento y del estado de su conciencia.

Los orígenes del término narrador están vinculados a la literatura. Se supone que el mismo Homero fue uno de ellos y que anduvo “narrando” oralmente su “Ilíada”. Aunque en nuestro medio el término tiene otra connotación. En opinión de Frank Guevara, autor del libro “La locución: técnica y práctica”, casi desde sus inicios la radio necesitó del locutor para interviniera en el drama, la comedia y la aventura como voz conductora.

Agrega la fuente que al describir la interacción de los personajes, el narrador facilita la comprensión del mensaje. Luego de haber tenido la suerte de escuchar a profesionales de esta especialidad como Fernando Alcorta y Jesús López Gómez, y más cerca en el tiempo a Samuel Urquía, Frank Espinosa y Marlon Alarcón Santana, es fácil estar de acuerdo con Guevara en que el narrador debe poseer especiales condiciones como artista y estar en sintonía con el mismo nivel emotivo que mantienen los personajes.

Se ha discutido mucho en los últimos tiempos acerca de la pertinencia de su empleo. Se ha dicho que el oyente de hoy está mucho mejor preparar para captar determinadas acciones sin que se precisen las “acotaciones” del narrador. También es cierto que los efectos, la música y el propio trabajo de los actores –en determinados momentos- pueden ofrecer informaciones que tradicionalmente se han puesto en boca del narrador. Hay escritores como Ernesto Daranas que lo han excluido totalmente de sus propuestas. En cambio, otros lo han utilizado de manera muy creativa, elevándolo a categoría de personaje. En tal sentido es muy creativo el trabajo de Joaquín Cuartas.

Yo pienso que, mientras exista el drama en la radio, existirá el narrador. Lo que, lógicamente, sus textos deberán estar bien escritos, como la obra toda y que habrá que pensar en sus posibilidades con originalidad y no simplemente para que haga esimples comentarios acerca de las acciones de los personajes o de sus características de los personajes. Y también habrá que trabajar en aras de que nuestros locutores se interesen por la especialidad y se preparen adecuadamente para ejercerla pues, es importante señalarlo, la narración no vive momentos de esplendor.

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