domingo, 9 de noviembre de 2008

Un barco fantasma en Isabela de Sagua


Las historias de buques fantasmas son tan viejas como la vida misma. También Isabela de Sagua tiene las suyas. No es antiguo el puerto de la Villa del Undoso; pero vale consignar que en 1876, pocas décadas después de su apertura al tráfico internacional, llegó a tener anclados en los muelles cerca de una treintena de barcos. De ahí que proliferen las historias interesantes asociadas a los buques.

Quizá la palabra “fantasma” no sea la más apropiada para denominar al Nikolis, porque su maltratada estructura está ahí; puede observarse desde la costa, especialmente en días claros y cuando las aguas están tranquilas. Pero sus avatares ya son casi legendarios... ¿Desde cuándo Isabela se convirtió en su sitio de descanso eterno?

Marino Rodríguez, por muchos años práctico principal del puerto, recuerda muy bien los hechos. Él mismo ayudó a trasladar al barco hasta su enclave actual próximo a los Cayos de la Enfermería.

El mercante, que navegó con bandera griega, llegó averiado a la rada después de una larga travesía, en 1967. Los propietarios comprendieron que resultaría más económico abandonarlo y la tripulación regresó por otros medios a su país de origen. Marino rememora que, luego de algunos años de estudios, se decidió alejar al buque de los muelles.

El “Nikolis” tuvo muchos nombres, pero originalmente se le llamó “Liberty”. Fue construido durante los años cuarenta en los Estados Unidos, a partir de un diseño muy económico, con el propósito de sustituir a los tantos barcos que se perdían en medio de la Segunda Guerra Mundial. De ahí que los fabricantes sólo garantizaran para ellos cinco años de vida útil. Sin embargo, este -que tuvo varios dueños y en sus últimos años navegó con bandera griega- sobrepasó esa cifra, hasta que colapsó en las aguas de nuestro puerto.

Constituye una curiosidad histórica que subsista en algún punto del planeta un buque de ese modelo. Aunque no estará a flote por mucho tiempo... El deterioro de la estructura propiciará que las aguas del litoral en Isabela terminen tragándose al Nikolis. Entonces, con razón, se hablará de él como de un barco fantasma.

3 comentarios:

Reinaldo Cedeño Pineda (EL POLEMISTA) dijo...

No cesa mi asombro con las historias de Sagua. Creoq ue debs ir pensando en recoger en un libro algunos de esoas comentarios,m relatos o viñetas.
un abzro santiaguero. Menos mal que la POLOMA no quiso aletear su mañldad demasiado, aunque en Santa Cruz acabó.
Reinaldo

Anónimo dijo...

Hola Adrian, aunque no lo creas sigo tu carrera que cada dia se empina mas hacia la cumbre, me enorgullezco de ti como Saguera y como amiga, me complace sobremanera ver encumbrarse a la Villa desde tus palabras siempre cargadas de amor hacia sus calles, rincones encontrados y lugares ocultos, recien descubro este tu nuevo blog y quiero que sepas que te he citado en el mio, Cubaneando de lo Lindo, uno que escribo con el desgarre propio de quienes estamos lejos y no olvidamos un segundo que somos Sagueros, que somos Cubanos y que buscamos en la red una cura para la nostalgia millones de veces. Un abrazo grande, para ti, para Alexei, para toda la gente linda de mi Sagua querida y sus barrios, que soy Sitiera tambien y con mucho orgullo, te seguire leyendo, pendiente de cada imagen que gustes regalarme, de cada palabra que me traiga el aire que ronda las copas de los arboles de los parques sagueros y las ondas de nuestro Rio. Con afecto infinito una amiga. Zaida Manzano.

Anónimo dijo...

Adrián, saludos. Esto que haces en tu página es lo que siempre he querido para la mía: una suerte de ajiaco costumbrista -con la sustancia de lo trascendente y el complemento de lo efímero- para servírselos a los comensales en cualquier restaurante de lujo o fonducha de barrio del planeta. No es de mi cosecha: para conocer mejor la historia nacional hay que conocer al detalle la historia local. Pero no se trata de la historia densa y tediosa de los manuales, sino de la historia amena que hace la gente común. Te felicito por el rumbo que le estás dando a esta página. Sujete bien la brújula. Mantenla orientada y cuídala de un golpe de timón.