sábado, 20 de febrero de 2010

Parroquial de Sagua la Grande: 150 años


Resulta imposible hablar de los orígenes de la Iglesia Parroquial de nuestra ciudad sin hacer referencia a los primeros intentos de los sagüeros por poseer un templo católico, desde la época en que el cura de Álvarez trajera de –de vez en vez- la palabra de Dios a los habitantes de “El Embarcadero”.

La fundación misma del pueblo, el ocho de diciembre de 1812, está asociada a la erección de una iglesia. Debió ser una choza de madera y techo de guano la que pudo ofrecer Don Juan Caballero. En 1825, ya con mejor situación económica, Sagua logró hacerse de una ermita de cedro y techo de tejas que, como el templo anterior, estuvo ubicado en las inmediaciones del actual Parque de la Independencia. Sin embargo, aún no había aquí una parroquia y loe vecinos dependían desde el punto de vista eclesiástico de Quemado de Güines.

Una vez más es preciso citar a la figura que mayor impulso dio al desarrollo local durante el siglo XIX: el teniente-gobernador Joaquín Fernández Casariego. Preocupado por dotar a la población de cuánto precisase para su desarrollo, constituyó en el año 1850 la Junta Parroquial, que impulsaría la construcción de un nuevo templo. En marzo de 1856 se procedió a la bendición de lo que sería la primera piedra de la Iglesia Parroquial.

Una crónica reproducida por Antonio Miguel Alcover en su “Historia de Sagua”, califica el acto de imponente y conmovedor. Otro Antonio Miguel Alcover, este también Jaumé, director de la Hoja Económica del Puerto de Sagua la Grande, describe a la calle Cruz –actual Padre Varela- iluminada momentáneamente por luces de Bengala y da cuenta de que la imagen de la Virgen fue trasladada en procesión desde la ermita de madera, hasta el emplazamiento de la nueva iglesia. Agrega el citado texto que “tres lindas niñas conducían en bandejas cubiertas de paño carmesí con franjas d oro, las actas y demás documentos que debían enterrarse bajo la sagrada piedra”.

El cura interino, presbítero Francisco Barroso, procedió a la bendición e inhumación de los documentos. Entre los asistentes a la ceremonia se encontraba el teniente-gobernador Casariego, acompañado por los miembros de la Junta Parroquial constituida para financiar la construcción del nuevo templo.

Aunque resulta difícil hallar referencia de accionar en Sagua, se sabe que la iglesia, conjuntamente con otros proyectos arquitectónicos importantes de la época, es obra del ingeniero belga Coupierre. Antonio Miguel Alcover cuenta en su “Historia..” que hasta los propios cimientos del edificio provocaron complicaciones a los constructores, pues tuvieron que enfrentarse a un terreno cenagoso. El costo total de la obra fue de 65 mil pesos, sin costar el terreno que fue una donación. La Parroquia se inauguró el domingo 19 de febrero de 1860.

Temprano en la mañana un repique de campanas invitó a los fieles a asistir al solemne acto. La elegante fachada, el espacioso pórtico, las puertas de hierro con atributos religiosos, las colosales columnas, las bóvedas capaces de inspirar respeto y admiración, el imponente presbiterio y el altar principal motivaron disímiles elogios en la prensa local.

Es fácil hallar referencias acerca de los valores arquitectónicos de este edificio, acabada joya del neoclasicismo que resalta por limpieza del estilo, por sus dimensiones y por el excelente decorado de sus interiores, evidencia del poderío económico que venía ganando Sagua a mediados del siglo XIX. Es particularmente interesante la visión que ofrece nuestro coterráneo Jorge Mañach 1925.

Arquitectónicamente –expresa- el más digno amador de lo viejo no sabría loarla. Y agrega que es un encanto su misma modestia evangélica. “¡Y las campanas NO tienen rival!” Se regodea entonces en tales elementos al expresar: “Suenan hondo como cuerda de guitarra; atropelladas, como en alarma; optimistas o fúnebres; netas a veces, y a veces como si estuvieran gloriosamente rotas”. Las campanas –concluye- en sugestividad fonética no tienen rival como no sean los timbres de los coches.

1 comentario:

Reinier Barrios Mesa dijo...

Oye Adrian,,,, que bien esto. Estar alli en esa iglesia es de las mejores cosas que me ha pasado. Recuerdo mi primera vez en Sagua hace ya casi dos años y la primera vez en esos bancos enormes... Hace poco vi otra vez la iglesia en el cuento de Consuelo, y sonrei. Todo en Sagua parece especial. Desde el rio, el puente, el parque, la Casa de Cultura y la gente.... Ahora que otro vientos me apartan de aquel paraje precioso donde esta una parte hermosa de mi, regresar a la iglesia mayor, rememorar sus puertas, sus enormes columnas, los cuadros de su su interior... y todo por tus palabras ha sido genial. Un abrazo enorme amigo y sigue contandonos de tu tierra...