martes, 18 de noviembre de 2008

Cuba atesora importante patrimonio ferroviario

-Locomotora de vapor en el torna vía de los centenarios talleres de Sagua la Grande.

El 19 de noviembre de 1837 ocurrió un hecho trascendental en la historia latinoamericana: la puesta en marcha del primer tren. Cuba fue el séptimo país del mundo que dispuso de ese medio de transporte.
No constituía interés de la Metrópoli española el desarrollo de sus colonias. Pero el hecho de que el camino de hierro se expandiera por nuestros predios antes que por la península tiene que ver únicamente con el interés de los empresarios azucareros por poseer un medio de transporte adecuado para sus materias primas y sus producciones.

El fértil de Valle de Güines, en la actual provincia de La Habana logró costear los gastos de lo que fuera nuestra primera empresa ferroviaria. Las tierras al sur del puerto habanero era altamente productivas. No faltó el dinero para construir las paralelas en otros sitios. Las regiones de Matanzas, Cárdenas, Cienfuegos y Sagua la Grande, llegaron a poseer solventes empresas.

Si se aborda con frecuencia la impronta azucarera en el desarrollo socio-económico de Cuba, no puede ignorarse la vinculación del ferrocarril con la producción del dulce. El nuestro es un pueblo esencialmente ferroviario. Numerosos asentamientos nacieron con el ferrocarril. En la actualidad existen más de diez kilómetros de vías a lo largo y ancho de la isla.

El patrimonio ferroviario incluye hoy cientos de importantes edificaciones, entre talleres, equipos y estaciones. En el caso particular de Sagua la Grande, resultaría imposible contar la historia sin aludir al camino de hierro. Como suelen decir los viejos ferroviarios, la gente aquí solía ajustar sus relojes con la sirena de la “empresa”, como llaman a los ferrotalleres. Hasta el escudo de la ciudad exhibe una locomotora como símbolo de progreso al lado del río. La vieja estación constituye una joya de la arquitectónica.

Hablar del ferrocarril nos remite, esencialmente, a pensar en la laboriosidad y disciplina de sus trabajadores. Los sagüeros que hemos tenido la oportunidad de conocer personalmente a hombres como el viejo maquinista Tomás Angelino Rivera, podemos dar testimonio del amor que ha caracterizado a los ferroviarios. Tanto ese amor, como el patrimonio material asociado al ferrocarril deben perdurar porque están vinculados a las esencias mismas de la cultura y la sociedad cubanas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Saludos Adrian
Pues ojala todo el mundo tome conciencia de lo importante de conservar esa inseparable parte de nuestra historia y no dejar morir como ha pasado a menudo muchas de nuestras insignes locomotoras de vapor. Para muchos paises son su orgullo y aun ruedan varias de ellas como parte de su identidad nacional. Esperemos en el futuro las nuestras hagan sonar sus silbatos nuevamente entre nosotros, como parte de tantas cosas que estan ligadas a nuestra cultura.