En la telenovela de producción nacional que se pasa ahora en Cuba la gerente de una tienda habla a otro personaje del mensaje anónimo que, enviado a sus superiores, cuestiona su pericia al frente del establecimiento. La mujer no parece tener responsabilidad directa en los faltantes que registra el establecimiento, pero sabe que su labor será cuidadosamente investigada luego del anónimo. ¿Acaso no hubiera sucedido más tarde o más temprano? ¿Precisará la economía cubana de “mensajes salvadores” para motivar la fiscalización y el chequeo que deben resultar norma?
Lo expuesto en la pequeña pantalla es pura ficción, pero las semejanzas con la realidad no han de ser simple coincidencia. Lo de los faltantes puede ocurrir en un cualquier establecimiento comercial. Pero no es ese el motivo de mi comentario. Mi preocupación está centrada en los mensajes anónimos han hallado curso en disímiles esferas de la sociedad cubana. Si usted no soporta a algún compañero de trabajo, envíe un anónimo a la empresa diciendo que es un incompetente. Si el jefe es un mal nacido, haga lo mismo; a lo mejor lo sacan.
Lo expuesto en la pequeña pantalla es pura ficción, pero las semejanzas con la realidad no han de ser simple coincidencia. Lo de los faltantes puede ocurrir en un cualquier establecimiento comercial. Pero no es ese el motivo de mi comentario. Mi preocupación está centrada en los mensajes anónimos han hallado curso en disímiles esferas de la sociedad cubana. Si usted no soporta a algún compañero de trabajo, envíe un anónimo a la empresa diciendo que es un incompetente. Si el jefe es un mal nacido, haga lo mismo; a lo mejor lo sacan.
No sé si la historia ofrece noticias de mensajes anónimos famosos, que hayan puesto en peligro la estabilidad de un gobierno o algo por el estilo, pero proliferan en la Cuba actual. Han ido más allá de la tradicional llamada anónima donde te dicen que “tu mujer te los está pegando”, para poner en entre dicho la ejecutoria de dirigentes y trabajadores.
De la misma forma que las secciones de opinión popular de los diarios rechazan cartas sin remitente, soy partidario de retirarle el interés a envíos de este tipo. Si bien muchas veces las investigaciones sociales no precisan conocer todos los datos de los implicados en una muestra, lo de los anónimos es otra cosa. Aunque sí es importante conocer el por qué de su proliferación. Razón fundamental: porque los cobardes que los escriben han encontrado oído receptivos. Pero hay otra a mi juicio importante: porque no siempre los centros de trabajo y otros espacios han sido favorables para que la gente diga lo que piensa sin temores y con la garantía de que serán escuchados. ¿Cuántas veces algún compañero no le ha dicho que deje las cosas como están, que no se meta en rollos? Y se ha dado el caso de anónimos han logrado suscitar más investigaciones y debates sobre alguna problemática que la opinión seria y valiente de algún trabajador.
De la misma forma que las secciones de opinión popular de los diarios rechazan cartas sin remitente, soy partidario de retirarle el interés a envíos de este tipo. Si bien muchas veces las investigaciones sociales no precisan conocer todos los datos de los implicados en una muestra, lo de los anónimos es otra cosa. Aunque sí es importante conocer el por qué de su proliferación. Razón fundamental: porque los cobardes que los escriben han encontrado oído receptivos. Pero hay otra a mi juicio importante: porque no siempre los centros de trabajo y otros espacios han sido favorables para que la gente diga lo que piensa sin temores y con la garantía de que serán escuchados. ¿Cuántas veces algún compañero no le ha dicho que deje las cosas como están, que no se meta en rollos? Y se ha dado el caso de anónimos han logrado suscitar más investigaciones y debates sobre alguna problemática que la opinión seria y valiente de algún trabajador.
Ninguna otra sociedad está mejor preparada que la nuestra para desterrar la proliferación de estas prácticas. Diría que entre nuestras más arraigadas costumbres está decirle al pan, pan y al vino, vino; hablar sin pelos en la lengua. La honestidad ha sido común entre los criollos. ¡Qué los anónimos no ganen terreno en un país que lleva a cabo una batalla sin parangón en el terreno de las ideas! Este no es un reclamo anónimo. Lo firma: Adrian Quintero Marrero.
2 comentarios:
Vas apretando y poniendo el dedo en la llaga. Martí dijo: "Sólo es tremendo lo oculto". Es cierto. Los anónimos,aunque se hayan vuelto para algunos un camino, al final de la senda son una derrota. Es el reconocimiento de una derrota. Un anónimo es un tósigo y un escudo indigno. Un anónimo es un boomerang. La cobardía es para mí la más despreciable de las condiciones humanas.Su vía por antonomasia se ha vuelto el anónimo. Es su aliento, su caldo de cultivo.
En mi propio blog, ante determinados temas, algunos en vez de emitir opiniones, ladran y tiran piedras... pero no dan el nombre. A esos jamás les daré una oportunidad. No soy cómplice de los que se esconden.
Felicidades por el tema.Espero tener tiempo para hacerte un comentario como mereces
Coincido con Cedeño en cuanto a la frase de Martí y todo lo referente a no aceptar mensajes anónimos en los blog. Ocultar la identidad es señal de cobardía o inseguridad.
El valor se expresa con la verdad por delante. Alguien me aconsejó una vez que no dejara mi nombre en los blogs, a lo cual no hice el menor caso. Creo que es mejor identificarnos y dejar claras nuetras posiciones respecto a cualquier tema, de lo contrario sería mejor no opinar.
Incluyo lo referente a las situaciones que enfrentamos en la Cuba de hoy donde no debemos
admitir que los problemas se delaten mediante papelitos o llamadas anónimas como ocurrió en la telenovela de turno.
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