jueves, 7 de mayo de 2009

Volver al Camagüey


Camagüey es especialmente culpable de mi ausencia. Pero tuve que ir...

Dos años son suficientes para sentir nostalgia por la suave comarca de pastores y sombreros.

Pese a que los lugareños tuvieron su ciclón en 2008, la imagen de los sitios emblemáticos de la urbe, es agradable. En casos como el de la Plaza de los Trabajadores, frente al templo de Nuestra Señora de la Merced, se aprecian aires renovados, con macetas y luminarias acordes con el aspecto general del conjunto.

Menos suerte ha tenido, lamentablemente, la estación, centro de uno de los nudos ferroviarios más importantes de la Isla.

Languidece el paradero de los Consolidados. El extenso andén adosado a la pared art decó, está a punto de desplomarse. Camagüey se haya en deuda con su tradición ferroviaria. Los visitantes que arriben en tren, merecen un mejor recibimiento.

A propósito de viajeros, por ferrocarril llegó al Camagüey durante una madrugada de 1928 Jorge Mañach Robato. El sagüero contaría cómo después que “el tren se “detuvo enfáticamente en una estación extraordinaria, un muchacho cargó como un corzo con la maleta al hombro del lado opuesto del andén”.

Nuestro coterráneo se hospedó en el hotel Camagüey, antes que existiera el Museo Provincial Ignacio Agramonte en el mismo local de la Vigía. Lo describe como un vasto edificio amarillento que fue cuartel de caballería española.


A Camagüey le debo no pocas vivencias; algunas menos edificantes que otras, todas importantes. Regresar invita a escribir, pero se desluce mi pluma ante la prosa de Mañach. Prefiero reproducir otros fragmentos de esta poco divulgada crónica:

Camagüey es una mezcla bizantina de barroco, rococó y renacimiento modernista: ornamentos floridos y geométricos, dinteles especulativos, cenefas y frisos fantásticos, truncas pilastras, efectos de espiral y serpentina en lo alto, problemáticos aleros; o bien a lo largo de las azoteas, florones, ánforas y antorchas. El art nouveau trasladado a nuestro bravo e ingenuo Camagüey.

De vez en cuando, sin embargo, se aparta el forastero de las calles ambiciosas, perdiéndose entre las menudas, enlodadas, humildes callejas; donde surgen los techos de encendida teja con las famosas ventas de palo, que fingen miradores, por la manera amplia y saliente como las cobijas en el exterior sus espesos enrejados de madera. Parece que, mirando al través de ellos, se ha atisbar, dentro, un hidalgo con bonete, una panoplia roñosa y un lebrel. .

Camagüey, son tus encantos tradicionales los que conquistan y retienen al forastero, aún sin que tengas que darle a beber, según tu bruja conseja, agua de tinajón “con gusarapo”.

6 comentarios:

Reinaldo Cedeño Pineda (EL POLEMISTA) dijo...

A Camaguey fue la tierra que viajé por primera vez de niño, fuera de mis contornos. Mi hermana estudiaba ballet en el "lejano" Camaguey. Ahora mismo se me ha roto un tinajón pequeño que me regalaron como recuerdo unas manos muy especiales. En Camaguey me pierdo cada vez que voy con sus cinco esquinas y su diseño. No estoy acostumbrado a a las ciudades interiores. ESPERO otras crónicas del camaguey, con menos Mañanch y más Adrián. Y fotos. Un abrazo

Reinaldo Cedeño Pineda (EL POLEMISTA) dijo...

A Camaguey fue la tierra que viajé por primera vez de niño, fuera de mis contornos. Mi hermana estudiaba ballet en el "lejano" Camaguey. Ahora mismo se me ha roto un tinajón pequeño que me regalaron como recuerdo unas manos muy especiales. En Camaguey me pierdo cada vez que voy con sus cinco esquinas y su diseño. No estoy acostumbrado a a las ciudades interiores. ESPERO otras crónicas del camaguey, con menos Mañanch y más Adrián. Y fotos. Un abrazo

Reinaldo Cedeño Pineda (EL POLEMISTA) dijo...

A Camaguey fue la tierra que viajé por primera vez de niño, fuera de mis contornos. Mi hermana estudiaba ballet en el "lejano" Camaguey. Ahora mismo se me ha roto un tinajón pequeño que me regalaron como recuerdo unas manos muy especiales. En Camaguey me pierdo cada vez que voy con sus cinco esquinas y su diseño. No estoy acostumbrado a a las ciudades interiores. ESPERO otras crónicas del camaguey, con menos Mañanch y más Adrián. Y fotos. Un abrazo

Adrián Quintero Marrero dijo...

Lo de servirme de Mañach, de cierta forma, es un pretexto para encubrir mi haraganeria. Pero escribire mas de Camaguey, quiza del Camaguey menos conocido, Camaguey PM. La cronica aparecera el dia 17. Ya esta hecho el comercial. Perdona por la falta de tildes. Desaparecieron de esta PC, que no es mia.

Reinier Barrios Mesa dijo...

Camaguey es una comarca hemosa Adrían...una ciudad de leyendas, un sitio de tinajones y gente que sueña más alla de su realidad. Al Camaguey le debes tú los buenos y malos ratos que cuentas en tu blog y que definitivamente marcaron tambien la persona que eres... yo de cierta forma te entiendo porque tambien yo le debo mucho al Camaguey legandario de las mil historias, los estudios, las emociones.... Si tu tienes un Mañach, nosotros nos complacemos de nuestro Agramonte,de Silvestre de Balboa que desde aqui comenzó el camino literario de la isla, de La Avellaneda, de la Carmen que hizo padecer a Martí de amores y pasiones enfermizas.... la patria chica de Guillén, el sitio de caballeros gallardos y mujeres siempre hermosas.... Vuelve cuando quieras, e incita a otros a venir...cuéntales de cómo somos, de dónde venimos y a dónde vamos. Recuerda siempre esa frase que dice nuestro cartel no más te estás acercando a estas tierras.... Te quiere y te abraza.... (a ti también Adrian) Camaguey.

Adrián Quintero Marrero dijo...

Reinier:
Tus palabras sirven para que sea menos incompleta la entrada, pues de Camagüey me falta mucho por decir..Puedo hablar del pasado...y del presente. Pudiéramos hasta intercambiar historias...
Y sí, aunque me asuste el calor de este verano, quizá en cuaqluier momento te de alguna sorpresa, con la condición de que como camagüeyano adoptivo que soy, no me impidas servir de guía al visitante...